mundo artístico 3 y verdad que duelen

"Léelo y trae los dibujos. Las estrellas serán la Galvé y la O'Connor. Te compadezco. Tú sabes lo que haces al meterte en esto. Los vestidos se harán en el taller de la casa". me dijo Bayón era un hombre mal encarado.

Por entonces me mudé a Córdoba y San Martín. Quería vivir sola pues tenía que dibujar y escribir continuamente. Estaba totalmente insegura, por otra parte, en lo concerniente a mi relación con Massimo. Dentro de mí se libraba una feroz lucha tenía celos, cada vez crecían más como podía seguir así, él casi no me llamaba y cuando llamo para dejarle mi nuevo número me atiende una mujer.

"Hola, Massimo estoy viviendo en otro lugar te quería dejar mi nro.×××××" Estaba por cortar cuando levanto el tubo del otro lado.

"Hello" No pude contestar colgué la llamada me sentía mal como una mujer podría atender en su apartamento.

Desde ese día no hable más me concentraba en mi trabajo, y lloraba por las noches, doña Teresa me invito a que fuera y como estaba tan ocupada le dije que vinieran, con Rosa y el bebé yo estoy en un lugar amplió ahora puedo recibirlas, doña Teresa me quería como su hija, venía a verme los fin de semana, ella me hacía de comer porque decía que estaba flaca y que me veía pálida.

Buenos Aires había aprendido a conocer a la gente cuando, junto con Rosa, recorríamos calles y lu gares buscando un futuro de trabajo y nos dimos cuenta que bajo la máscara de seriedad y amistad de los que andaban cruzando las manos sobre la bragueta para exaltar su machismo, que tras las caras estucadas y arrugadas de los ejecutivos, de los padres de familia, había mil aberraciones y mil bajos instintos. Pero también aprendí que todo lo auténtico es verdad y que en la vida había que dar la cara para gritarla, para pedir perdón o para escupir un insulto. Ahora la suerte estaba echada, echada en el trabajo y en la vida. Me sentía feliz. Aquella noche Rosa me quiso convencer y de que, hasta tanto se hiciera realidad el departamento, me fuese a vivir con ellos en la pensión de Doña Teresa.

Tomé para mí solo una especie de buhardilla que decoré a mi gusto y allí me dediqué a dibujar día y noche. Quizás, aquellos fueron los días realmente felices mi adolescencia. Me sentía útil y necesario y empezaba a convenir en que la sociedad, la gente, me consideraba alguien importante, como alguien que existía, que vibraba. Nadie me amargaba y si bien yo presentía que estaría toda mi vida un poco al borde de los demás, cuando yo misma me preguntaba, tenía que decírmelo: "¡Sí, soy feliz!". Antes no hubiera podido decirmelo a mí misma, así, seguro. Y quizás muy pocas veces me lo pude decir después.

De repente, como nunca la felicidad es completa, la noticia terrible: doña Teresa estaba incurablemente enferma y la habían llevado a morir. Me pareció que el hilo último que nos faltaba.Llegué cuando se moría. Al día siguiente delentierro volví a casa de ella. Encontré a Rosa en la cocina, vestida de negro. Mil años habían pasado por el ánimo de aquella mujer fuerte y aún joven. Su cara era una máscara de dolor. Sus ojos fuertes y grises se llenaron de lágrimas. Me costo dejar llorar, incluso Rosa nos abrazamos y lloramos a doña Teresa fue buena con nosotras.

A la tarde los vecinos y vecinas, parecían personajes de García Lorca sentados en silencio a su alrededor, en el viejo patio, ahora triste y gris. En ellos no estaba sólo el dolor normal y natural por la pérdida de un ser querido; el ambiente agrio de la injusticia, de la que sin quererlo o por imperio de un ambiente chato, habían sido partícipes, daba un aire de culpa, de impotencia a aquel grupo de mujeres llorosas.

Por un instante volvío a ser esa persona fiera, fuerte y valiente contra todos y contra todo. Cuando conocí a doña Teresa, nos llevó al viejo párroco del pueblo para darle la extremaunción, aquella águila enferma, aquella sombra, se alzó de la muerte en el lecho y rompiendo las colchas con las garras en que se habían convertido sus lindas manos, Rosa gritó: "Fuera! ¡Fuera!", con un aullido que se extendió por la polvareda de la calle y cayó, la abracé, nadie venía antes a verla y ahora llorando descarados, solo querían sacarles cosas , después llego un hombre vestido de negro. Doña Teresa me dejó su pensión, y los ahorros a Rosa ahora éramos heredera. Dejé a Rosa a cargo de la pensión y yo seguí con mis diseños, ya no quería seguir igual.

Ahora el departamento y tener mi trabajo que era demandante, pero eso me mantenía ocupado. Cuando hablaba con Rosa por teléfono y le decía que pronto iba a ir, pero siempre terminaba haciendo mis trabajos.

"No hay nada que hacerle, tienes alma de puta de conventillo". Decía Amaya cada vez que llegaba con mis libretos.

"Déjalos en su mundo." Decía Paulina

"Van a joderte la vida. Vos sos Anmary Sánchez la mujer del año, la diseñadora que triunfará y te tienen envidia". Me dijo Tálice él era un hombre encantador, pero mi corazón se aferraba a Massimo.

En mi trabajo la suerte seguía. Día a día, semana, semana, mi nombre era más conocido. como André, ese nombre me llevó hasta esto, pero en realidad soy Anmary.

