Capítulo 9: Una aventura inesperada

El mayor de los hermanos Aquila, nació y vivió sus primeros años junto a su madre biológica en la provincia de Liba al suroeste de Tobelius, cerca de la frontera con Carbo y Aurum, en donde la única separación que existe entre ellos es un denso y frondoso bosque.

Aquel día se adentró un poco más de lo de costumbre en el Bosque Escondido, persiguiendo un conejo con el fin de estrenar el arco y flechas obsequiados por Kane. En ello se encontró con un niño que estaba siendo perseguido por una fiera, y en son de ayudarlo terminaron completamente perdidos los dos.

Los pequeños de apenas ocho años aproximadamente, se la pasaron caminando casi toda la noche sin encontrar nada que les resultara familiar, mientras que el bosque comenzaba a verse aún más aterrador cada segundo.

—Creo que será mejor seguir mañana —le dijo Liam, asustado por unas sombras que aparecían más adelante.

Temblando del miedo, Alec solo asintió con su cabeza y lo siguió en busca de algún lugar donde pudieran refugiarse del frío nocturno.

—Aquí estaremos bien —señaló el pequeño Liam, apuntando hacia una especie de mini cueva formada por las raíces de un viejo árbol.

Sus panzas rugiendo de hambre no los dejaban dormir, y sin tener nada qué comer, ambos se distrajeron hablando sobre lo que estarían cenando si no se hubieran perdido, hasta que de la nada Liam le dijo que en ese momento se conformaría con un simple pedazo de pan, mientras que Alec acotó que un panqueque tarda menos en cocinarse.

Un par de horas después del amanecer, un señor mayor llamado Eden los encontró cuando salió a recoger algunas plantas medicinales entre otras cosas. Para cuando los niños se despertaron ya estaban en la casa escondida de su secta, recostados en una cama frente a una tibia hoguera.

—¿Quién eres tú? —le dijo Liam al anciano apenas lo vio entrar, apuntando hacia él con su tierno arco mientras resguardaba a su nuevo amigo.

Cautivado por su porte de guerrero y su actitud de protector, Eden los invitó a quedarse en su casa hasta que los disturbios de la época terminaran. A cambio de comida y un lugar donde dormir, lo único que les pidió fue que Liam aprendiera correctamente las técnicas de su secta, de la cual él era el último sobreviviente.

Aquellos años la codicia de los nobles por la recolección del oro en Aurum estaba en auge, y debido a ello se dieron la libertad de tomar esclavos por la fuerza entre los ciudadanos de las zonas libres; como lo era en ese entonces todo el área cercado por el Bosque Escondido. Una acción que despertó el odio y el rencor acumulado entre los habitantes de los pueblos de alrededores, quienes siempre se sintieron despreciados por ellos, y por la diferencia abismal que existía entre sus estilos de vida y el de los nobles.

El gobernante de Aurum, sin estar al tanto de lo que estaban haciendo los encargados de las minas de oro, continuó con la cacería anual tal y como se planeaba normalmente.

Los pobladores tomaron toda aquella fanfarria, que venía junto a el hombre que se suponía debía protegerlos, como un enorme insulto a su sufrimiento, por lo que llenos de dolor e ira intentaron terminar con la realeza y su trato injusto, dando inicio a un triste enfrentamiento cívico-militar que duró poco más de tres años.

El sector en donde se habían perdido Liam y Alec estaba justo en medio de los ataques; era fácil ser confundidos con rebeldes, y para sumarle los soldados preferían matar por error que no hacerlo, o bien podían ser capturados por los nobles libres para realizar trabajos forzosos. La casa del anciano estaba escondida entre colinas rocosas que no permitían dar con ella fácilmente, por lo que les era más seguro quedarse allí hasta que todo terminara.

Eden era el último miembro de una secta secreta al servicio de la familia real del Reino de Aurum, a él le tocó hacerse cargo de la seguridad de Dustin mientras este todavía era el Príncipe Heredero de su país. Después de que el trono logró estabilizarse tras el ascenso del tercer heredero bajo su protección, optó por retirarse y aislarse para siempre del mundo secular pese a la insistencia y las recompensas ofrecidas por el entonces nuevo Rey.

Admirando el talento nato de Liam, decidió tomarlo como único y último discípulo, pero gracias a su obstinado carácter también tuvo que acoger a Alec de la misma manera.

Con el pasar del tiempo los dos niños se volvieron muy buenos amigos, sin darle importancia a las diferencias sociales que existía entre ellos. Llegaron al punto de declararse hermanos de diferentes madres, completando los ritos correspondientes con las tradiciones de sus ciudades natales.

Una vez el asedio militar se retiró, finalmente comenzaron la búsqueda de sus padres. Primero empezaron con ir hacia el hogar de Liam, dado que pudo dar referencias más claras y simples, y a que se encontraba a una menor distancia que el lugar que describió Alec. Pero antes de siquiera cruzar la frontera de Fortis, Kane apareció repentinamente como si los estuviera esperando.

—¡Padre! —gritó Liam en cuanto logró verlo.

—¡¿Liam?! —exclamó Kane entrecerrando los ojos, el niño había crecido más de lo que se imaginaba.

Ya seguro de que se trataba de su padre, Liam corrió a su encuentro y una vez frente a él presentó sus respetos; cualquier otro par de padre e hijo se hubiera hundido en un fuerte y amoroso abrazo después de tanto tiempo sin verse, pero eso no sucedió entre ellos. Liam y Kane hasta el día de hoy mantienen una relación un tanto distante y cordial, nunca supieron tratarse debidamente como verdadera familia debido a viejas heridas.

—Padre, él es mi maestro, Eden —dijo luego de presentar sus saludos, señalando hacia el anciano que recién estaba llegando a la entrada de la ciudad.

—Él nos dio asilo durante todo este tiempo que estuve fuera de casa—continuó.

Luego de presentarlos Kane se acercó a Eden, y estrechando su mano le agradeció por cuidar a su hijo durante el tiempo que duró el conflicto militar. Pero antes de poder decir alguna otra cosa, su atención se desvía rápidamente hacia Alec, quien acababa de pararse a un lado de su maestro para conocer al padre de su amigo.