12.- Una muerte lenta.

...ALINA...

Al despertarme me di cuenta que Dorian ya no estaba a mi lado, me levante con dolor de cabeza, me fui directo al baño, dándome una muy larga ducha, al salir me puse cualquier cosa aún tenía mis sentimientos bastante removidos.

Abrí la puerta y venía Tahis a mi dirección quien me abrazo fuertemente hasta que nos separamos.

- Tahis, ¿has visto a Dorian?- ella asintió tomándome de la mano hasta llevarme a su habitación.

- no sé si hago mal en decirte, pero entre nosotros no abra secretos- asentí sentándome en su cama- Dorian fue a Londres.

- ¡que!, pero, pero, puede pasarle algo, Tahis tengo miedo- ella sonríe, abrazándome sobando mi brazo.

- créeme no hay nada que temer Ali, aquí el que tendrá miedo es ese maldito, porque se le aparecerá el Diablo en persona- asentí aún con mi preocupación por él, solo espero que regrese con bien.

Me quede en silencio perdiéndome en mis pensamientos sabía perfectamente a que se refería del Diablo y la aparición, era más que lógico que él al saber mi historia tomaría cartas en el asunto, no me hace feliz, pero muy en el fondo de mí tenía la vaga esperanza que alguien me hiciera justicia, suspire hasta girar dándome cuenta que Tahis solo me observaba.

- y, ¿dónde están, Dan y Lenin?- asintió tomando mi mano para levantarnos.

- ellos fueron hacer lo mismo que Dorian, Ali salgamos tengo hambre- asentí caminando tras ella.

Con lo último que dijo, no necesito decirme más detalles sabía por quienes iban, no sé si estará bien o no, pero tampoco interferiré en sus decisiones sanguinarias, porque sé que ese será el resultado de todo esto.

Pasamos el resto del día fuera, bajo la protección de Kaleb, Marzel, Rob y Gil uno de los hombres de Dorian, uniéndose a las filas de los hombres con cara de asesinos al cuidado de dos mujeres.

A pesar de que estaba junto a Tahis pasando el rato, no dejaba de pensar en ellos, me dolería si algo les llegara a pasar, solo ruego a Dios que termine pronto esta cacería y podamos estar juntos como siempre.

...DORIAN...

Al aterrizar de inmediato bajé y estaba una camioneta esperándome, sabía que era uno de mis socios esa era la ventaja de tener buenas amistades aquí en Londres, porque sería fácil moverme para ir tras ese hijo de puta.

Mis hombres de inmediato inspeccionaron el perímetro hasta subir a la camioneta, sabíamos la ubicación exacta, no tenía ganas de que siguiera libre un segundo más, así que iríamos por él, íbamos a toda velocidad hasta que llegamos al club.

Al bajar mi sangre aumentaba su velocidad en mi torrente, porque solo con ver este sitio no podía ni imaginarme todo el calvario que vivió mi princesa, teníamos listo todo, de la camioneta tome una bomba de gas, al momento de aventarla se escuchaban gritos, mis hombres tenían rodeado el lugar, entramos y dispare al techo, la música se detuvo, las mujeres estaban asustadas y los hombres sorprendidos, volví a disparar al techo.

- ¡Aníbal!, sal hijo de puta- las mujeres gritaban y mis hombres sometían a uno que otro valentonado, hasta que escuché una voz provenir de la parte de arriba.

- lamentarán haber irrumpido en mi club- solo me reí caminando hacia donde estaba.

- el único que lamentará haber nacido eres tú- el saco un arma apuntándome.- eres un hijo de perra.

Gire hacia unos de mis hombres y solo asintió, ahora que no había ninguna mujer dentro del club, comenzaron los disparos, le dispare a ese perro, corrí hasta subir a la segunda planta, había rastro de sangre sabía que había sido certero, siguiendo el rastro sin bajar la guardia.

Cuando me salto cayendo sobre mí, me tenía por el cuello forceje hasta zafarme, con mi pie lo pude derribar al piso de inmediato saque mi pistola apuntándole a la cabeza.

- ahora reza por tu vida, hijo de puta- escuché pasos venir a mi dirección y con rapidez dispare a esa dirección, regrese mi arma en donde tenía a ese puerco restregándole en la mejilla el cañón caliente- ahora me perteneces perra.

