—... Por eso Loïc y el abuelo Duncan deberán ir con nuestro padre, mientras que el tío Ansel se hará cargo del ejército fronterizo, y Asim de nuestro ejército privado —dice Liam, después de haberles contado todo lo que había sucedido en ese par de horas separados.
—… Y tú —continúa, apoyando sus manos sobre los hombros de Ada—, deberás ayudar a Stela con los asuntos finales del evento. En ausencia del Patriarca, nuestro hogar quedará bajo tu mando pequeña.
—Estoy seguro de que él viaje será peligroso, ¿se podrán proteger solo ustedes dos? —les pregunta Loïc, aún preocupado por la seguridad de ambos.
—Puedes quedarte tranquilo —le responde Liam en un tono calmo, reposando una de sus manos sobre la cabeza de su hermano con total naturalidad, como si ya se le hubiera pasado el enojo previo.
—... El Consejo elaboró un plan de contingencia, en caso de que Alec decidiera volver.
—¿De verdad? ¿Cuál?—pregunta el nuevo Heredero, sorprendido por la eficacia.
—Tradicionalmente, todos aquellos que vienen a la Tercer Primavera a exponer o vender sus trabajos en las ferias, se van al amanecer del séptimo día apenas abren las puertas. Por lo general el último día se trata de limpieza y reorganización, culminando con la cena exclusiva para clanes y sectas nativos de Tobelius, y debido a ello optan por irse junto a los demás visitantes. Haciendo uso de esta vuelta a casa masiva, nos iremos disfrazados entre el gentío.
—Un simple disfraz no será suficiente para mantenerlos a salvo—expone Loïc.
—Puedes estar tranquilo, aparte del escuadrón bajo mi mando, nuestro padre asignó a cuatro de sus mejores hombres. El número no puede ser mayor, necesitamos mantener la discreción a todo momento. Nadie se puede enterar que escoltamos a un Príncipe de Aurum, porque ni siquiera se le informó a nuestro Emperador.
—Liam, la seguridad nunca está de más… Deberías llevar a los Necare contigo, aunque puede que solo quiera ir uno o dos, tú sabes de lo que son capaces cada uno de ellos.
—Un momento, ¿mi opinión no cuenta aquí? Y... ¿Necare? ¿Qué es un Necare? —interrumpe a Alec, quien se mantuvo a un lado escuchando con atención toda la conversación, esperando a que le preguntaran qué pensaba al respecto.
—Si el Consejo lo decidió, entonces no, tu opinión no cuenta para nada… —le responde Loïc refunfuñando.
—Vamos Loïc, sabes que siempre toman la mejor decisión posible —dice Ada, tratando de apaciguar a su hermano menor.
—... Necare es el nombre que recibe un ejército secreto, el cual se dedica a proteger el Clan al que pertenecía nuestra madre. Un pequeño pelotón de ellos la siguió hasta aquí cuando se casó con nuestro padre, y desde que ella murió nos protegen en silencio desde las sombras… Nadie de esta familia conoce de su existencia más que nosotros tres, si ahora lo menciono frente a ti, es por que considero que eres uno de nosotros. Alec…, eres un verdadero hermano para mi, al igual que Liam y Loïc —le dice Ada, lo cual equivale a tirar un balde de agua fría sobre él.
Puede que se escuche como algo bueno, y de hecho, el ser considerado parte de su familia lo hacía bastante feliz en un principio, pero de alguna manera eso ya no lo llenaba. Alec se volvió ambicioso para con la pequeña, el deseaba profundamente ser mucho más, pero con el énfasis que puso Ada al señalar que él es igual que Liam y Loïc para ella, le queda más que claro que la hija de Kane no tiene ningún otro sentimiento romántico para el joven Príncipe.
—Creo que es hora —les anuncia Liam tras mirar la entrada, y luego palmea la espalda de su amigo ayudando a que vuelva en sí.
—... Nos iremos directo a las puertas de la ciudad, ustedes vuelvan a descansar. Recuerden que aún deben encargarse de la seguridad y de la cena clausura —le dice a sus hermanos, mientras él y Alec alistan sus caballos.
—¿Y los Necare? ¿Los dejarás ir contigo? —insiste Ada, con el fin de sentirse un poco más a gusto sabiendo que los acompañan.
—Si ellos así lo quieren, adelante —responde Liam, apunto de subirse—. Pero no te hagas falsas ilusiones Princesa —le aclara a su hermana, tras verla sonreír felizmente por su aceptación—, recuerda que la prioridad de ellos es tu seguridad y la de Loïc.
—... Tendremos que despedirnos aquí, traten de no causar problemas, ¡En especial tú! —le dice a su hermano menor en un tono burlesco, mirando hacia él y a Ada, deseoso de reunirse con ellos nuevamente.
—¡¿Qué hice ahora?! —replica el pequeño Saltamontes, a lo que Liam solo le sonríe.
—Se nos hace tarde Alec —le advierte, y luego azota su caballo, el cual comienza a galopar a toda prisa.
Aún sin terminar de asimilar el rechazo de Ada, Alec la ve por última vez, aunque de reojo, dado que cree no tener el valor de hacerlo de frente. Una fracción de segundo después, el cual pareció ser eterno, imita a su amigo y se va detrás de él sin decir ni una palabra.
—¿No planea despedirse? —pregunta Loïc.
—Tal vez no pueda —suspira Ada, sintiendo culpa por haberlo lastimado.
—¡¡¡Cuida tu espalda en ese nuevo puesto Alec!!! ¡¡¡Vuelve pronto Liam!!! —grita a todo pulmón el pequeño Saltamontes.
“¡Mantente a salvo hermano!” se alcanza a escuchar levemente, al mismo tiempo que Liam sacude su brazo a lo lejos.
—Regresemos a casa Loïc... Si nos apuramos, quizás, aún podremos descansar una hora o dos antes de que comiencen a buscarnos —le dice Ada.
—Buena idea —asiente Loïc sonriendo, y luego le extiende su brazo para que se sujete de él al caminar por ese sector rocoso frente a ellos.
Tal y como se planeó, al llegar a la entrada de la ciudad, a Liam y a Alec los estaba esperando un pequeño y discreto convoy de carretas, llenas de diferentes mercaderías y rodeadas de soldados vestidos como escoltas. Incluso dos miembros de los Necare ya estaban camuflados entre ellos.
Los hermanos de Ada conocen bien la existencia de los Necare, y de su relación con ella, pero pese a ello aún no logran entender cómo es que se organizan, dónde es que viven, o al menos cómo es que se comunican con su hermana.
—Si tú no puedes volver, nosotros iremos a ti —le dice Liam a Alec, al notar la nostalgia con la que su viejo amigo mira el paisaje de la ciudad, la cual se va iluminando lentamente con los primeros rayos del sol en plena madrugada.
Pese a que se niega a admitirlo, el nuevo Príncipe Heredero de Aurum sabe bien que le es casi imposible volver pronto, o al menos no dentro de los diez o veinte años venideros.
En su corazón está seguro de que pasará mucho, pero mucho tiempo antes de que pueda volver a ver ese hermoso paisaje una vez más. Pero fuera lo que fuera que el destino tenga preparado para él, Alec se dice a sí mismo que cumplirá su deseo de regresar, a esta bella provincia que le dio tanta felicidad en tan pocos días, aunque fuera lo último que haga en su vida.
—Nos veremos de nuevo Tobelius —se despide sonriendo, y luego avanza junto a los demás, rumbo a una nueva aventura.
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