¡Eran ellos!

A la mañana siguiente, mientras mi hermana y yo desayunamos. Recibimos una visita inesperada. Era el alguacil del pueblo, un hombre de mediana edad, de aspecto algo rechoncho, con unos ojos color café, que parecían ser penetrantes.

Él era la ley en Grandiel, era amigo de todo el mundo y conocía a todo el mundo, inclusive a nosotros, los extranjeros, como comúnmente nos llamaba cuando nos encontraba. Era, como aquel vecino que sabía la existencia de todo lo que pasaba con los demás, la mayor fuente de información en este pueblo alejado del mundo.

— Buenos días, señoritas — saludó con una expresión algo confusa en el rostro.

Desde que contemplé la mirada nerviosa en su cara supe que algo no iba bien. Después de todo, él estaba acostumbrado a bromear y sonreír en cualquier lugar. Por lo que verlo serio me dejó un mal sabor de boca.

— Buenos días, alguacil — lo saludó Iara con una sonrisa cortés en su rostro — ¿A qué debemos el honor de su visita? — cuestionó.

El alguacil guardó silencio ante su pregunta, haciendo que mis nervios crezcan en mayor intensidad.

— Solo escupa lo que tiene que decir — le dije luego de un par de minutos en los que nadie dijo nada.

Iara que estaba a mi lado me dio un pisotón en el pie.

— ¡Auch! — gruñí dándole una mala mirada.

— No seas grosera, Casandra — dijo Iara para luego mirar al alguacil con una expresión llena de disculpa — Tómese su tiempo, no le haga caso a mi hermana, es más, no gusta una taza de té.

¿Taza de té? ¿Incluso tenemos té?

Sabía que debía detenerla de ver esa película de época, mira nomas como había empezado a comportarse como una joven doncella.

Torcí los labios mientras miraba al alguacil como si él fuera el culpable de mi regaño.

— No es necesario, Iara. Me temo que no traigo buenas noticias para ustedes, niñas. No sé ni siquiera como decirles esto, debido a que en Grandiel nunca ha pasado un caso tan atroz como esté en mucho tiempo ya sabes, pero… — luego de dudar por un momento dijo. — Sus padres están muertos — soltó con la cara seria.

¿Qué?

— ¿Qué dijo? — cuestionó Iara mientras agarraba mi brazo con fuerza.

— ¿Es esto alguna especie de broma por el día de los inocentes? Si es así, no es para nada graciosa — dije mientras le daba una mala mirada.

El alguacil cerró los ojos haciendo que mi corazón empezará a latir rápidamente.

¿No podía ser cierto lo que dijo? ¿Verdad?

Mis padres no podían estar muertos. Ellos estaban bien ayer, incluso bromeamos.

— Eso es lo que más quisiera, Casandra, que esto solo sea una broma, sin embargo, es verdad, tus padres están muertos.

Ante sus palabras, Iara a mi lado se derrumbó en el suelo mientras empezaba a sollozar.

— ¡No puede ser! Si hasta ayer ellos estaban bien. ¿Cómo pueden estar muertos? — musitaba con la voz llena de tristeza.

Negué con la cabeza antes de agacharme a abrazarla, mis ojos se llenaron de lágrimas.

Cerré los ojos tratando de contener mi llanto, pero me era imposible. Quería desesperadamente que esto solo sea un sueño, pero no lo era. Era real.

Quizás lloramos por un par de minutos o tal vez mucho más tiempo, la cuestión es que luego de calmar un poco nuestras emociones me enfrente al alguacil que nos había dado nuestro espacio para llorar nuestra pérdida.

— ¿Está seguro que son nuestros padres? — le pregunté con la voz ronca.

El alguacil bajó la mirada antes de asentir.

— Sí, ellos fueron encontrados dentro del auto a las afueras de Grandiel, cerca del bosque. Un cazador fue el que reportó el caso, según su declaración él dijo que había estado dando vueltas durante algún tiempo sin encontrar la salida del bosque. Por lo que, cuando vio un auto se acercó a solicitar ayuda, sin embargo, pronto se dio cuenta de que las personas en el interior estaban muertas.

Iara levantó la mirada cuando el alguacil terminó su explicación.

— Yo necesito verlos, necesito saber qué fue lo que pasó con ellos, ¿cómo fue que murieron?, ¿acaso fueron asesinados?

