Capitulo 2: Afiches

Tres días han pasado desde que Adán volvió a su infancia, estos días se ha estado acostumbrando a su viejo cuerpo, que a pesar de ser el suyo, el cambio que tuvo de esta época a ser el último humano fue de gran magnitud, así que se le hace un poco extraño el moverse con su viejo cuerpo, todos sus instintos siguen igual, pero la reacción del cuerpo es mal lenta.

A pesar de que su cultivo secreto no empezara a brotar todavía, Adán sabía que habían aceptado el lugar para empezar a crecer, así que lo único preocupante es que no la encuentre nadie.

Adán empezó a escribir de a pocos todos sus recuerdos de su vida anterior, toda la información que fue capaz de recabar y eventos de quiebre que sucedieron en una libreta para que no se le olvide nada en el momento más crucial, al final termino ocupando más de una sola libreta, le sorprendió que fue capaz de recordar la gran mayoría de eventos con sumo detalle.

Toda la planeación básica está hecha, ahora solo es cuestión de conseguir lo necesario, «necesito adaptar mi cuerpo, conseguir materiales básicos para la exploración y el único que fue capaz de seguirme los pasos en mi vida pasada, Sebastián» enlisto todo en su cabeza mientras guardaba algunas cosas en una mochila.

Tras terminar de guardar todo lo se colocó la mochila y se encaminó a salir de su habitación, afuera de esta estaban sus amigos, «la mayoría de ellos morirá luego del cambio abrupto que sucederá en la sociedad cuando el cielo hable, otros fueron una carne más para mí y muy pocos fueron capturados por los buscadores» recordaba Adán mientras veía a cada uno de sus amigos.

Adán planeaba acercarse y de alguna manera llevarse a Sebastián, pero cuando estaba cerca de ellos, la hermana María llego con su sonrisa llena de bondad —hola chicos ¿Cómo amanecieron hoy? —pregunto mientras acariciaba la cabeza de los más pequeños.

«Con ella ahí no puedo hacer nada, ella es demasiada recta, si sabe que planeo llevarme a Sebastián, se lo comentara a la madre y hay si estaré en problemas» pensó Adán mientras intentaba recordar algo de ella en su vida pasada.

—Estamos de maravilla hermana María —esas palabras salieron de la boca de todos al mismo tiempo, incluso parecía que lo habían practicado, se notaba que querían llamar su atención.

Adán pasó de ellos yendo directo hacia afuera del orfanato —oigan, ¿Qué le pasa Adán? Pareciera que es más cortante con todos —pregunto la hermana María a los chicos.

—De seguro fue el pelotazo que le dieron hace poco, de seguro se le movió su cerebro —exclamo Ismael mientras se burlaba.

—Espero que no sea eso, él me dijo que estaba bien, tal vez debería seguir insistiendo —menciono María un poco preocupada por el niño.

Sebastián se estiró un poco y empezó a irse —ya me encargo yo de averiguar qué es lo que le pasa, de seguro ustedes solo lo empeoraran —dijo mientras se marchaba.

Sebastián al cruzar la puerta empezó a pensar en todos los lugares a los que recurría, pero no fue necesario, a lo lejos se le podía apreciar sentado en la banqueta de la calle mientras ojeaba lo que parecían ser panfletos «¿Qué estará haciendo?», se preguntaba mientras se comenzaba a acercar.

«Ya veo, aún sigue teniendo esa misma amabilidad que tanto le caracterizaba en mi otra vida, lo siento Sebastián, pero me veo en la obligación de hacerte olvidar gran parte de tu amabilidad, espero que me perdones algún día» se disculpaba Adán mientras Sebastián se acercaba.

—Hey Adán, ¿Qué haces? —pregunto Sebastián intentando ver el contenido de los papeles.

Resulto que lo que tenía en la mano no eran panfletos, sino que eran afiches de búsquedas de algunos criminales, tal parece estos eran tan peligrosos que incluso daban una cuantiosa recompensa por su captura, esto lo único que hizo fue aumentar la curiosidad de Sebastián.

Adán sin dejar de ojear los afiches le respondió —oye Sebastián, te voy a hacer una pregunta ¿Qué serias capaz de hacer si alguien amenaza a tus seres queridos?

Esta pregunta tomo con la guardia baja a Sebastián, luego de pensarla de forma detenida solo dio una respuesta simple —protegerlos, claro está…

Sin dejarlo descansar, Adán pregunto de nuevo —¿Serias capaz de protegerlos, incluso si la amenaza se trata ellos? —tras decir eso Adán dejo caer ciertos afiches seleccionados.

