No sabía dónde estaba, me encontraba algo desorientada, también en este momento parecía haber olvidado por completo mi identidad, ni siquiera podía recordar mi nombre.
¿Quién era?
Caminé unos pasos más a través de las nubes y los árboles de colores tan vívidos que me rodeaban, parecía que si seguía caminando hacia adelante podía encontrar la respuesta que estaba buscando.
El olor del bosque se impregnaba en cada uno de mis poros, sin duda alguna era el lugar más pacífico al que haya ido alguna vez. Avancé unos pasos más, seguidos por el susurro del viento, hasta llegar a alguna parte en donde había unos árboles de aspecto terrorífico, sus ramas se veían como alguna especie de monstruo de nunca jamás, como si en cualquier momento podría cobrar vida y empezar a masacrar cualquier indicio de vida a su alrededor.
Ante este pensamiento no pude evitar sentir miedo. Pero este miedo se materializó cuando me di cuenta de que había alguien más a mi alrededor.
En medio de ese lugar se hallaba una joven mujer de piel blanquecina, lo curioso de ella es que se encontraba desnuda, estaba arrodillada y en su regazo se encontraba un joven de rasgos finos. Ella lloraba de una manera lamentable que pintaba un cuadro lleno de nostalgia, no sé por qué me sentí triste al notar su llanto. Su cabello danzaba al son del viento, mientras caminaba pude ver como sus lágrimas caían pesadamente, intenté acercarme un poco más a ella para intentar ayudarla.
Pero con cada paso que daba me pude dar cuenta de que había algo realmente mal con ella, al notar su apariencia con claridad estaba segura de que aquella joven no era humana, su apariencia era igual a la de un humano, aunque quitándole sus partes íntimas, porque aquella hermosa mujer no tenía geniales, otro detalle de que aquella chica no era humana eran sus lágrimas, estas no eran agua salina, sino, cristales, ella lloraba cristales.
Al reparar en su aspecto quise escapar lo más lejos posible, pero, ya era demasiado tarde, aquella mujer de apariencia extraña ya me había visto.
Ella abandonó el cuerpo de aquel hombre y se levantó confirmando una vez más mis suposiciones de que no era humana, pero, entonces, ciertamente, al ver aquellas ramas de un árbol danzando por su cuerpo, no pude evitar preguntarme que clase de existencia mística era.
¿Acaso era una mujer árbol?
Se acercó de una manera en la que no pude retroceder, acorralándome, colocó una de sus manos en mi rostro, mirándome directamente a los ojos, sus ojos eran de un color claro en el que pude ver mi reflejo. Yo tenía miedo, quise gritar, pero no encontraba mi voz ni las ganas de pelear.
— No tengas miedo, no te haré nada, solo quiero saber la razón por la que estás aquí, ¿quién eres? ¿cómo pudiste entrar aquí? — después de decir aquellas palabras me miró fijamente antes de hablar de nuevo con una voz llena de nerviosismo — ¡Tú…! ¡No puede ser! ¡Tu sangre está maldita!
¿Maldita?
Después de escuchar aquella palabra de los labios de aquella mujer, todo lo que me rodeaba, ya sabes, los árboles, las nubes e incluso ella desapareció como si un espejo se hubiera roto en miles de fragmentos.
Cuando desperté me sentí desorientada, rodé por un momento hasta que caí en el suelo.
— ¡Auch!
Iara soltó una carcajada mientras me sentaba y sobaba mi trasero.
— ¿Otra vez tuviste ese sueño raro? — cuestionó con diversión — Deberías volver a tu habitación Cassie, esta cama, es demasiado pequeña para ti que está acostumbrada a rodar como si fueras una especie de pelota.
Torcí los labios al escuchar aquello.
— Tal vez lo haga esta noche — le dije mientras me estiraba.
Al contemplar a través de la ventana de Iara los primeros indicios de la luz del sol no pude evitar suspirar.
Ya ha pasado cerca de una semana desde que papá y mamá ya no están.
Mi corazón se apretó ante este pensamiento.
— Acuéstate otro rato más, las clases no inician hasta las ocho — susurró Iara mientras me hacía un hueco en la cama.
Dudé por un momento ante su oferta, sin embargo, al final la rechacé.
— Debo prepararme desde temprano, hermana, ya sabes, ha pasado cerca de una semana desde que no pisó el instituto por lo que tengo muchas cosas que arreglar. Ni siquiera sé dónde está mi mochila.
