capitulo 18

JJ estaba al tanto de la situación con Catalina, su amigo estaba recibiendo el karma de sus malas acciones hacia las mujeres, pero eso no justificaba el hecho de ser amenazado por una de sus ex amantes, le ayudo a buscar seguridad mientras concretaba una reunión con el padre de ella, él era el único que podría controlar sus impulsos de hacerle mal. Paso el resto de la semana organizando sus negocios y tratando de conseguir otros que deseaba, además hace poco se había quedado sin uno de los bartender por culpa de un competidor que había ofrecido mejor pago por sus servicios. Así que debía buscar uno rápidamente, pues el club estaba más lleno que nunca.

— Jefa, ya llegaron algunos candidatos para el puesto.

— Cariño, diles que en cinco minutos estoy con ellos, déjame enviar este correo.

JJ bajo las escaleras de manera imponente, ella era una mujer con una elegancia nata, al igual que la belleza que la acompañaba, un regalo genético de su madre.

Ella miró con una gran sonrisa a los cuatro aspirantes, al llegar a su mesa dio la orden de comenzar la prueba, todos debían replicar los tragos del menú para después ser probados por los dos bartenders y ella.

A lo lejos Elisabetta miraba la escena, ella admiraba a su jefa, quien se mostraba fuerte, valiente y sobre todo implacable.

—Espero aprender mucho de ella- pensó Elisabetta.

Ese día no había show solo ensayos mientras terminaban las contrataciones y las reparaciones del lugar por culpa de un cliente vip que se le había ocurrido arrojar las botellas de licor al centro de la pista creando caos y mucho daño a los muebles, gracias a Dios nadie salió herido, pero el cliente no se libró de salir del club esposado.

Ella aprovechó para salir más temprano, quería dormir temprano y tal vez estudiar lo último que había dado en la semana. Pero sus planes fueron cambiados por un apuesto caballero que estaba apoyado en un lindo auto deportivo, llevaba puesto una chaqueta de cuero y unos jeans un poco ajustado, todo contrastaba con su cabello desordenado como si hubiera pasado muchas veces su mano por él. La pobre solo trago fuerte al verlo, él se veía divino.

— Con razón ve más traseros que un retrete.

— ¿Qué susurras?

— ¡Yo!, Nada--- agitó sus manos.

¿Qué haces por aquí?.

— Vine a verte, un pajarito me dijo que tendrías la tarde libre, así que decidí venir.

— Bueno, ya me viste así que me voy.

— No tan rápido, señorita Popa. Usted me acompañará a un lindo lugar y pasará la tarde conmigo.

— ¡Qué!. Eso es imposible, estoy toda sudada, además estoy cansada.

— Tú me lo prometiste. Recuerdas cuando me dijiste que te llamará alguna vez para salir, eso mismo estoy haciendo.

— Lo olvidé, así que dejémoslo para otro día.

Eric abrió la puerta de su auto y la invitó a subir mientras ella movía su cabeza negando.

— Sube, te llevaré a tu casa y esperaré a que te bañes para poder salir, así que vamos.

Se rindió muy rápido, así que subió al auto sin darse cuenta de la gran sonrisa de victoria que se dibujaba en la cara de Eric.

Elisabetta miraba fijamente el frente con un semblante serio, cosa que le pareció gracioso a su piloto, no pudo luchar contra el impulso y soltó una carcajada que asustó a la peli roja.

— ¿Qué te ocurre?.

— Lo siento, es que ver tu expresión me pareció gracioso. Estás tan seria que me da risa, Elisabbeta debes calmarte el hecho de que me gustes no implica que saltaré como un tigre, al contrario, soy muy respetuoso. Te daré tiempo para que sientas lo mismo por mí.

—¡Qué engreído!, ya veo que nunca te han rechazado.

— Para nada, soy como el hombre ideal para las mujeres.

— Hasta que ven tu lado frío, perfeccionista y narcisista.

— ¡Touché!.

Después de esa conversación el ambiente se relajó un poco, ella reía con las ocurrencias que decía mostrando un lado distinto de él.

— Llegamos, te acompaño a subir.

— ¡No!, espérame aquí. No me demoro.

— Insisto, así que subiré contigo no confió en ti en estos momentos.

Eric la tomo de la mano y subieron hasta su piso.

— ¿Puedes soltarme la mano?.

— Lo siento es que es cálida y muy suave.

— Gracias.

Elisabbeta saco sus llaves mientras rezaba mentalmente para no encontrarse con Noelia.

— Gira la llave, mi colega está en la corte, así que no está en casa.

— ¿Cómo sabes eso?.

— Recuerdas que trabajo con ella.

— Es verdad, pasa. Menos mal está todo limpio. Siéntate allí ya regreso, no me demoro mucho.

— Está bien. Apúrate que no quiero que perdamos más tiempo.

Eric se levantó del sofá para ver las pequeñas fotografías que colgaban en la pared. Cada una mostraban un suceso distinto en donde ambas amigas sonreían ante la cámara. Hasta que vio una que lo hizo sonreír, a un costado de ellas estaba él sentado viéndolas, eso fue una sorpresa, años a tras se había sentado en ese parque cuando recibió la oferta de ser parte de la firma en la cual era socio en la actualidad.

— El mundo es un pañuelo.

— ¿Qué estás viendo?.

— El destino.

— Ahora crees en eso.

— Ven y míralo con tus propios ojos.

Ella se acercó y él le señalo la imagen.

— Esas somos nosotras cuando estábamos en el parque.

— Mira al chico que salió atrás. Ese soy yo cuando apenas me gradúe de la facultad.

— Enserio, qué pequeño es el mundo, sin querer salimos en una misma foto.

— Ves, eso es el destino. Debo ponerla en mi casa.

— Para nada, ese día fue especial para ambas, así que se quedara en su lugar.

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