Estos afiches tenían asesinos de niños bastante conocidos, varios de ellos aún están sin encarcelar, en algunos de ellos decía la última ubicación en la que fue visto, tal parece uno de estos está bastante cerca de ellos, Sebastián un poco preocupado intento formular una respuesta —yo…

Sin dejarlo responder, Adán lo interrumpió —la fuerza no es una opción para nosotros, somos bastante débiles, solo podríamos obedecer y esperar que no nos hagan daño, es posible que ellos lleven pistolas consigo —menciono Adán «Las pistolas aún son peligrosas en este tiempo».

Sebastián se quedó petrificado ante tales palabras que salían de su boca, no podía creer que aquel amigo tan risueño que tuvo cambiara de forma tan drástica por un solo golpe de pelota, era algo que no podía creer —¿Qué te hizo pensar eso? —pregunto intentando encontrar una respuesta clara.

Con un tono inexpresivo, Adán contesto —parece que ya se te olvido, desde hace mucho que Carlitos no está aquí ¿Qué crees que le sucedió? —tan pronto término de decirlo, la vista de Sebastián cayó en los afiches «Carlitos fue el primer asesinado de todos los niños del orfanato… creo que fue lo mejor, no me gustaría que vieran lo que les paso después».

—Si lo que dices es cierto, significaría que Carlitos ya murió y yo no creo que él esté muerto, aún sigue ahí afuera, intentando volver con nosotros —exclamo Sebastián con la voz quebrada.

Adán dejó salir un leve suspiro y dijo —digamos que tienes razón, pero eso no quita el hecho de que ellos estén ahí afuera, ¿Qué planeas hacer si alguna vez ellos llegaran a venir?

—Pues… no sé, quizás algunas trampas puedan ayudarnos —respondió con duda.

Adán se levantó de su asiento y con un semblante serio hablo —ellos están por venir, sería mejor que comenzaras a poner esas trampas si planeas ayudarlos.

Tras decir eso, Adán se marchó dejando a Sebastián paralizado ante tal declaración «¿Qué acaba de pasar?, tal vez solo fue una broma, pero… ¿Y si no lo fuera?, ¿Qué haré si ellos en realidad planean venir?», este pensamiento rondo varias veces por su cabeza.

Adán ya había llegado a su habitación y había comenzado con su rutina de ejercicio, según él era la forma más eficiente que podía hacer en ese tiempo para poder asegurarse que su cuerpo sería capaz de aguantar el que cambio brutal que se avecinaba, cuando de repente el pomo de su habitación comenzó a girar, ya sabía quién era.

Sebastián entró a la habitación con una cara llena de seriedad tras darse cuenta de lo que Adán había dicho —¿Cómo sabes que ellos vendrán?

Adán dejó de hacer ejercicio y tras secarse el sudor con una franela respondió —yo fui capaz de escucharlos el mismo día que recibí el golpe con el balón, ese día tuve que adentrarme a la ciudad y los oí por casualidad, por eso estaba revisando los afiches, para asegurarme que eran ellos —exclamo, «por más mentira que sea esta tiene algo de verdad, ellos vendrán dentro de poco»

—En ese caso deberíamos decírselo a los oficiales —añadió Sebastián.

—Sabes bien lo importantes que somos con ellos, no nos ayudaran, solo podemos confiar en nosotros mismos en estos momentos —menciono Adán.

Sebastián sabía bien la relación que el orfanato tenía con la policía, pero también sabía que no eran capaces de hacer nada para detenerlos —en ese caso ¿Qué podemos hacer?

Adán lo miro con una sonrisa de malicia y dijo —no entiendo por qué me lo preguntas mi, ni que tuviera algo planeado.

Sebastián dejó salir una sonrisa nerviosa y respondió —claro que lo tienes, no por nada has empezado a hacer tantas cosas diferentes desde ese día, ¿Me equivoco?

Adán le dio una sonrisa —quien lo diría, fuiste capaz de darte cuenta, tienes razón, tengo un plan, pero de primera mano necesitaras más cuerpo, deberás ser capaz de seguirme el paso en los ejercicios para luego empezar a mover los objetos para las trampas, ¿Serás capaz de seguirme el paso?

Sebastián al oír esto sintió cierto alivio y con egocéntrica en sus palabras respondió —pareciera, que no sabes con quién estás hablando, seguiré tu ritmo e incluso lo haré mejor que tú.

Esto hizo que Adán soltara una leve risa —si ese es el caso, comenzaremos ya, intenta seguirme.

Tras decir eso, ambos comenzaron a hacer ejercicio para ser capaces de detener lo que se cierne sobre ellos.

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