Capitulo 10: Adán

Adán abrió los ojos luego de varias horas y lo primero que vio fue: una niña de cabello verde, una piel blanca, un vestido largo blanco y la corona que el minotauro había dejado caer.

La niña se encontraba inconsciente en el suelo, aún respiraba, pero era una respiración bastante débil —vaya, pensé que te habías muerto —una voz resonó detrás de Adán.

Adán por instinto se levantó dando un salto lo más lejos posible del lugar proveniente del sonido y poniéndose en posición de defensa, pero al ver dicho sitio, un escalofrío recorrió su espalda —¿Qué eres? —pregunto ingenuo.

El fantasma de un humano se encontraba flotando ahí mismo, todo su ser estaba rodeado de un aura gris, su cabello era corto, vestía una toga que cubría casi todo su cuerpo y su mirar era tan frío como piadoso —una persona, se podría decir, aunque para personas como tú soy un fantasma —respondió con una sonrisa en su rostro.

Adán lo miro con enfado —no te hagas el chistoso, sabes bien a lo que me refiero, ¿Qué eres con exactitud? Los fantasmas no se manifiestan con tanta facilidad.

La sonrisa del ente se fue desvaneciendo de a poco, empezó descender al suelo lento y de un chasquido cambio su ropa, la toga se volvió: una camisa azul de cuello, unos pantalones de mezclilla negros y un par de tenis.

El ente se empezó a acercar a Adán mientras su cuerpo comenzaba a tomar un color más vivo, sus ojos mostraban peligro en su brillo gris —sabes demasiado para apenas haber comenzado la prueba de esta época, la pregunta debería hacértela yo, ¿Cómo sabes tanto?

El ente lo dijo de forma tan imponente que se sintió como si el peso de un yunque hubiera caído sobre Adán, pero, él no es una persona que le tenga miedo a algo tan simple, después de todo, incluso cuando tuvo la muerte enfrente suya, siguió maldiciéndola y con eso en mente dijo —es de imbéciles responder con una pregunta a otra.

Esas palabras salieron con tanto egocentrismo que el ente rio un poco —ya veo, no eres alguien fácil de lidiar, comprendo.

Una vez dicho eso, el ente empezó a acercar su mano al pecho de Adán «¡Mano fantasma!», ese pensamiento resonó en su cabeza en forma de alarma.

Adán saltó lo más lejos posible del ente —incluso conoces esta habilidad, no eres alguien normal, me queda claro, aunque eso lo debí haber imaginado cuando mataste al minotauro de un solo tajo y también cuando mencionaste sobre la corona del rey, te vuelvo a hacer la pregunta, ¿Quién eres?

Esto empezó a preocupar a Adán, «en ningún momento mencionaron sobre fantasmas en esta cueva y mucho menos ha habido uno justo después del jefe, esta variable está demasiado fuera de lugar»

—Creo que no me queda otra opción, soy un cazafantasma experto y tal parece esas habilidades también me sirvieron con los monstruos que empezaron a aparecer, así que no tienes que temer…

—En ese caso, ¿Por qué llevabas un slime de mascota? Las personas de tu oficio no perdonarían fantasma alguno y mucho menos a un monstruo—exclamo el ente con una mirada fría.

«Me había olvidado por completo del slime, tal vez me pueda librar si le dijo que soy un cazafantasma renegado… no, eso no servirá, este fantasma es bastante listo como para tragárselo»

Adán dejó salir un leve suspiro y dijo —bien, soy alguien que planea evitar la amenaza que presentan los buscadores para nosotros, por eso estoy tomando riesgos a cómo puedo, los videojuegos y las series de este estilo son una referencia para mí.

«Más ridículo no pude haberme escuchado, pero debería ser suficiente» pensó con un poco de vergüenza.

El ente rio ante esto —vaya, quieres hacerte el héroe… —una vez que la risa paso la seriedad en su rostro se hizo visible —sé a la perfección que eso no es lo que eres, tienes demasiado conocimiento, pero hay algo de verdad en tus palabras, así que lo aceptaré.

Eso alivio a Adán —en ese caso, es tu turno de decirme ¿Qué eres?

El ente sonrió con malicia —fácil soy el dueño de esa mochila, vine a ver quién la había conseguido —respondió.

Esa respuesta irritó a Adán —sabes que esa no es la verdad, un fantasma no es capaz de manifestarse por cosas tan simples.

El ente sonrió de forma maliciosa y dijo burlándose —tienes razón, creo que moldee un poco la respuesta también, pero, yo no soy como tú…

La voz del ente se volvió seria e intimidante —es cierto que la mochila es mía, pero vine porque sentí un vínculo con su nuevo portador y mira nada más a quien encuentro con ella, si es nada más y nada menos, mi descendiente.

Esa respuesta dejo helado a Adán —entonces, ¿Quién eres?

—Me han llamado de muchas formas con el pasar del tiempo, pero: mi nombre es Adán, él mata dioses y el primer humano en muchos sitios existentes.

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