Bueno…
En realidad, eso solo era mi excusa porque ni siquiera estaba remotamente preocupada por mi mochila desaparecida.
Lo que iba a hacer en realidad era algo que he estado haciendo durante los últimos días. Iba a visitar al alguacil, el Sr. Rex.
Iara resopló ante mi excusa antes de acostarse boca abajo.
— Si tú lo dices…
Tsk.
Salí de la habitación de Iara para luego dirigirme a la mía y buscar entre los montones de ropas mi uniforme, pude encontrarlo después de mirar alrededor por un rato, aunque parecía estar sucio.
Lo olí por si acaso y sí, estaba sucio, olía como si algún perro se hubiera acostado encima.
— ¡Cielos! ¡Esto apesta! — exclamé para luego dirigirme hacia el área de la lavandería y robarme uno de los uniformes que había lavado mi hermana.
Me lo puse rápidamente antes de recoger mi cabello en una coleta alta. Sin embargo, cuando noté mi aspecto demacrado en el espejo del baño, no pude evitar sentirme triste.
La pérdida de un ser querido era algo que nos marcaba de por vida.
Dejé de perder el tiempo e hice todo lo que tenía que hacer antes de ir hacia la casa del alguacil.
Mientras caminaba miré la hora en mi reloj de mano, el cual marcaba las 6:10 AM. Resople mientras pensaba que aquel hombre rechoncho esta vez debía escuchar lo que tenía que decir.
Solo tuve que caminar durante quince minutos hasta llegar a la estación que aún se encontraba cerrada. Espere afuera tal como lo había hecho en el pasado.
Cuando el alguacil se bajó del auto y se dio cuenta de mi presencia, detuvo por completo su andar.
— No hay nada nuevo, Casandra — mencionó con la voz decaída.
Aunque esperaba aquella respuesta, de igual manera me sentí decepcionada.
— ¿Cómo es posible? Ya ha pasado una semana y la investigación no ha avanzado. ¿Está seguro de que está haciendo su trabajo?
El alguacil me dio una mala mirada al escuchar mis palabras. Aunque sabía que estaba siendo irrazonable, no podía detenerme.
— Deberías parar niña, he estado siendo paciente debido a lo que te ha pasado. Pero ya ha pasado más de una semana, así que deberías de recuperar los sentidos y dejar de ser una inmadura. No voy a estar soportando que una niña de dieciséis años me falte el respeto siempre. Además, te recomiendo que dejes la investigación como está si no quieres que los demás habitantes de Grandiel empiecen a especular. He oído que debido a que la investigación no se ha cerrado, hay rumores de que tus padres tenían una enfermedad contagiosa e incluso algunos dicen que es obra del diablo.
Tras decir aquello me miró de arriba abajo antes de seguir su camino.
— ¡Espere! Usted sabe que mis padres no murieron de ninguna en…
— Aunque yo sé aquello, no tengo el poder de propagar los rumores, Casandra. Así que deja las cosas tal como están y continúa tu vida — comentó interrumpiendo por completo mis palabras.
Luego siguió caminando hasta desaparecer dentro de la estación, dejándome hecha un mar de intranquilidad.
Debido a la impotencia que me causaron sus palabras, regresé a casa con ganas de echarme en la cama y hacerme una bolita.
Estaba tan enojada con todos que solo quería tomar un megáfono y ponerme a gritar todo lo que tenía atascado en la garganta.
— ¡Una enfermedad! ¡Una enfermedad! ¡¿Cómo puede ser eso posible?!
Tras decir aquello pateé una piedra, sin embargo, no sé si mi suerte era mala hoy día debido a que la piedra que lancé terminó golpeando la rodilla de alguien.
— ¡Lo siento! — exclamé antes de correr hasta donde estaba aquel chico parado.
No pude evitar tragar saliva cuando me di cuenta de quién era en realidad.
¡Cielos!
No era nada menos que uno de los gemelos Bommer, los cuales eran los chicos más codiciados de Grandiel, debido a sus antecedentes familiares, todo el mundo quería tener amistad con ellos, después de todo se rumoreaba que eran descendientes de la realeza. Y por si fuera poco habían heredado una apariencia arrolladora, que hacía más de una persona suspirar.
Logan y Varen Bommer eran el sueño de cada chica.