Le di un cachazo desmayándose con rapidez, les di la orden a mis hombres que lo ataran y lo llevarán a la camioneta, al bajar las escaleras unos de mis hombres me habló.

- patrón tiene que ver esto- asentí caminando hacia él.

Eran unos pasillos con bastantes puertas, abrimos una a una, viendo a mujeres casi desnudas recordando lo que dijo mi pequeña, seguí abriendo las habitaciones, pero una en especial me hizo detenerme a buscar en ella, encontrando un cuadro, al darme cuenta que era ella completamente desnuda, me enfurecí rompiendo ese asqueroso cuadro, salí de ese repugnante lugar, dando la orden de irnos de este lugar, tenía en mis manos al responsable de una parte de su sufrimiento.

Subimos al Jet, veía a ese hijo de puta ahí sentado y mi ira crecía, ya quería llegar para comenzar con su sufrimiento, conté cada puto segundo para llegar a Irlanda, cuando por fin habíamos aterrizado lo agarré del saco obligándolo a caminar, aventándolo por la escalerilla, mis hombres bajaron de inmediato tomándolo de los pies arrastrándolo por el asfalto hasta llegar a las camionetas.

Todo el camino fue gritando, mi paciencia se acordaba cada vez más, tome un cuchillo clavándoselo en el costado, al llegar a la bodega, mis hombres se encargaron en llevarlo al patio, al entrar estaba colgando de una cadena tal cual se los pedí.

Me acerqué rodeándolo poco a poco, siempre me ha gustado intimidar a mi presa y con él no sería la excepción, hasta que por sorpresa lo golpee por la espalda escuchándolo quejarse.

- ¿por qué gritas?, ¿a caso eres una perra?- solo gritaba intentando hablar, me acerqué quitándole la mordaza.

- te arrepentirás, mi jefe vendrá por ti imbécil- solo negué, acomodando los bóxers entre mis dedos, dándole el primer golpe.

- ¿estás seguro?, porque tengo entendido que tu patrón te entrego a mí- le di otro golpe sacándole sangre de la boca- ¿sabes por qué estás aquí?- no contestaba y le di dos puñetazos rompiéndole la nariz- te metiste con quien no debías, ¿sabes?, así que disfrutaré todo lo que tengo planeado hacerte.

- no sé de qué hablas imbécil, si es por una mujer e tenido a tantas putas sobre mi cama que e perdido la cuenta- al escucharlo me enfurecí, camine a su alrededor sujetándolo por el cuello.

- no me importa tu asquerosa vida, esta será una hermosa venganza- tomé un bate de acero golpeando con fuerza en las costillas- esto es por Alina.

Seguí golpeando sus costillas con el bate, hasta aventarlo, lo tomé por la quijada ejerciendo fuerza.

- y esto también es por la madre de Lenin,- con mi puño cerrado lo golpeé en su entrepierna, gritando de dolor,- sabes, me encanta cuando las perras como tú gritan.

Tome un pequeño pero muy afilado cuchillo, enterrándolo en su muslo girándolo para hacer más grande la herida, sus gritos estaban a un paso para la súplica, lo volví a enterrar en la espalda ejerciendo fuerza para dejar una perfecta línea teñida en toda la extensión de su espalda.

Dure por largas horas, haciéndolo sufrir, imploraba la muerte, pero él no merecía morir tan rápido, mi sed de venganza aún persistía y hasta que me saciará terminaría su maravilloso calvario, pero dudo en saciar mi sed.

Conforme pasaban las horas su rostro ya era irreconocible, ya no era ese hijo de puta altanero que se atrevió a amenazarme, solo quedaba un cuerpo, pero aunque ya no emitiera sonido seguiría hasta que por si solo su asquerosa vida se extinguiera.

Hasta que ya no aguanto más, solo lo escuché exhalar y solo se fue, limpie el vidrio de mi reloj fijándome en la hora, decepcionándome no pudo aguantar más de veinticuatro horas, tome la ametralladora y vacié todas las municiones sobre su cuerpo, tome el balde aventando el líquido sobre él, prendí un fósforo, y el lugar se iluminó.

Salí de la bodega, me sentía cansado y solo me fui a mi casa necesitaba descansar un poco, para poder ir a ver a mi princesa, pero una llamada me hizo salir directo a Alemania.

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