Capítulo 17

Tammy

Descargamos las bolsas de la compra en la pequeña encimera de la cocina. Andrew sacaba los ingredientes que iba a utilizar para el almuerzo y yo guardaba el resto en la nevera. Habíamos acordado eso en el auto para ganar algo de tiempo, ya iba a ser medio día. El paso por el supermercado nos llevó más tiempo del que creímos.

Termine de guardar todo y comencé a llenar la lavadora de ropa, a recoger el desorden de la casa y a limpiar el suelo. Cuando tenía la casa impecable, Andrew estaba terminando de lavar los trastes que había ensuciado mientras cocinaba. El olor que salía de la cocina era delicioso y no podía esperar para probar otra de sus delicias.

–No se que hubiera hecho sin ti. –Le dije mientras me recostaba en la encimera para mirarlo.

–Comer sopas instantáneas. –Se burlo y sacudió una mano mojada hacia mi.

–Voy a darme una ducha.

–No tardes mucho. Yo también quiero ducharme antes de almorzar.

Me di un refrescante baño para quitarme el cansancio, aun tenia que comenzar con los deberes escolares y ya eran las 3 de la tarde. Al salir Andrew me pidió una toalla y se perdió en el baño. Salió del baño descalzo, con un pantalon corto y el torso desnudo ¡Desnudo! Gire el rostro avergonzada y el caminó tranquilamente hacia la cocina para comenzar a servir.

–Se te van a salir los ojos sapito.

–Estas prácticamente desnudo en mi casa Andrew. –Se río.

–Solo me puse cómodo. No iba a llevar todo el día Jeans y camisa. Esta haciendo mucho calor. A demás. Tu tampoco estas muy cubierta con ese short y ese crop top.

–Pero estoy en mi casa.

–Y yo me estoy quedando en tu casa. Así que tengo derecho de estar todo lo cómodo posible.

Andrew caminaba por mi casa como si viviera aquí. Y no solo eso. Con todo lo que estaba haciendo por mi, parecía como si fuéramos una pareja que está compartiendo el día a día. Decidí pasar por alto su casi desnudez y me centre en el delicioso plato que ponía frente a mi. Era un salteado de verduras con unas costillas en salsa de vino tinto que se veían deliciosas.

Al terminar de almorzar, recogió los platos y dejo limpia la cocina. Definitivamente este hombre era un sueño. Que suerte tendría la mujer que se quede a su lado. No solo por su destreza culinaria. Sino su amabilidad y lo dispuesto a ayudar que siempre esta. A demás de lo protector que se muestra cuando me ha sacado de apuros. Andrew es la representacion de la rudeza y la delicadeza en sincronía perfecta.

Me acomode en el sofá y saqué mis libros para comenzar a estudiar. Por el rabillo del ojo, vi como se ponía una camisa y salía de la casa. Cuando volvió a entrar pocos minutos después, levante la cabeza y lo vi dejando un maletin sobre la mesa. Sacó un par de libros y se unió a mi en el sofá.

–Si necesitas ayuda en algo no dudes en decirme sapito.

–¿Siempre eres tan considerado con tus amigas?

–Eres la primera amiga que tengo. Siéntete afortunada de estrenar esta nueva faceta.

–Eres un creído.

–Y tu estas encantada con eso.

–Sigue soñando idiota. –Soltó a reír y negando con la cabeza abrió su libro y se centro en sus propios deberes.

Al caer la tarde la cabeza me echaba humo. No podía más con todo esto. Andrew había terminado hace rato y se había ido a la cocina a preparar algo para la merienda. Me levanté del sofá y recogí todo. Deje los libros en mi habitación y después me uní a Andrew en la cocina.

–¿Terminaste? –Me pregunto.

–Tengo el cerebro frito. Necesito un descanso. ¿Que estas haciendo? Toda la casa huele a pasteleria. –Sonrió.

–Galletas de mantequilla. Ya están casi listas. ¿Me ayudas a sacarlas del horno? –Asentí.–Voy a hacer unas malteadas para acompañarlas.

–Creo que tu propósito es engordarme.

–La vida es una Sapito. Hay que disfrutar de los placeres que nos da la buena comida.

Al caer la noche Andrew se marcha, con la promesa de venir en la mañana para desayunar conmigo y llevarme a la escuela. No quiero acostumbrarme a él. Esta rutina que hemos comenzado me asusta. Porque se lo efímero que puede llegar a ser con las mujeres y no quiero marcar un número más en su lista.

El lunes al llegar a la preparatoria juntos, fuimos el blanco de todas las miradas. Hicimos una rutina esa semana. Llegábamos. Íbamos juntos a los casilleros, me dejaba en la puerta de mi salón y se iba al suyo. Compartía el almuerzo conmigo y me llevaba en la tarde al trabajo.

A mitad de semana Ryan me había informado que iban a cerrar por hoy la librería, ya que iban el equipo de control de plagas. No teníamos problemas de plagas, pero al haber tanto material de papel era mejor prevenir. Así que una vez al mes, iban a fumigar e inspeccionar el lugar.

Llegue a casa junto a Andrew, le había dicho de mi día libre y me pidió pasar la tarde juntos. Bueno... en realidad me pidió usar mi cocina para practicar un nuevo plato. Así que mientras el estaba sumido en el libro y los ingredientes. Yo estaba relajada en el sofá viendo películas y disfrutando el batido de frutos rojos que me había preparado.

La puerta delantera se abrió abruptamente y una Bell como un tornado se metió en la casa y se paro frente a mi.

–¡Media maldita semana Tammy! No llamas, no nos vemos. ¿Qué diablos pasa contigo?

–¿Bell, que haces aquí?

–Fui a verte a la librería y Ryan me dijo que no trabajabas hoy. No puedo creer que no me hayas ni siquiera llamado para vernos Tammy.

Había olvidado responder los mensajes de Bell, y al estar junto a Andrew todos estos días, había olvidado quedar con ella. Hace tiempo le di una copia de la llave de la casa para emergencias.

–Yo... he estado algo ocupada.

–Ya, pero ni para devolver una llamada. Estaba preocupada. Estaba imaginando lo peor. Creí que esos malditos ricos te habían devorado viva.

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Comments

Alicia Cardinali

Alicia Cardinali

jajaja y ahora cuando lo vea se muere Bell

2023-09-17

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