Te Doy Mi Vida
Tammy
Cuando tenía 6 años, adoraba despertar en las mañanas con el olor del café y los pancakes recién hechos. Mi padre siempre preparaba los mejores. Y si esa mañana hubiera sabido que sería los últimos pancakes que comería durante mucho tiempo, me hubiera detenido un poco más a disfrutarlos y quizás me hubiera quedado en casa.
Tengo en mi memoria demasiado fresco el recuerdo de mi madre buscándome en la escuela. Su rostro demacrado acompañado de sus ojos hinchados y rojos, al igual que sus labios por tanto morderlos para contener sus sollozos. No dije una sola palabra durante el camino de regreso. Cuando aparcamos en casa, vi en la puerta a mi tío Patrik y un par de vecinos. Mi tío camino hasta mi puerta, la abrio y me tomo en brazos. Me apreto fuerte contra el y comenzó a llorar y yo no entendía nada. Poco después entramos a casa y me explicaron lo que había pasado, pero yo solo entendí que no lo volvería a ver nunca más, que no habían más pancakes al desayuno ni juegos en el patio trasero.
Hoy puedo entender lo difícil que fue para mi madre decirle a su pequeña niña que su adorado padre no volvería. Papá murió en un accidente de tráfico después de dejarme en la escuela y conducir a su trabajo.
Con el paso de los meses, las cosas en casa se complicaron. El dinero no alcanzaba, mi madre encontró otro trabajo para cubrir el ingreso faltante. Sin darse cuenta que en el camino comenzó a soltarme. justo cuando mas la necesitaba, ella nunca estaba. Una vecina de la que ya no recuerdo su nombre se encargo de mi en las tardes después de la escuela y se encargaba de dejarme dormida para marcharse.
Cuando cumplí 12 años. Mi madre decidió que nos mudaríamos por una oferta de trabajo. Y así fue como llegamos a Filadelfia. Según mi madre, aquí tendríamos más oportunidades y su nuevo trabajo haría un ¨cambio¨ en nuestras vidas, y sí que lo hizo.
Durante toda la secundaria me esforcé por conseguir una beca para ingresar a una prestigiosa preparatoria, allí solo podías acceder si uno, tenías mucho dinero, o dos, eras muy inteligente y sería una carta de referencia perfecta para una buena universidad, necesitaba sacar a mi madre el hueco en el que cayó después de perder a mi padre.
Cuando entre a primer año de preparatoria acababa de cumplir 16 años. Mis compañeros, que puedo decir... estirados, mimados, remilgosos, malcriados y estúpidos. Odiaba con toda mi alma estar en ese lugar, pero lo necesitaba. Lo que nunca me imagine es que ese sitio se convertiría en mi infierno personal. Tres meses después de comenzar el curso conseguí un trabajo de medio tiempo en una pequeña librería del centro de la ciudad a unas cuadras de la escuela. Y algunos fines de semana, trabajaba de mesera en eventos privados para millonarios, pero para mi mala suerte, en algunos de esos eventos había compañeros de mi clase y desde ahí comenzó todo. Se pasaban la vida llamándome limpia culos entre otras cosas que prefiero omitir. Hasta que el peor día de mi vida llego. El trago amargo que viví por culpa de mi madre marco mi vida, ese día la odié, pero también sentí pena por ella. El equipo de futbol de la preparatoria había ganado un partido, así que decidieron celebrar a lo grande. Hicieron una fiesta en casa de Dick, el capitán del equipo y por supuesto yo no estaba invitada, pero si tenía que limpiar sus mesas. Le avisé a mi madre que llegaría a la madrugada y simplemente me deseo suerte mientras se arreglaba para un trabajo de último momento que le había salido. Afortunadamente ese día iria a trabajar con mi mejor amiga. La conocí en la escuela después de mudarnos a esta ciudad, su nombre era Bell, una bonita rubia de piernas largas que me había caído como una patada en el hígado, y al final ella había sido un pequeño rayo de luz en medio de todo el caos que rodeaba mi vida.
La fiesta estaba a reventar. Las mesas cocteleras y el suelo estaba repleto de basura, y ni hablar de la cocina. Había quince meseros corriendo de lado a lado tratando de mantener la limpieza del lugar, pero aun así era imposible. Todo se fue al carajo media hora después, cuando cuatro bailarinas exóticas subieron a la tarima improvisada donde tocaba el Dj y comenzaron a dar su número.
Me quede pasmada al ver a la mujer con el cabello negro, largo y liso con un abrigo que conocía perfectamente cubriendo su cuerpo que segundos después estaba semi desnudo con un traje diminuto de futbol. Tenía una máscara en la cara, pero reconocería a la mujer que me dio la vida entre un millón de personas. Bell movió mi hombro con insistencia para sacarme del letargo en el que me encontraba y me arrastro hacia la cocina. Ella sabía el oficio al que se dedicaba mi madre, ya que nuestras madres eran "compañeras de trabajo" así que no la sorprendió verla bailar, la sorprendió verla en ese lugar.
Sabía del oficio de mi madre desde hace un par de años y ella me había prometido nunca trabajar para estudiantes ni de preparatoria porque la mayoría son menores de edad y es ilegal y tampoco universitarios. No quería troncar mi futuro, manchando mi reputación de esa manera. Pero ese maldito día todo iba en mi contra. Media hora después, entra la encargada del catering a la cocina y nos pidió servirle algo a las bailarinas que entraban detrás de ella. Todas se habían quitado los antifaces y mi madre puso su mirada asustada en mí cuando cruzo el umbral. La cocina estaba llena de personas. Entre personal de la casa, el resto de las personas del servicio y algunos asistentes de la fiesta que por supuesto no pasaron por alto la reaccion de mi madre.
– Tammy – Maldecí mi nombre entre sus labios. La ignoré, pero por supuesto a Megan no se le pasó por alto el que la ¨prostituta¨ supiera mi nombre.
– Te llaman limpia culos. –soltó con sorna mientras yo me quería hundir en el suelo y mi madre fruncía el ceño – Pero sí que se parecen, que casualidad.
– Déjala en paz. –Defendió Bell, pero eso no pasaría.
– Oh, pero si ahora todo tiene sentido. Tú y tu hermana son unas putillas y con eso es que pueden pagar la colegiatura.
– Mi hija no es ninguna limpia culos ni una putilla como la llamas.
– Mejor aún, Tammy es la hija de una prostituta. –Alardeo Megan como si de presentar un fenómeno en un circo se tratase mientras la gente se aglomeraba a nuestro alrededor.
Fue la primera vez que mire a mi madre con odio, y también la primera vez que no dormí en casa. Sali corriendo de allí con Bell pisándome los talones para dirigirnos a su casa.
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Updated 38 Episodes
Comments
Thiago Acosta
y la segunda tambien
2023-10-18
1
Grecia Landa Callejas
la primera parte está bonita
2023-09-24
0
BAE :) Mage
Hermosa historia
2023-08-21
2