capitulo 20

Catalina White seguía confinada en su casa después de recibir la reprimenda de parte de su padre, le había puesto vigilancia veinticuatro horas mientras se reunía con el objeto de obsesión de su única heredera, además debía llegar a un acuerdo para evitar que se filtrara a la prensa las denuncias de acoso contra ella.

Ella, en cambio, vivía los días llena de frustración, su padre se había deshecho hasta del licor, pues él la quería sobria para qué se enfocará en su carrera y no en ese hombre, que según sus palabras carecía de un estatus. Ella sabía que eso era una farsa debido a que tiempo atrás se enteró por casualidad de que él pertenecía a una familia millonaria del sur de Francia, haciéndolo más atractivo para ella. — Si él no es mío, no será de nadie. Así me, toque usar cualquier método para mantenerlo a mi lado.

Eric pasó en las nubes y con una gran sonrisa el resto de los días, cada hora miraba su teléfono para esperar los mensajes de la mujer que se había adueñado de sus sueños, a pesar de su vergüenza Elisabetta no dejo de comunicarse con él hablaban de cosas triviales y lo que más le encantaba a él era ver sus fotos disfrutando del paisaje. Todo iba por el camino correcto, ella estaba agradecida con su creador por cada bendición recibida en estos meses y en especial por haber conocido a ese maravilloso caballero. Eric se reunió con el padre de Catalina en la sala de un restaurante, los acompañaba su amiga JJ y otro abogado colaborador, el ambiente estaba algo tenso debido a que no sería una charla sencilla, pues él sabía que en parte tenía culpa por haber Sido un completo idiota con ella. El primero en hablar fue el abogado, quien mostró los documentos para evitar cualquier filtración a la prensa sobre lo sucedido en la fiesta de aniversario de la firma de abogados.

— Mi objetivo no es perjudicar a su hija, lo único que le pedí a ella fue que dejara de entrometerse en mi vida, fui lo más amable posible y sé que en cierta parte de nuestra corta relación hubo momentos en los que me comporte como un completo idiota, pero eso no justifica que ella trate de obstruir mi vida ni perjudicar a las personas que me rodean.

El señor White solo bebió un poco del té rojo y se acomodó en el sillón, miraba muy poco a Eric como pensando en que decir o como actuar. Dejo la taza a un lado y unió sus manos.

— Sabes muchacho, mi hija es temperamental, ambiciosa, mimada y coqueta, ella me recuerda a su madre y en parte a mí. No te he partido tu cara por qué soy consciente de la situación, no quiero perjudicar a mi hija a mi único retoño. Pero te dejaré muy en claro que deseo que lo que hiciste o lo que insistaste a que hiciera mi hija lo pagues algún día. En estos momentos lo único que quiero es que firmes ese maldito papel y te desaparezcas de la vida de mi hija, aunque hubiera preferido que te largaras del país, pero eso no se puede debido a que eres un ciudadano, ¡Dios, bendiga a mi país!.

JJ no esperaba menos, ella se había imaginado un mar de sangre y tripas mientras ella se dedicará a beber a un lado mientras se entretenía viendo el espectáculo.

— Firma de una vez, Cohen.

Eric sacó su pluma y firmo el papel el cual fue casi arrebatado por el abogado de la otra parte, en ese instante Eric aprovecho para responder el gran discurso de su ex suegro.

— Antes de irse, señor White, permítame darle las gracias por su discurso moralista, pero si mal no recuerdo usted está acostumbrado a acostarse con mujeres de la misma edad de su hija, además tiene la costumbre de cambiarlas cada mes así que la próxima vez que se jacte de su honorabilidad recuerde que la noche anterior se cogió a una mujer que podría ser amiga de su hija.

JJ solo sonrió ante la situación, ella creía que por fin comenzarían los golpes, pero en vez de eso su amigo recibió la mirada más perversa que pudo haber visto, mientras que el valiente de su compañero sonreía, la tomo de la mano y salieron del lugar muy rápido dejando a un anciano con la presión alta de la ira.

— Oye me decepcionaste.

— ¿Por qué?.

— Creí que habría sangre y algunos golpes.

— No estamos en la universidad, somos adultos, debemos solucionar las cosas de forma más inteligente.

— Pero es aburrido, ¿ahora dónde iras?.

— Iré por Elisabetta, la llevaré a cenar a un lindo lugar.

— ¡Carajo! Pronto le pedirías matrimonio o algo así.

—No, planeo pedirle que sea mi novia. Así que hoy no irá a trabajar.

— Si sigue así tendré que despedirla. Tus favores son caros.

— Te pagaré su día de trabajo. Así que no la sofoques.

— Para nada dentro de poco seré dueña de parte de tu herencia, así que debo estar agradecida con ella, me hará más rica de lo que ya soy.

— Ja, ja, ja, qué graciosa, a veces me dan ganas de hacerte una lobotomía.