Capítulo 11: Otro gran evento en puerta

Tratando de ponerse al día, la hora pasa inadvertidamente para los cuatro jóvenes. Y con la luna en su mayor apogeo, ya es tiempo de volver a casa a descansar.

Aunque la presión por el combate de sus hermanos ya es historia, Ada aún debe levantarse temprano para reunirse con las demás mujeres del Clan, con el fin de seguir recibiendo sus clases aceleradas de virtudes femeninas.

—¿Alec, cuánto tiempo planeas quedarte por aquí? —le pregunta Liam, al ver a su águila posarse en el balcón, señal de que ya es muy tarde como para estar fuera de casa.

—Hmm, no lo sé —responde casualmente, mientras se da unos segundos para pensarlo, pero al final decide molestarlo—... ¡Un momento! ¿Me estás echando?

—No, claro que no —niega apurado, pero luego sonríe al darse cuenta de que es una broma.

—... De hecho, si no tienes ningún compromiso previo, me gustaría invitarte a quedarte unos cuantos días más con nosotros. Quisiera mostrarte nuestra hermosa ciudad después de que el evento termine, será más tranquilo y tendremos mucho más tiempo libre para ti.

El joven Príncipe no sabe qué responder. Previamente solo deseaba participar del combate para conseguir el cáliz, pero ahora el torneo terminó y no lo consiguió, por lo que todos sus planes para después se frustraron. Además, creía que no podría darse el lujo de quedarse por mucho tiempo, dado que había perdido su dinero al separarse del grupo con el que vino a Tobelius.

—¡Sí, es una grandiosa idea! … O por lo menos hasta que se completen los torneos —insiste Loïc, tras notar cierto nivel de dudas en Alec.

—... El evento de Ada será uno de los últimos, definitivamente debes estar allí para apoyarla, no pueden faltar ninguno de sus hermanos en un día tan importante —continúa, presionando sin darle tiempo a pensarlo.

Apenas Alec se da vuelta para preguntarle a Ada, si es cierto lo que dijo su hermano sobre su participación, Loïc se apura en hacerle extraños gestos pidiendo que lo ayude a convencerlo.

Prestando más atención a los pasteles florales de su tía Alina, que a lo que se estaba hablando en la sala, Ada queda un poco aturdida al no comprender las desesperadas señales que le hace su hermano menor de reojo, y más aún con Liam, quien la está viendo como si esperara una respuesta favorable.

—¡Sssi! —responde rápidamente tras soltar su pastel, desviando su mirada de sus hermanos a Alec, todavía algo dudosa—. Por favor hermano Panqueque —continúa, sacudiendo sutilmente de su brazo.

La tez de Ada se va poniendo toda colorada, de la vergüenza que siente al comportarse como una niña frente a Alec; pese a considerarlo parte de su familia, aún no está acostumbrada a tratar normalmente con él.

—Vamos Alec, incluso Ada te lo está rogando —agrega Liam, aportando su grano de arena en la estafa de su hermano menor.

—Bueno —responde tras respirar hondo, moviendo su cabeza de lado a lado como si se diera por vencido—... Ya está, me quedaré un poco más —agrega, empujando a Loïc por la frente para alejarlo de él.

El pequeño Saltamontes estaba casi encima de Alec, mirando hacia él con ojos de borreguito.

—¡Y tú! —le dice a Ada, conteniendo la risa que le genera ver su estado—. Mira lo roja que estás, no deberías caer tan fácil en los embustes de tus hermanos —señala, apuntando con la mirada el rubor de sus pómulos.

—Pero no fue una mentira —se defiende la pequeña, interrumpiendo a Alec, quien le estaba quitando las migas que habían quedado en su barbilla y en sus comisuras—, en verdad participaré en la Escala de Virtudes Femeninas —replica al enderezarse.

—... Aún estoy algo nerviosa por el evento, me vendría bien el apoyo de todos mis hermanos. Realmente no quiero presentarme allí, pero ya lo prometí, y además…

—Está bien pequeña, no te preocupes, todo saldrá bien —interrumpe Alec, dando suaves palmadas en las manos de Ada, las cuales siguen aferradas a su brazo.

Por su tono de voz creía que rompería en llanto si seguía con su discurso.

Desde niña a Ada nunca le gustó llamar la atención, y ser la última descendiente mujer de la más poderosa y respetada familia del norte no le permite mantener un perfil bajo. Por ello prefiere no salir de su casa, y para cuando debe hacerlo, siempre lleva consigo un largo velo que cubre todo su rostro y gran parte de su cuerpo.

Si aquel día no hubiera hecho esa promesa con sus hermanos, Ada elegiría mil veces desaparecer antes que asistir a ese evento; más allá de que corra con la suerte de que en la selección se elijan pruebas en las que no necesite exponerse, desde ese día en adelante todos sabrán que es ella cuando la vean pasar por las calles de Tobelius, y ya no podrá disfrutar de la paz que le da pasar por desapercibida.

—¡Bueno, ya está decidido! —exclama Loïc tras golpear la mesa, haciendo saltar a sus hermanos.

—Vamos Ada, Stela te levantará temprano en la mañana para seguir con tus clases —le dice Liam, encaminado hacia ella.

Al llegar al lado de su hermana, le extiende el pliegue de su brazo para que esta se sostenga de él al ponerse de pie, lo que ella hace en cuanto termina de acomodar su sombrero.

—Con cuidado —les indica Loïc, colocando su mano en la esquina de la mesa, en donde Ada siempre se golpea al no ver con claridad por culpa de su velo, y luego corre detrás de sus hermanos.

Antes de cruzar el umbral, Liam le hace un gesto sutil a su hermano menor para que este no se olvide de traer consigo a Alec.

—Su alteza, por aquí por favor —le señala entre risas el pequeño Saltamontes, tras quedarse inclinado a un lado de la puerta apuntando hacia la salida.

—¡Tú! —exclama Alec, fingiendo ofenderse por su actitud, pero luego le sigue el juego y se comporta como un noble junto a su sirviente.

Después de un par de horas de buen sueño, tal y como se esperaba, Stela manda a Leola a despertar a Ada para continuar con sus prácticas antes del gran día. Mientras que los otros tres hermanos se apuran en cumplir con sus deberes para luego ir a acompañar a su hermana, haciendo todo por darle ánimos ante las pesadas y aburridas clases que recibe de las ancianas del Clan y de sus primas políticas.