Capítulo 13

Andrew

Haberle pedido a Christopher que consiguiera para mi el número de Tammy fue un poco incomodo. Cuando lo llame estaba borracho, y afortunadamente se encontraba en la cama con la encargada del curso. Le pedí el número para antes de las ocho de la mañana, ya que a esa hora abría la librería y Tammy me había dicho que los sábados tenia jornada completa. No quería llamarla y que estuviera con el imbécil de su compañero de trabajo. El tipo daba pena, babea el suelo por donde Tammy pisaba y ella lo ignoraba completamente.

A las ocho en punto comencé a desesperarme, Christopher no me agarraba las llamadas y Tammy ya había comenzado a trabajar. Pasada las nueve recibo un mensaje de texto de Christopher con el número de teléfono. El idiota no tuvo los pantalones para llamarme de vuelta. Sin pensarlo marco al número de Tammy y al segundo tono lo responde, dedujo fácilmente la persona quien me facilito su número pero me tranquilice cuando acepto que la recogiera en su trabajo.

Tenía más de diez minutos esperándola estacionado frente a la librería, pero ni Tammy ni el imbécil se veían. No quise esperar más y entré por ella. Al ver la cara de decepción que puso su compañero al verme, supe de inmediato que lo habían rechazado o había entendido que Tammy ya no estaba a su alcance.

Salimos de la libreria, siendo arrastrado por Tammy. Subimos al auto y no pude aguantarme las ganas de preguntarle por lo que había pasado allí adentro y hasta que no metí la pata hasta el fondo por mis celos no quede tranquilo. Notese la ironía. Cuando le respondí que "había visto muchas caras de desilusión". Y después de ver como se le descompuso la cara, fue que me di cuenta lo horrible que sonó. Y no solo eso. Lo horrible que en realidad era. Porque para ser sincero ese era yo. Siempre tomando o rechazando a quien se me diera la gana, sin tener en cuenta nunca los sentimientos de las chicas con las que me involucraba y por primera vez en mi vida, sentí vergüenza de mi mismo. Y es que no recuerdo aún en qué punto de mi corta vida comencé con este estilo de vida, lo que si recuerdo es el motivo que me llevo a ello.

Mis padres son el matrimonio perfecto frente a la sociedad. Pero en realidad son la asociación perfecta, como amantes son un asco. Pero cuando hablamos de negocios, son el mejor equipo, estoy seguro de que me concibieron únicamente para tener un heredero. Por esa razón no creo en el amor, nunca lo he visto reflejado en mis padres, ni entre ellos, ni para mi. La única que me ha mostrado afecto ha sido Francesca, por ella no soy otra máquina como mis padres quisieran que fuese. Al llegar a su casa, aparco frente a la entrada y salimos del auto.

–¿Te quedas un rato? –Sonreí al escuchar su invitación. Por un momento creí que me iba a decir que me largara. Pero necesitaba hablar con ella.

–Claro.

Entramos a su casa y me señaló el sofá, me dirigí allí mientras ella se perdía en la puerta al final del pasillo. La curiosidad hoy me pudo más y cambié el rumbo de mis pasos y llegue hasta la misteriosa puerta, di dos golpes y entre. Era una pequeña habitación con una cama doble cubierta por un sobrecama lila con flores blancas. Al lado derecho había una ventana que daba al patio trasero y a la izquierda una mesita de noche con una lámpara del mismo color del sobre cama, las paredes eran mitad blancas, mitad lilas, creo que acabo de saber algo más del pequeño sapito. Su color favorito.

–¿Que haces aquí?

–No me iba a quedar solo en la sala.

–Solo quería dejar mis cosas.

–Ya.. pero seguro que aquí estamos más cómodos. –Señale la cama. –¿Puedo?

–Como quieras. –Me senté en el borde a los pies de la cama.

Me sorprendió un poco que no pusiera resistencia a que me sentará en su cama, siempre esta tan a la defensiva que me la imagine tirándome todo para que saliera de su habitación. Salió y 5 minutos después, regreso con dos vasos de agua. Me entrego uno y dejo el otro en su cómoda. Subió una pierna en su cama y se recostó al espaldar, dejando la otra pierna apoyada en el suelo.

–¿Qué es lo que estás haciendo? –La miré confundido.

–¿De que hablas?

–No logro descifrar el por que del que estés perdiendo tu tiempo conmigo. ¿No tienes cosas que hacer con tus amigos, tu banda, tus novias?

–No estoy perdiendo mi tiempo contigo, no me reúno con mi banda y mis amigos mientras haya sol y no tengo novias. ¿Feliz?

–¿Por qué debería de estar feliz?

–Creo que respondí todas tus dudas, ahora quiero dejarte algo claro, ya que puedo hacerme a una idea de lo que tu crees que hago contigo. Y no Tammy, no estoy buscando acostarme contigo, y tampoco burlarme de ti. Para ser muy sincero hay algo en ti que me hace querer tenerte cerca. Quiero conocerte, por primera vez quiero que alguien me conozca. Simplemente no puedo explicarte completamente lo que me pasa por la cabeza.

–¿Me estas diciendo que quieres que seamos amigos? –Sonreí. A este punto no quiero a Tammy como mi amiga. Y maldita sea, si que quiero acostarme con ella, pero no es la misma sensación que me da con las otras chicas con las que me he acostado. Quiero hacerle el amor, quiero abrazarla una noche entera o varias. Pero si se lo digo la espantaria.

–Sería un buen comienzo. –Sonrió.

–Ok, ¿y.. ahora que hacemos?

–¿Sabes que esa pregunta solo vuelve incomoda la atmósfera que estamos creando?

–Bueno, nunca he tenido un amigo hombre. –Solté la risa y Tammy me siguió.

Deje caer mi espalda en la cama y ella hizo lo mismo. Nos quedamos viendo el techo. Tenia unas estrellitas pegadas en el, de esas que alumbran en la oscuridad.

–¿Te gusta mucho el lila? –Desee saciar mi curiosidad.

–Si. ¿Y a ti?

–Te vas a reír.

–Te prometo que no.

–Él magenta. –Se sentó y me miró.

–¿Estas bromeando verdad? Dime tu color favorito.

–¿Por qué mentiría?

–Creí que me dirías que te gusta el negro, quizás él blanco o el azul. Que se yo.

–Pues no. Me gusta el magenta.

Y no se lo había dicho a nadie, pero como siempre, omití ese detalle para ella. Era tan gracioso ver la cara que puso. Después de conversar de tonterías, sobre que nos gusta comer, de donde somos etc. Se nos había ido la tarde entera. Tammy se levanta de la cama al ver la hora.

–¿Te vas a quedar a cenar? –Me pregunto.

–¿No se molestara tu madre?

–Se fue de viaje. ¿Ordenamos algo? –Por muy extraño que sea para mi, quería cocinar para ella.

–Tengo una mejor idea.

Me levante de la cama, y fui a su cocina, abrí la nevera y me encontré con una jarra de agua y medio limón seco. Camine de nuevo a su habitación, tome el abrigo que había dejado sobre la cama y el de ella que había colgado en pomo de la puerta, la tomé de la mano y la saqué de su casa.

–¿Donde vamos?

–A un supermercado.

–Andrew, preferiría ordenar algo, soy un desastre en la cocina. –Sonreí y la miré unos segundos.

–¿Quién dijo que tu cocinaras?

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Comments

Alicia Cardinali

Alicia Cardinali

Que dulzura le mostró a Tammy.

2023-09-17

4

Nancy romero

Nancy romero

linda historia 😍😍😍

2023-08-21

1

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