Debido al constante ajetreo de estas largas semanas, llevan tiempo sin ir a ver a su padre. Por ello quieren aprovechar a darle las buenas nuevas, ahora que seguramente está en casa terminando los preparativos, para la cena clausura a la que solo suelen asistir las sectas y clanes nativos de Tobelius.
—Padre, a que no sabes —dice Loïc emocionado, irrumpiendo en el estudio del Patriarca sin anunciar su llegada…
Kane se levanta fingiendo estar enojado para recordarle que no debe comportarse así, sin embargo, apenas ve entrar a Alec detrás de su hijo, deja de lado su grosería para priorizar la presencia del joven Príncipe.
—Saludos Príncipe Heredero —lo anuncia el Patriarca, saludando formalmente al hijo menor de los Reyes de Aurum.
—¿Príncipe Heredero? —se pregunta Liam sorprendido, e inmediatamente voltea a ver a su viejo amigo— ¿Por qué no nos contaste sobre eso Alec?
—¡¿Y cómo podría haberles contado algo que ni yo sé?! —se defiende rápidamente—.
También es nuevo para mí… ¿No sé habrá equivocado usted? —le replica al Patriarca.
—¿Qué está sucediendo padre? ¿Por qué llama Príncipe Heredero al Príncipe Alec? —interrumpe Ada, al darse cuenta que ninguno hace las preguntas correctas.
—Un minuto —responde Kane, dando una señal a Liam para que revise los alrededores, porque al parecer nadie puede oír lo que les dirá.
—Es exactamente lo que oyeron —les confirma, después de que su hijo mayor vuelve de dar un breve recorrido—... Usted fue elegido como el nuevo Príncipe Heredero de Aurum, por decisión de su padre y sus ministros —le dice a Alec, y luego se dispone a escarbar entre los estantes detrás de su escritorio.
—No puede ser verdad, usted debe estar confundido —insiste Alec, totalmente desconcertado.
De todos los hijos e hijas de Dustin, Alec siempre sintió ser el menos favorecido. Para él es imposible que su padre lo haya elegido como heredero de su trono, teniendo otras opciones disponibles.
—Su nombramiento fue emitido hace menos de un mes —responde Kane, dejando sobre su escritorio una caja de madera, la cual contiene toda la correspondencia secreta del Patriarca de Aquila con el Rey de Aurum en los últimos días.
Alec se apura en revisar los pequeños papiros, lleno de todo tipo de miedos e inseguridades, aún sin poder creer en las palabras del padre de sus amigos.
Entre las diferentes notas que lee muy por encima, haya una que llama su atención. En ella Dustin le explica a Kane, sobre el por qué fue obligado a quitarle el título a su primogénito.
Resultó ser que el hermano mayor de Alec, se había coludido con varios nobles para privatizar la explotación del oro, cercando las tierras públicas del Rey, y emitiendo decretos privados que anularon los derechos mineros de los comerciantes y del resto de la gente común. Y como si eso fuera poco, se descubrió su nombre en varios contratos ilegítimos de esclavitud, que los ciudadanos de las zonas libres se vieron obligados a firmar.
Para evitar el surgimiento de otra guerra civil, al igual que en el pasado, a Dustin no le quedó otra alternativa más que declarar plebeyo a su primer hijo, y enviarlo al exilio. Quedando como única opción viable nadie más que el segundo hijo de Aeda, el Príncipe Alec, quien aún goza de una reputación intacta.
Cualquiera de los otros hijos de Dustin también pudieron haber sido elegidos, pero al no ser hijos biológicos de la actual Reina, estos tendrían una menor posibilidad de mantener el trono estable y a los nobles bajo control. Sin un fuerte apoyo por detrás, todos esos Príncipes serían la excusa perfecta para iniciar nuevos disturbios en el reino de Aurum.
—Al final, no soy más que su última opción —balbucea Alec, desanimado tras leer el mensaje de su padre.
—Está equivocado Alteza —le aclara Kane, al notar la confusión del joven Príncipe—. Debe leer esto —señala, dejando en sus manos un pequeño tuvo como el que cargan las aves mensajeras.
Alec saca un papel transparente y fino, que estaba bien plegado dentro del cilindro de cuero. Allí el Rey Dustin le suplica a Kane, de padre a padre dejando de lado las formalidades, que le ayude a buscar a su hijo una vez más, ofreciendo un trato casi imposible de negar, todo a cambio de llevarlo con bien hasta la Capital de Aurum si es que él deseara volver.
—... Ser el próximo Rey de Aurum, no es tan fácil como usted cree. De haber sido por su padre, preferiría que siguiera viviendo su vida libremente, tal y como lo hizo hasta ahora, lejos de la carga que ese puesto representa para usted y su descendencia futura.
Todo quien conoce sobre las riquezas y la productividad de Aurum, cree ciegamente que es el mejor lugar para vivir en abundancia, y que ser el Rey de ese país no es más que una recompensa por haber salvado el mundo en alguna vida pasada. Sin embargo, ninguno de ellos puede estar más errado.
Ni bien el pequeño País vecino de Fortis, es uno de los más ricos en minerales naturales como el oro y la plata, con un suelo extremadamente fértil y un buen desarrollo tecnológico, también es uno de los más codiciados por los Reyes y Emperadores que lo rodean, quienes constantemente se arman de diferentes tipos de artilugios para destruir la paz en Aurum.
Con el fin de tener bajo control ese pedazo de tierra, tanto nobles como ministros, comerciantes y empresarios, nativos y extranjeros, juegan con la estabilidad de su poblado y la familia Real que lo gobierna, cuyo Clan se ha reducido a nada más que Dustin y sus tantos hijos.
—Al Rey Dustin no le quedó otra opción más que fingir su desagrado con usted. Su padre creía que era la mejor manera de mantenerlo a salvo, de sus hermanos y de la ambición de los nobles. Pero lamentablemente la situación con el anterior Príncipe Heredero no le dejó otra alternativa. Aún así desea que usted tenga la última palabra, por lo que dependerá enteramente de usted el volver a Aurum…
—¿Y si decido no volver? —lo interrumpe Alec, ansioso por todo lo que ir o no ir implicará para él y su familia.
—Si esa es su decisión, lo respetaré. Enviaré un águila a su padre informando que está bien, y luego le ayudaré a adquirir una nueva identidad, lejos de cualquier persona que la pudiera llegar a conocer.
—¿Por qué haría eso? Creí que mi padre y usted eran enemigos…
Alec vino hasta Tobelius con el único fin de conseguir el cáliz, para de esa manera poner en ridículo al Gran General Kane. El mismo sujeto que ahora le está ofreciendo una alternativa que lo puede salvar, de esta nueva carga que cayó sobre sus hombros, aún pese a perder las recompensas de su padre.
—Me alegra que así lo haya visto Alteza, eso quiere decir que hicimos lo correcto todo este tiempo —responde el Patriarca, complacido por el resultado de sus acciones.
—No logro entender.
—Sucede que…
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