Rosa

Sin mucamo de la pensión desde hacía, todo mi pequeña Elisabeth estaba siempre en su corralito, atendía las llamadas y por el largo pasillo gritaba de manera que todo el mundo la oyeran el GordoFrederick y Roberto, quiénes venían, ayudarla: "Rosa, esta Anmary?! ¡De parte del señor Mentastil ¡Al teid fono la señora Zully Moreno! ¡Es urgente! ¡La señora Valentina pide los dibujos!"

"Enseguida le comunico, con Anmary" dijo Rosa, cortó al instante llamo a Anmary y luego recordó que Tálice seguro podría comunicarla con Anmary.

Tálice agregaba por lo bajo: "Menos puteríos y más trabajo, Amaya". decía cuando escuchó el teléfono... Otra vez sonaba el teléfono y Juancito volvía a gritar: "¡La señorita Anmary, jode ahora! ¡Cómo jode! ¡Dios mío! Estos chiflados se levantan al mediodía y se prenden al teléfono! ¡Me quedan seis piezas por hacer! ¡Te vas a tener que poner una secretaria, Anmary!!

"El señor Bayón Herrera, la señora Paulina Singerman. el señor Tálice, el señor Boucher. ¡Y ahora Lumiton, la Galvé, Valentina, Silvana Roth! ¡Quién te iba a decir, Juancito, se decía, hablando consigo mismo, que de viejo te ibas a codear con todas esas estrellas!

El Gordo Frederick, y Roberto se quedaron en la pensión, mientras que Rosa, vino a ayudarme con mi loock, hoy nos reunirnos con gente famosa.

Tálice le daba mucho trabajo. Él no podía entender que no fuera a ensayar, que no le interesara la publicidad. De pronto le decía: "¡Vos vas a terminar, siendo muy importante, por el esfuerzo que haces!" El productor siempre vio el talento de Anmary, se enamoró de ella él ya tenía 30 años y no había novia.

"Deberías ser mucamo de acá ayudando en la pensión a Rosa!" Decía el gordo Frederick

"¡Toda la culpa la tiene ese Gordo! Que te hace salir todas las noches!" Decía Roberto enojado. Pero Roberto adoraba y vivía pendiente de Rosa y Elizabeth.

"¿Dale Roberto, estás enamorado? Hace años que me di cuenta de tu interés por Rosa" Decía el gordo Frederick.

"Gordo!" Advirtió Roberto

"Rosa, jamás pensé que iba a estar en esta posición, y te aseguro que nadie le iba a creer que Anmary tan inocente y usada por todos hoy estaría bien en Buenos Aires. Sin querer había creado una nueva profesión.

Anmary vivía elogiada y salía en todos los diarios y revistas. Tenía mi puesto de maestro en Martínez porque consideraba que me daba una seguridad económica. Pero no podía seguir viviendo en aquel apartamento, en el centro así que sé consiguió otro, más cerca de su trabajo, pero más lejos de la pensión donde estaba su amiga Rosa y los demás.

Anmary

No sé si el exceso de trabajo y de ambiciones o de verdades que comenzaban a crecer era lo que cambiaba mi carácter. Ahora era agria, histérica. El éxito me cambió. Quería tener de todo. No soportaba la crítica. Si algún periodista, o alguna experta en modas decía algo que no me gustaba, los insultaba olímpicamente en cualquier parte.

Por aquellos días fui estrella absoluta en un programa radial que se transmitía en cadena por todo el país. Duró tres años. El primero, en Radio Belgrano; el segundo, en El Mundo y por último en Espléndida. Hablaba de modas. Dialogaba con estrellas. Era un elenco de figuras hoy muy conocidos. Cada audición era un suplicio para todos. Mis desplantes cada día eran más arbitrarios. Una noche hice desalojar el auditorio de Radio Belgrano porque mi contrato establecía "audiciones en estudios privados". Otra noche le grité al locutor porque pronunció mal mi nombre.

Me sentía triste, desde aquella llamada todo se desmoronó, estaba en una época de histeria y de vanidad Tálice se había convertido en mi sombra. Nunca llegué a entenderlo. Era un hombre joven muy elegante. Tenía una brillante posición. Acababa de divorciarse. Me acompañaba a todas partes soportando mis depresiones, mis inesperados cambios de humor. Me esperaba horas y horas donde yo estuviera. Llegó hasta a alquilar una habitación, en ni misma casa aunque tenía su espléndido departamento. Su asiduidad me exasperaba. Su afán de ayudarme, me molestaba. Cuando de noche yo me reunía con un grupo de actores, actrices y pintores jóvenes, él me esperaba horas y horas en su coche. Para aquellos compañeros, que luchaban denodadamente por abrirse camino, mi éxito y sobre todo, aquel incondicional amigo, eran un misterio, un misterio que les llevaba horas y horas de comentarios cuando me iba con mis poses y mis desplantes. Él me ayudó a buscar la casa para terminar con mis alquileres , a elegir los muebles, cada día era más atento y yo solo me encerraba, mi depresión era notorio y Rosa se preocupaba junto a lo demás venían pero me estaba perdiendo hasta que un día vi en televisión, algo que hizo darme cuenta de que sufría por alguien que ni siquiera sabía valorarme.

"Famoso actor y modelo Massimo Russo se compromete con Vitoria de Lucas la modelo del año"

Mis lágrimas salían:" Maldito cobarde". Dije llorando como una niña y Tálice se me acercó y abrazo viendo la imagen en el televisor.

Continuará...

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