Aquí, en Grandiel, ellos junto a otro par de sujetos eran tratados como si fueran ídolos.
Sin embargo, al notar el rostro malhumorado del hombre hermoso que estaba delante de mí, solamente esperaba que este sea el gemelo amigable porque si era el otro ni siquiera sabía cómo terminaría esto.
— ¿Quién eres? ¿Acaso eres estúpida? ¿Por qué pateas piedras como si tuvieras una deficiencia mental? — despotrico.
Sus ojos parecían lanzar fuego.
Parece que este era el gemelo con mal temperamento.
Tsk.
Bueno, yo también era alguien de temperamento.
Además, me estaba disculpando porque tenía que llamarme de una manera tan descortés.
— Sí, lo soy, ¿qué puedes hacer para cambiarlo? — le respondí para luego girar sobre mis talones y continuar caminando.
¡Aish! ¿Qué tanto le ven a este tipo mis amigas? ¡Lo admiran solo porque es guapo! ¡Bah! Con esa personalidad de mierda dudo que incluso quiera tener novia.
— ¡Maldito seas Logan!
Fue lo último que escuche de aquel chico alto de ojos tan oscuros como la noche.
De todas maneras que hacía caminando tan de mañana. Miré de nuevo la hora en mi reloj de mano dándome cuenta de que ya era tarde.
Tal vez, Iara ya se ha dado cuenta de mi ausencia.
Corrí rápidamente a casa, sin embargo, antes de llegar me di cuenta de que mi hermana me estaba esperando en la entrada.
Ella tenía aquella pose de manos en la cintura que la hacía ver cómo una diva que estaba acostumbrada a juzgar a los demás.
— ¿Dónde estabas? — me preguntó con el rostro serio.
— Solamente salí a correr — le dije llevándome una mano a la cabeza.
Iara negó con la cabeza antes de abrazarme.
— Sé que fuiste dónde el alguacil, Cassie. No necesitas mentirme, no a mí — susurró en mi oído.
Ante sus palabras sin querer me sentí mal.
— No quería mentirte, es solo que… no quería hacer un escándalo de todo esto. Me di cuenta durante todo este tiempo que has estado tratando de avanzar, tratando de que todo sea normal entre nosotras, Iara, sin embargo, no puedo hacerlo.
Iara me dio un coscorrón en la cabeza haciendo que la miré mal.
— ¿Por qué me pegas? — le pregunté.
Iara sonrió antes de abrazarme de nuevo.
— ¿Quién dice que estoy tratando de avanzar? Solamente he estado fingiendo hermana. Cada vez que cierro los ojos e incluso cuando duermo lo único que veo son sus cuerpos desprovistos de vida. He estado intentando olvidar, he estado fingiendo que estoy bien, que ellos están en algún lugar mejor, pero también se me hace imposible hacerlo. Sin embargo, aunque me duela, aunque lo único que quiero es llorar desconsoladamente, debo seguir adelante. No podemos detener nuestras vidas, Cassie.
Yo sabía eso, sabía que ella no estaba bien, pero… ¡Aish!
— Lo sé, sé lo que tratas de decir, Iara. Tienes razón, aunque la vida de nuestros padres terminaron, nuestras vidas no. Pero, lo único que quiero es que sus muertes no queden impunes. Quiero descubrir la razón de sus muertes, te prometo que solo cuando sepa esto lo dejaré ir por completo.
Iara negó con la cabeza antes de abrazarme.
— Está bien.
Luego, como si la burbuja rosa que nos había envuelto hubiera explotado. La expresión en el rostro de Iara cambió por completo por una de horror.
— ¿Qué pasó? — cuestioné.
— ¡Llegaremos tarde! — proclamó antes de tomar mi mano y echarse a correr.
— Espera, no tengo mi mochila — protesté tratando de detenerla.
Iara arrugó las cejas antes de hablar. — Yo traigo tus libros, parece que tu mochila la orinó algún zorrillo, de todos modos, parece que el primer paso que debes dar es bañarte y arreglar tu habitación, es un desastre. Ahora entiendo la razón por la que has estado durmiendo conmigo.
Solté un bufido antes su forma de describirme tan descortés.
De todas maneras, solo era algo vaga, no como lo hacía parecer. Si alguien más la llegará a escuchar pensará que soy alguna especie de indigente. Y no es así. Es solo que he estado algo ocupada. Sí, solo eso.
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