...ALINA...
Después de haber sido obligada a bailar casi desnuda en frente de tanto hombre, morboso y enfermo, no volví a pisar el escenario, pero tampoco pude salir, estaba encerrada en esa habitación y con el derecho de comer una sola vez al día.
Hasta que una tarde entró Aníbal por esa puerta, abrió el armario sacando una de esas pijamas de encaje, sabía perfectamente para qué se usaban y solo me rehúse, pero fue la peor cosa que pude haber hecho.
Me tomó del cabello aventándome a la cama e hizo lo inevitable, pero cuando terminó saco su arma y la metió a mi boca jalando el gatillo haciendo solo un pequeño sonido porque no traía municiones en su interior, pero aun así la sangre de mi cuerpo me abandono por completo y solo me abofeteo hasta gritarme que era el primer llamado a mi desobediencia.
Suspire con pesar limpiando mis lágrimas e hice lo que me pidió, después de asearme me puse ese diminuto vestido de encaje, me senté sobre las sabanas y no pasó mucho tiempo cuando entró por esa puerta un hombre alto, rubio de ojos oscuros muy profundos.
Sin decir una sola palabra, me hizo señas me quedé por un momento inmóvil hasta que recordé de lo que era capaz Aníbal, asi que me levante de la cama acercándome a él.
Me tomó del cuello y solo me beso, no sabía que hacer mi mente estaba bloqueada, cuando se separó de mí solo sonrió.
- tranquila, estarás bien- solo lo seguía observando cuando me quito mi ropa.
Mi mente voló de inmediato imaginándose todos los posibles y desgarradores escenarios en la que pudiera ser sometida, pero de una maleta que traía con el, saco cosas como para pintar.
Se sentó acomodo sus pinturas y me hizo señas para qué me sentará en sus piernas así desnuda, beso mi clavícula, suspiro y comenzó a trazar líneas con el pincel sobre el lienzo.
Lo que duró pintando solo me pedía que lo acariciara y él solo me llenaba de pintura, cuando termino me cargo hasta tenerme contra la pared y me beso apasionadamente, al separarse me volvió a sonreír, me bajo y él fue a recoger sus cosas.
Yo solo estaba parada observándolo, de su maleta saco una bolsa y de su interior sacó una pequeña bata color morado y me la puso, beso mi cuello hasta que solo me susurro.
- cada que venga quiero verte solo con esta bata- asentí y volvió a sonreír- me anunciaré como K, adiós, preciosa.
Beso, mis labios y se fue de la habitación, él venía tres veces a la semana y hacía lo mismo, me desnudaba, me sentaba en sus piernas mientras él hacía un nuevo cuadro.
Al día siguiente en la que me había visitado K, entró por esa puerta un señor de edad y también traía consigo una pequeña bolsa, solo me observaba saco una prenda de esa bolsa y eran vestidos de muñeca.
Me ordenó que me lo pusiera y me pidió una pose en específico y así dure inmóvil por una larga hora mientras lo veía tocarse, era enfermo, pero agradecía que nadie quisiera algo más.
Pero esa misma noche no pude salir victoriosa, porque al no llenar la cuota de horas como decía Aníbal, llevo a alguien más, pero para ser más clara eran unos gemelos.
Cuando entraron no me dieron tiempo de haberme quitado el vestido de muñeca, llegaron como un huracán, mientras uno me sometía el otro solo observaba, cambiaban de roles, pero al ver que no emitía sonido alguno la ira los invadió y entre los dos me golpearon.
Pero no terminó mi calvario ahí, al entrar Aníbal pude conocer el infierno en sus propias manos, por fortuna o desgracia tenía que estar cinco días sin generarle ganancia, hasta que me recuperara bien de las marcas en mi piel.
Sin embargo, no pasaron ni tres días cuando un hombre de cabello negro profundo entró por la puerta, tenía miedo de lo que su enferma cabeza de ese hombre quisiera hacerme.
Él solo se acercó me quito la sabana que me cubría se sentó en la orilla de la cama, acaricio mis piernas hasta llegar a mis pies, los cuales masajeo, levanto mis pies llevándoselos hasta su nariz y solo los olía.
Era extraño eso que hacía, pero estaba atenta a cada movimiento de él, beso cada uno de mis dedos hasta pasar su lengua por mi piel y antes de que terminará su tiempo, me puso esmalte en mis uñas.
Se levantó, beso mi frente y solo salió de la habitación, aún no podía procesar lo que había visto.
El tiempo siguió avanzando, en donde dentro de esa habitación eran días buenos y otros muy malos, pero para el tiempo que llevaba encerrada lamentablemente ya me estaba acostumbrando a este tipo de vida, que no sé si en realidad me tocaba vivirla, pero mi suerte nunca estuvo de mi lado desde que llegué a este mundo.
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Comments
Socorro Ramirez
qué fuerte es tu vida .muy cruel. pronto llegará tu príncipe y saldrás victoriosa. y porque no,, podrás vengarte de los que te maltrataron
2024-11-27
1
GiovannaXchelMayaCejudo
que pinche vida tan ojete le tocó a esa niña...
no cabe duda que el infierno está vacío y aquí en la tierra es donde habitan los más crueles demonios...
2024-11-20
1
Oscarlina Florian
Jesús bendito que difícil le ha tocado a esta niña, espero que encuentre a alguien que pueda salvarla
2024-11-05
1