Capítulo 4

Tammy

El tropiezo que me di ayer con Andrew Storm me volvió a lastimar la mano, y el muy imbécil solo paso de mí como si fuera invisible. Aunque nunca se ha metido conmigo directamente, no deja de ser igual que todos en esta preparatoria. Otro niño mimado haciéndose el malo para llevar la contraria de sus padres, a demas de acostándose con todas las mujeres que se le cruzan en frente. Menos yo, obviamente. Apostaría lo que fuera porque no tiene idea de que existo. Y así prefiero que sea. En este lugar, quien no me agrede, pasa de mi existencia. Había quedado con Bell en salir el resto de la tarde. Rogaba porque al menos un día no me molestaran, quisiera por un día ser invisible para todos. Pero eso siempre era pedir mucho.

–Que tengas un lindo día Tammy. –Me dice Megan pasando por mi lado con una sonrisa y milagrosamente sin empujarme ni golpearme. Al igual que sus perras falderas.

Las mire con desconfianza, tanta amabilidad no podía ser real, la mitad del salón había salido, así que no les preste más atención. Tomé mi cuaderno y al abrir mi mochila lo vi. Un enorme sapo marrón lleno de verrugas asquerosas. Solté mi mochila en un sobresalto y grité. Esto no me puede estar pasando. A mi alrededor todos estaban riéndose de mí. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, por Dios ¿Qué he hecho mal en la vida? Me arme de valor y me acerque a la mochila, abrí el cuaderno que tenia en la mano y le arranque una hoja e intente agarrar el animal muerto por una pata, era resbaladizo y estaba tan asqueada. Hasta que en medio de las burlas y murmullos escuche un –Mierda.

Una mano agarro el animal y lo aviento por la ventana, levante la mirada y me encontré a Andrew Storm mirándome a los ojos.

–Muchas gracias. –Le dije, pero mi voz apenas era audible.

Él no dejaba de verme, y me estaba sintiendo estúpida. Quizás se estaba arrepintiendo de ayudarme. Antes de que siquiera pudiera decirme algo tome mis cosas y salí corriendo. Una cuadra después me encontré con Bell, ella estaba llegando por mí en su auto, abrí la puerta apenas se detuvo frente a mi y respire.

–¿Estás bien Tammy? ¿Te hicieron daño? Amiga mírame.

–Me metieron un sapo enorme a la bolsa.

–Hijos de puta. –La miré mal y cayó en cuenta de lo que dijo, ellos eran unos idiotas, pero las hijas de "putas" eramos nosotras. –Lo siento.

–Creo que me iré directo a casa Bell.

–No puedo creer que aguantes tanto en ese infierno. Si es por una beca, cualquier escuela estaría encantada de tenerte.

–Pero ninguna con tanto prestigio. Necesito hacerlo a lo grande Bell y lo sabes, más puertas se me abrirán al graduarme de ese lugar.

–A veces olvido lo testaruda que eres con ese tema, nunca lo voy a entender.

Bell jamás entendería mis razones, ella no tiene que luchar por alguien más, solo por ella. Hoy era mi día libre en la biblioteca y lo voy a desperdiciar todo encerrada en mi casa. Al entrar mi madre estaba sentada en el sofá fumándose un cigarrillo, sabe lo que odio que fume dentro de casa, o fuera. Odio que tenga ese vicio horrible.

–¿Qué tal tu día cariño?

–Bien mama, como todos los días.

–Te ves diferente.

–Si pasaras más tiempo en casa, quizás verías mis cambios diarios.

–Sabes que tengo que trabajar, la nevera no se llena sola.

–Como sea.

Seguí hasta el final del pasillo donde se encontraba mi dormitorio, nuestra casa tenía solo dos habitaciones, una de ellas contaba con un baño y mi madre quiso que la tuviera yo. La cocina, esta frente al pequeño comedor y al lado la sala. aún no entiendo como todo eso entró en este pequeño espacio. A duras penas y caben nuestras cosas. Cierro la puerta y me acuesto en mi cama y al cerrar los ojos, lo primero que veo es el rostro de Andrew, es muy guapo, más guapo de lo que se ve de lejos, nunca imagine que justo la persona que me ayudaría sería él. Es tan grosero y problemático con todo el mundo, que es difícil imaginar que bajo de toda esa coraza que tiene, haya una gota de amabilidad. No puedo evitar sonreír, sinceramente estoy muy agradecida. No sé lo que hubiera hecho si no hubiera sacado ese animal de mi mochila. Recuerdo la primera vez que lo vi. Fui a trabajar de mesera en una de las tantas fiestas que daban los estudiantes de la preparatoria. Y él estaba rodeado de cuatro chicas, bailaba y se besaban entre todos. Era realmente asqueroso.

También recuerdo la forma en que él las trataba, era un pedante de mierda con ellas, mirándolas como cosas inferiores a él. Una mirada muy diferente a la que me dio hoy a mí, o simplemente me estoy volviendo loca. También cabe la posibilidad de que el sapo estuviera envenenado y estoy comenzando a sufrir los efectos secundarios. Esa noche me dormí pensando en Andrew, en sus penetrantes ojos negros y esos mechones de cabello negro lisos que le caían por la frente.

Andrew

Salí de mi clase y camine hacia el salón de segundo año en busca de Cristopher, necesitaba darle solución a este asunto lo más rápido posible, pero al llegar solo veo una gran fiesta alrededor de una chica. Al percatarme del apuro en que se encontraba me acerque a ella. Estaba enredada con un enorme sapo. Sonreí, las mujeres son demasiado previsibles. Metí la mano y tiré el animal por la ventana. Gire para ver a la tonta de la broma y me lleve una agradable sorpresa, unos preciosos ojos azules se cruzaron con los míos, podría jurar que era un ángel o en el mejor de los casos, un demonio. Su piel blanca resaltaba el tono rosado de sus perfectos labios y su pequeña nariz respingona adornaba delicadamente su rostro. Esta chica tenía un rostro perfecto, su mirada provocó en mí un tipo de hipnosis, tanto así que no pude reaccionar cuando salió corriendo de allí. ¿Qué diablos había sido eso?

Me enderece y voltee a ver la cara de asombro de todos los presentes. Sé que no es propio de mí, ayudar a una damisela en peligro. Pero vamos. Que se pasaron un poquito.

–¿Dónde está Cristopher?

Pregunte a un grupo de estudiantes que pertenecían a mi banda y me indicaron que fue de los primeros en salir. Muy probablemente está esperándome en el parqueadero. Salí del salón rumbo a su encuentro.

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