Después de un lindo momento familiar, Loïc y Liam finalmente se aligeran para luego acomodarse alrededor de la fogata que acababan de prender con el fin de alumbrar y calentar la cueva, cuyo interior siempre es frío aún en primavera.
—¿Estás bien? —le pregunta Liam a Ada, quien está a unos pasos de él sobando el cabello de un adormecido Loïc, cuya cabeza reposa sobre su regazo.
—Sí, no te preocupes —le responde, tratando de forzar una sonrisa sutil que hunde sus comisuras y marca sus hoyuelos, mientras que su mirada se va perdiendo en el reflejo de la luz sobre la sedosa cabellera de su hermano menor.
—Entonces, ¿por qué huiste? —continúa Liam, interrumpiendo la concentración de Ada al arrojar un leño en el fuego.
—¿Perdón… qué? ¡Yo no hui! —exclama tras levantar la mirada sorpresivamente, fingiendo estar enojada por la afirmación de su hermano—. Solo necesitaba un poco de tranquilidad para pensar por mi misma… —Suspira, luego vuelve a bajar la cabeza apenada—. Es solo eso, solo necesitaba un poco de espacio…
—¿Y el resultado, cuál fue? —le pregunta Liam sonriendo, acomodando su cabeza en diferentes poses tratando de ser capaz de verla a los ojos.
—Me quedé dormida —le responde entre risas picarescas.
—¡Tú! —exclama Liam señalando a Ada, y tras un largo suspiro se da por vencido—. Traviesa… —Sonríe moviendo su cabeza de un lado a otro en silencio mientras elige otra leña para agregar a la fogata.
Al ver su reacción Ada siente cierto desasosiego, y pese a que su hermano no la está presionando para que le hable sobre su verdadero malestar, ella cree que lo mejor es abrirse con él para no dañar la hermandad de la que disfrutan diariamente.
—No me siento lista para el matrimonio —confiesa con voz temblorosa, luego de inhalar y exhalar profundamente, a la vez que trata de sostener la mirada penetrante de Liam—... O quizás me preocupan ustedes dos y nuestro padre —agrega tras bajar su mirada nuevamente, poniendo todo su esfuerzo en no llorar, espera poder disimular sus miedos, pero su hermano mayor puede ver claramente que todo este asunto la mortifica.
—Lamento no ser de ayuda en eso pequeña —susurra entristecido, con su rostro casi tan pálido como el papel.
—No, claro que no. No es para nada tu culpa Liam —señala con afán, preocupada por la comprensión errónea que tiene sobre las cosas que en verdad la tienen en ese estado de incertidumbre.
Pese a que los tres hijos de Kane se tratan con total devoción y aprecio, la verdad es que Liam no comparte la misma madre que sus hermanos menores, de hecho, desde que fue traído a Aquila con la tierna edad de once años aproximadamente, figura en el registro familiar como hijo adoptivo del Patriarca. Al no tener el mismo título de hijo legítimo, tal y como Loïc, no importa con quien se llegara a casar ahora o en el futuro, su esposa no podrá tomar jamás el puesto vacío de Matriarca del Clan y por ende se siente culpable, dado que cree que esa es una de las preocupaciones que a su amada hermana le impide ser feliz.
—Así fueras el próximo Patriarca, y tuvieras mil esposas, no soportaría abandonar a nuestra familia —agrega apurada, temerosa de causarle un dolor innecesario a su querido hermano mayor.
—Yo tampoco quisiera que te marches —responde sonriendo, luego de recuperar el tono rosa de su tez—, pero toda señorita digna deberá dejar su hogar algún día, y aunque nos duela a todos, la pequeña alegría del Clan Aquila no debería ser la excepción. Por eso todos en la familia deseamos que consigas al mejor marido posible, y el que participes de la competencia de talentos es nuestra mejor oportunidad de presumir tu existencia frente a todos. Queremos que todo el mundo sepa que en Tobelius habita una hermosa niña llamada Ada… Además, no tendrías por qué “abandonarnos”, pequeña traviesa —agrega entre risas, haciendo un amague de golpecito con su nudillo nuevamente en la distancia—. Pero si estar lejos de casa es lo que en verdad te preocupa, podemos buscar alguna buena familia con raíces en nuestro condado, o en alguno cercano sin priorizar su rango o riqueza.
—¿Crees que los ancianos lo permitirán? —pregunta apurada, con algo de miedo en su voz, anhelando lo que para ella es una muy poco probable respuesta positiva; teme llenarse de falsas ilusiones, por lo que no puede terminar de emocionarse ante la idea de su hermano.
