Capitulo 10

Isabella:

Miraba al hombre que me hizo señal con su mano donde tenía un arma, no quería ir hacia allí. Que tal si es un matón y aquí se terminaría mi vida. Me hizo señal de mi chamarra, no sé si por estar cerca de un chico como él me daba hasta calor o era la cabaña que estaba bien calentita. Empecé a quitarme la chamarra, me señaló una pequeña puerta, la abrí viendo muchos abrigos.

Isabella: Se va a mojar lo demás.

Él rodó los ojos levantándose con mucho trabajo. No entendía, esta joven y ya tiene achaques de un adulto mayor. Eso si era para sentirse ermitaño y venir a refugiarse aquí. Se acercó donde di dos pasos hacia el lado contrario, él solo me miró muy serio. Extendió su otra mano donde le entregué mi chamarra, piso en un solo pie frunciendo su seño, colgó la chamarra dando pasos hacia atrás, sosteniéndose de la mesita donde se iba a caer, me apresuré a sostenerlo con fuerza. No luego se vaya a golpear la cabeza, se muera y me echen también la culpa.

Me pegué un poco a él sosteniéndolo de su cintura y su brazo. Tragué saliva cuando él me miró fijamente.

Isabella: Lo siento.

Hombre: Me estas pisando el pie.

Me aparté de él. Entre cerré mis ojos mirándolos. Él solo abrió un cajón de la mesita metiendo el arma. La cerró caminando hacia el sillón de nuevo, frunció el seño, apretando su pierna. Lo miraba… este hombre algo tenía.

Hombre: ¿Te quedarás allí parada?

Caminé hacia uno de los sillones, él parecía estar tan tranquilo mientras yo moría de miedo.

Hombre: ¿Has comido?

Negué con la cabeza.

Hombre: Me voy a descansar. Sobre la estufa hay estofado. Hay café por si gustas.

Asentí con la cabeza, él se levantó le estaba dando demasiado trabajo en caminar, arrastraba un poco el pie. Lo seguí con la mirada, me removí un poco ladeando mi cuerpo hacia un lado para verlo que se recostara realmente en su cama.

Isabella: Aaayyy..

Me caí sobre el sillón mientras miraba a ese hombre. Tenía una pinta terrible. En mi mente se aparecieron las palabras de Crista: “no confíes en nadie”… él se recostó dejando ver que se cubrió el rostro con su mano.

Solté un gran respiro. Me levanté del sillón, no es que no quisiera negarme pero realmente muero de hambre, desde la mañana no he probado alimento y mi estomago ya suena del hambre. Miré lo que había en la estufa, se veía bien. Encendí la estufa esperando que se calentara, toqué la cafetera viendo que estaba no muy caliente el café que me dijo. Empecé a revisar por abajo, quería calentar el café que estaba en la cafetera. Negué con la cabeza no hallando para nada una ollita. Sonreí mirando las gavetas… sin duda aquí si deberían haber.

Abrí las gavetas de un lado viendo que tampoco había me estiré un poco llegando a las otras gavetas, las abrí… Llevando mis manos hacia mi boca tratando de no gritar… Negué con la cabeza, habían demasiadas armas y fajos de dinero… La cerré rápidamente.

¿Quién puede ser este hombre? En verdad esperaba que pasara la nevada que dijo para marcharme de aquí… Ya hasta ganas de probar alimento se me había quitado. Pero el rugir de mi estomago podía más que mis ganas de comer. Apagué la estufa viendo que le salía mucho humo, empecé abanicar. Para que se esparciera…. Por donde mirara las ventanas tenían seguro. De seguro es un asesino serial… O alguien de alguna mafia… O….

Hombre: HUELE A QUEMADOOOO….

Mordí mi labio inferior…

Isabella: Lo siento, solo que se quemó un poco el estofado.

Me apresuré a llegar de un lado viendo que aun seguía recostado con el brazo cubriendo su rostro. Me serví un poco del estofado, llené mi taza de café que tenía que tomármelo de esta manera. Ni modos, no iba a seguir revisando. Con la suerte que me mando capas y encuentro un cadáver o algo peor.