Ante el aluvión de preguntas que salieron de sus labios, no pude evitar pensar en ello.

— ¿Qué fue lo que en realidad pasó con nuestros padres? — cuestioné.

El alguacil suspiró mientras nos miraba. — Eso también me gustaría saber. Deberían verlo con sus propios ojos. Vamos, las llevaré, es solo que deberían prepararse un poco.

Iara me tomó de la mano mientras se levantaba del suelo. Al ver nuestras manos unidas no pude evitar pensar que ahora solamente nos teníamos la una a la otra.

Pronto, nos dirigimos hacia el auto del alguacil para ir hasta la morgue. En el trayecto del viaje, miles de pensamientos invadieron mi mente. Sin embargo, en cuanto noté el pijama que estaba usando Iara casi me rio en voz alta.

Después de todo, ella estaba envuelta en un pijama de osito color rosa, más que un pijama parecía un disfraz que la hacía ver tierna, lo cual no iba acordé con su imagen de chica mala que le gustaba tanto mantener.

También me di cuenta de que ni siquiera me había lavado los dientes, debido a nuestra desesperación salimos tal como estábamos, a pesar de que el alguacil nos dio la oportunidad de ir a cambiarnos.

Sin embargo, al recordar nuestra situación, ¿qué importaba guardar las apariencias?, no era como si nos pudieran devolver a nuestros padres.

Cuando llegamos a la morgue, contuve el aliento. Miré durante algún tiempo la puerta sin dar un paso hacia adelante. No quería entrar. No quería que todo lo que había dicho el alguacil sea real.

Pero, de nuevo, no era como si pudiera dejar a mi hermana sola.

A pesar de que ella era dos años mayor que yo, eso no significa que podía colgar todas las responsabilidades sobre su espalda. Así que aunque algo reacia me acerqué a aquella puerta y la abrí.

— Puede que no sean ellos — susurró Iara — Tal vez alguien que se les parece.

— Sí, el alguacil es medio ciego, así que tal vez se confundió — le dije, aunque sabía en el fondo de mi corazón que eso no era cierto.

No era como si alguien más pudiera tener el mismo auto de nuestros padres.

¡Aish!

¿Por qué tenía que pasar esto? ¿Por qué? ¿Por qué ellos?

— Ellos están ahí dentro — susurró el alguacil mientras señalaba una puerta — No pierdan la calma — añadió antes de abrir la puerta.

Luego de aquello, Iara y yo nos miramos antes de tomarnos de la mano para luego seguirlo.

Cuando vi aquella manta que cubría sus cuerpos no pude evitar contener el aliento.

¡Eran ellos!

Yo podía reconocer a mis padres incluso con los ojos cerrados. Incluso Iara se dio cuenta de esto, por lo que antes de levantar la manta que los cubría, ella ya estaba llorando.

Sin embargo, en cuanto mis ojos captaron la apariencia de ellos, casi vómito en el proceso.

Las personas debajo de la manta no parecían seres humanos, ni siquiera estaba segura de lo que eran. Sus cuerpos se veían secos como si solo fueran piel y huesos, incluso las cuencas de sus ojos parecían vacías, pero no lo estaban, era solo que sus ojos se habían hundido de una forma espantosa.

Incluso sus labios se veían pálidos, casi blancos, como si no tuvieran ninguna gota de sangre. Sin embargo, lo que hizo que casi me volviera loca era la expresión que tenían en su rostro. Ellos se veían como si estuvieran en paz, como si hubieran muerto sin sentir dolor alguno, incluso podía ver una sonrisa en el rostro de la mujer que se suponía que era mi madre.

— ¡Ellos no pueden ser mis padres! ¿Qué les pasó? ¿Por qué se ven así? ¿Qué fue lo que les pasó? — cuestioné mientras me tapaba la boca tratando de contener el grito que quería salir de mis labios.

Iara a mi lado negaba con la cabeza mientras los abrazaba.

— ¡Papá! ¡Mami! Soy yo, despierten por favor.

El alguacil miró hacia otro lado antes de hablar.

— Es eso lo que estoy tratando de averiguar. La forma en la que fueron encontrados incluso cuando hicimos el levantamiento del cadáver nos da la ilusión de que murieron de manera natural. Incluso llegamos a sospechar del cazador, también de un posible ataque animal, pero todo lo que queda son suposiciones.