—Previamente hablamos de este tema en una reunión del clan. Kane, los otros ancianos y yo, todos coincidimos en que debemos respetar tu elección de pareja. Obviamente siempre y cuando se trate de un hombre honesto… Mientras la persona que elijas te valore y te respete, no nos importará su posición, al fin y al cabo que si el dinero fuera el problema podemos darte una mayor dote. Eres una niña muy inteligente y responsable, no hay nada que no puedas llegar a manejar correctamente, o por lo menos eso es lo que queremos pensar.
—Entonces… No hace falta que participe en ese tonto evento, ¿verdad? —pregunta sonriendo enormemente, contagiando su alegría a quien la mire—. Puedes elegir el que más te guste y listo, yo no diré nada al respecto…
—¡Si tan solo fuera así de fácil, hace tiempo que te habríamos casado! —exclama Liam, sosteniendo su abdomen adolorido de tanto reír.
—Bueno ya, deja de reírte por favor —le dice Ada desganada.
—Por eso debiste hablar de tus preocupaciones conmigo antes de hacer correr tales rumores —le responde, recuperando la compostura.
—¿Rumores? ¿Qué rumores? —pregunta extrañada, fingiendo inocencia.
—¿Me dirás que no tiene nada que ver contigo todo eso que se dice de tí? —Liam va posando su mirada penetrante sobre Ada, esa que siempre logra conseguir la verdad en ambos hermanos menores—. Dime, ¿quién más tendría el valor de esparcir habladurías de nuestra familia más que uno de nosotros? Y aparte de ti, ¿quién más se beneficiaría de todo ello?..
—Está bien, admito que tengo algo de culpa en eso, pero solo fueron un par de rimas inofensivas, los demás decidieron por sí solos malinterpretar los cantos de Clovis y sus amigos a su total antojo… De hecho, podría decirse que es culpa de la extraña y ociosa imaginación de los vecinos —continúa, tratando de justificarse.
—Ahora bien, gracias a eso no tienes alternativa, pequeño Osito. Hay que tener al menos un par de pretendientes de donde se pueda elegir—agrega en un tono burlesco—. Participar en la competencia nos permitirá tener algunas buenas opciones y…
—¡Buena idea! —replica Ada, tergiversando las palabras de su hermano apropósito— Tú también deberías participar…
—No no no —repite apurado, y haciendo su cuerpo hacia atrás sacude ambos brazos a modo de negación—... Quise decir que TÚ deberías participar, no ambos, solo tú —aclara con énfasis.
—De acuerdo, lo haré si tú lo haces querido hermano—declara Ada, dejando en un aprieto a Liam por no haber tenido cuidado con su modo de expresarse.
El mayor de los hermanos practica artes marciales desde la niñez, e incluso podría decirse que solo su padre y otros dos o tres generales son competencia para él en todo Tobelius, por lo que el miedo al ridículo no es una buena excusa para ser usada. Pero, pese a tener la capacidad de llegar a los primeros puestos, Liam no tenía la más mínima intención de participar en ningún evento de esta celebración al igual que su hermana.
Desde que se unió al Clan legalmente, decidió mantener un perfil bajo y dedicarse al cuidado y protección de sus hermanos menores, dos de las únicas personas que después de muchos años lo hicieron sentir parte de una verdadera familia; el participar en el encuentro de la Tercer Primavera haría que destaque de alguna manera u otra, ya sea que se deje vencer o que defienda el honor de los Aquila.
Liam no quiere acaparar la atención que cree debe ser toda del pequeño Saltamontes, dado que es uno de los que más desea verlo convertirse en el respetado y admirado Señor de Tobelius que está destinado a ser, sin embargo, la inesperada encrucijada en la que lo coloca Ada intencionadamente, le hace replantearse el camino que eligió.
—Está bien —dice Liam, después de darse una larga pausa para pensarlo—, pero debes hacerlo de corazón. Me tienes que prometer que harás un verdadero esfuerzo por llegar a los primeros puestos —insiste.
—¡Lo prometo! —exclama emocionada—. Ahora tú, tú también debes prometerlo. —Ada está completamente extasiada por el hecho de que su picardía haya funcionado con Liam, quien ya sin salida suspira con aceptación y se lo promete.
—¡Yo también, yo también! —grita Loïc entusiasmado, tras sentarse abruptamente con su mano alzada, dejando ver todos sus dientes a través de su enorme sonrisa, provocando que Ada y Liam se rían a carcajadas nuevamente; el pequeño Saltamontes decidió unirse voluntariamente a sus queridos hermanos mayores.
—De acuerdo, es una promesa —afirma Liam, mirando con orgullo y añoranza a esos dos niños que en un abrir y cerrar de ojos se transformaron en dos jóvenes adultos frente a él.
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