Termine de cenar, levanté mis trastes lavándolos, trataba de no hacer tanto ruido, no fuera que se despertara ese hombre y terminara por meterme un tiro de ceja y ceja. Eso si que sería de otro mundo. Sonreí como una real tonta. Bueno no es que sea malo, sino no me hubiera dejado quedarme en ningún momento y menos así que lo menos que podía, es será gradecida… Tomé mi taza de café acercándome hacía la puerta del cocina donde se podía ver mejor la parte trasera de la cabaña.

El viento movía las ramas de los arboles, el silbido del aire era demasiado intenso. Negué con la cabeza, era super imposible que saliera para regresar al auto. Además no sabía que tanto podía hacer mientras que él dormía.

Caminé hacia el sillón sentándome, subí mis piernas al sillón, solo podía esperar a que me diera sueño. Al menos había otra habitación en este lugar, pero tampoco le había ido a preguntar si podía dormir en ella. Me recosté como pude en el sillón que estaba demasiado incomodo. Miré el reloj de pared que marcaban a penas las 7:50 pm… Ni modo si él ya se había ido a dormir, me tenía que dar aquí, muriéndome de frío. No tenía de otra. Me volví a sentar, golpeada los cojines de lo duro que estaban, mi atención se fue a unos documentos que estaban en la mesa del centro…

Me ladeé un poco mirando que estaba dormido virado… Tragué saliva… tomé una de las carpetas empezando a leer.

Vaya… este estado de cuenta marcaba muchos ceros en una cuenta… Negué con la cabeza, no creo que sea él. Quizá estos documentos pertenecían a algún hombre que él iba asesinar por su dinero. Dejé a un lado la carpeta, tomando otra carpeta que estaba más pesada, se veía un poco con más documentos.

Levanté mi mirada cerciorándome que él no estuviera despierto por nada del mundo. La abrí leyendo el encabezado…

“Acta de defunción”

Entre abrí mis labios negando con la cabeza. Santos cielos… ¿Quién es este hombre? Por que muerto no está. Pasé a la siguiente hoja viendo que todos los documentos eran actas de defunción.

“Misión Ave Fenix”

¿Misión? Será un soldado. Levanté una ceja, no es que los tatuajes no den buena impresión, pero para ser soldado no debería estar tan tatuado.

Isabella: Ya sé. De seguro es un asesino de soldados.

Cerré la carpeta, la dejé donde estaba, me incorporé sentándome de nuevo. Me quedé helada al ver esa mirada tan fría… él miró las carpetas de la mesa.

Hombre: No te han dicho que revisar cosas ajenas es de mala educación.

Se despegó de la pared empezando a dar pasos apresurados. Negué con la cabeza, mi cuerpo estaba empezando a temblar del miedo ante esa mirada dura y fría.

Isabella: solo… solo.. solo buscaba que leer.

Hombre: RUEGA QUE MAÑANA HAYA PASADO LA TORMENTA. TE QUIERO FUERA DE MI CABAÑA.. ¿ENTIENDES?

Asentí con la cabeza, no me moví por nada del mundo.

Hombre: ¿DIJE QUE SI LO ENTENDISTE?

Pegué tremendo brinco del susto que me causó al levantarme la voz de esa manera.

Isabella: Siiii…. Lo siento. En verdad lo siento. Creo que mejor me marcho.

Me levanté rápidamente, no me iba a quedar y dormirme y menos que me haya descubierto ahora si tenía motivos para dispararme si me viera profundamente dormida. No quería ser una más de su lista.

Caminé hacia el perchero donde había metido mi chamarra, trataba de abrirla pero los nervios y el miedo estaba invadiendo mi cuerpo, no lograba concentrarme. Sentía que mis manos no tenían la suficiente fuerza… Recordé que había comido de la comida que él me ofreció… negué con la cabeza. Me había drogado eso era más que seguro…

Escuché pasos apresurados, no quería que se me acercará, estaba desesperada no podía abrir la puerta… No podía respirar… Algo me estaba pasando.

Hombre: Tranquilízate.

Isabella: No… no… A… A… leja.. te.. No me mates…

Hombre: ¿Qué te ocurre?

Me di la media vuelta, estaba desesperada, me llevé la mano al pecho. Él me miraba sin preocuparse en lo más mínimo… Se me acercó donde le dí un fuerte golpe en su mano donde él se retiró pero sin apartar su mirada de mi.

Negué con la cabeza… Mis manos se fueron en su playera apretando con puño cerrado, él me sujetó con fuerza mis manos, él no se podía sostener del todo.

Isabella: No… NO PUEDO RESPIRAR.

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