Negué con la cabeza ante sus palabras.

— Entonces lo que nos trata de decir es que no se puede llegar a una conclusión con respecto a la forma en que murieron. ¡Ellos pudieron ser asesinados por ese cazador! ¡Tal vez un animal fue el que los mató! ¡No puede hacer bien su trabajo! ¡Investigué!

Iara dejó de abrazar a nuestros padres ante mi explosión para luego acercarse a mi lado.

— ¡Cálmate, Cassie!

El alguacil negó con la cabeza.

— Incluso si quiero investigar, debe al menos hacer un indicio de ataque, sin embargo, la escena estaba limpia. Así que lo más probable es que el caso quedé archivado en la carpeta de casos sin cerrar — sentenció antes de salir de la habitación.

Iara miró su partida con una clara señal de pérdida.

— ¿Qué vamos a hacer, ahora que nuestros padres no están? — le pregunté mientras me echaba al suelo a sollozar — ¿Qué vamos a hacer, Iara?

Mi hermana suspiró antes de abrazarme.

— Vamos a tener que sobrevivir — contestó.

— No puedo creer que estén muertos. Puedo aceptar que hubieran muerto debido a un accidente e incluso debido a un ataque animal o de algún loco al azar. Pero, no saber ni siquiera qué fue lo que pasó con ellos, me está volviendo loca.

Iara me dio palmaditas en la espalda a modo de consuelo.

— Casandra, debemos ser fuertes, ya sabes, mamá… mamá — su voz titubeó por un momento antes de continuar hablando — ella siempre decía que en este mundo hay que aceptar la derrota para obtener una victoria. Y aunque ahora estemos algo confundidas, tengo fe de que al final podremos descubrir lo que en realidad pasó con ellos. Sus muertes no quedarán impunes.

Ante la convicción en su tono, opté por asentir.

— No me dejes nunca, hermana — le dije — No quiero que me abandones.

Iara sonrió de manera triste antes de hablar.

— Está bien, pero tú tampoco lo hagas. No podría soportarlo

Luego de aquello, Iara se encargó de todos los trámites para retirar sus cuerpos. Ella, que hasta ayer era una chica que solo debía preocuparse por cuidar el medio ambiente, hoy tuvo que convertirse en una adulta que debía preocuparse por un centenar de cosas.

Cuando llegamos a casa, no tuvimos tiempo ni para comer, incluso si lo hubiéramos tenido, tampoco creo que hubiéramos comido.

Miré con tristeza el recipiente en dónde se encontraban las cenizas de nuestros padres.

— Incluso en la muerte estuvieron juntos — susurré.

— ¿Qué dijiste? — cuestionó mi hermana.

— Nada. Me voy a dormir — le dije antes de empezar a subir las escaleras, cuando iba por el décimo escalón, no pude evitar voltear y decirle — Dormiré contigo, así que no tardes tanto.

Iara sonrió al escuchar aquello, su expresión acongojada se iluminó por un momento.

— Solamente si te bañas — comentó — Me di cuenta de que no te has bañado durante tres días.

Ante su comentario fruncí los labios.

— ¡Oye! Soy un gato, cuando has visto a un gato bañarse — refute.

Seguí subiendo las escaleras mientras pensaba como nuestra vida iba a cambiar por completo de ahora en adelante. Debíamos empezar a adaptarnos, a estar sin nuestros padres, empezar a vivir de manera independiente. Yo no quería ser una carga para mi hermana, por lo que me prometí escuchar sus palabras y comportarme de manera madura.

Tampoco quería que ella notará lo triste que estaba con la partida de ellos, pude notar como a lo largo del día ella trató de aparentar ser fuerte debido a mí. Por lo que no quería agobiarla, así que también me prometí no mostrar mi dolor delante de ella. Deseaba que se diera cuenta de que ella no tenía que cargar con todo sola, y que notará que yo también podía ser su roca en la que podía apoyarse.

Después de todo, ahora solo nos teníamos la una a la otra.

En cuanto a bañarme, bueno, eso lo haría mañana.

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Comments

Angie Olivera

Angie Olivera

Parece una serie de TV!! Está muy buena!!

2023-06-16

2

Angie Olivera

Angie Olivera

Muy interesante esta novela, jamás leí algo así!!

2023-06-16

0

Maita Yai

Maita Yai

q triste 🥺

2023-06-02

0

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