Juego De Mafiosos! ( Saga I )

Juego De Mafiosos! ( Saga I )

Capitulo 1

Hola mis fieles lectoras, aquí he vuelto con una nueva obra. Espero les guste y me acompañen en esta nueva aventura. Les notifico que esta es una novela diferente, no es la típica chica virgen y sumisa que se deja pisotear. Todo lo contrario, pero les aseguro que la van a disfrutar. Ahora sí, ¡a COMENZAR!

11 pm Los Ángeles - Estados Unidos

"Despreciables, corazón negro y podrido, así era aquel par por cuyas manos correría sangre y angustia."

Criados para ser grandes herederos de la mafia Luna Creciente, la noche anunciaba gritando DESGRACIA, sin ser escuchada por los oídos consumidos en el sueño que yacían en la casa de verano del Gran Camflit. Dos jóvenes de tan solo 16 años habían logrado filtrarse al interior de esta enorme fortaleza, entrenados para seguir y cumplir órdenes de altos mandos. ¿Cuál era su objetivo? ¡NI UNO SOLO! Entraron sigilosamente a la habitación principal descargando con furia y satisfacción contra la vida de la pareja que, ignorantes a su destino, dormían plácidamente.

A las 11:01 pm ya habían cumplido el trabajo, ganándose así el respeto y la nominación de herederos. Siendo los más jóvenes en la historia en haber asesinado a uno de los mafiosos más importantes, EL GRAN CAMFLIT. Pero aún los jóvenes no habían terminado de impresionar a los altos mandos de la mafia. Cada misión que se les otorgaba era realizada al pie de la letra. No tenían alma de adolescentes, de hecho, en las calles se murmuraba que ninguno tenía alma alguna. Eran tan fríos y despiadados que hasta algunos de los altos mandos los trataban con sumo respeto. Sabían perfectamente bien que no eran de andarse con rodeos.

10 AÑOS DESPUÉS, MOSCÚ - RUSIA

-- Leonid Zaytseva --

En las calles lo apodaban Demonio, heredero de una de las mafias más importantes y peligrosas de Rusia conocida como Vor V Zakone, que significa "Ladrón En La Ley". Despiadado y altivo, tenía carácter de destruir y comandar. Era un hombre alto de ojos y cabellos claros como la miel, anchos hombros, delgado y con fuertes brazos. Su barba bien definida y dentadura perfectamente lineal, todo un monumento digno de heredar un imperio.

Había sido iniciado en el negocio de su padre a la edad de 16 años, junto a su mejor amigo, ganándose así la admiración y el respeto de todos los altos mandos de la mafia a tan corta edad. Había sido criado para ser el sucesor de su padre Yuri Zaytseva. Había torturado, matado y expropiado a tantos para su padre que ya había perdido la cuenta. En su mundo no existía otra cosa que el poder y el respeto. La compasión no tenía cabida en su vida y el que se atrevía a molestar al heredero terminaba sin cabeza. Era una forma que tenía de hacer saber que fue por su mano que ocurrieron las cosas, lo que había hecho que se convirtiera en el hombre más temido de toda Rusia. Pobre de aquel que se cruzara en su camino, así fuera por simple casualidad.

Tok, tok.

"Joven Leonid, su padre lo espera en el comedor", anunció el ama de llaves y se retiró sin esperar que contestara, sabía que solo debía informar y retirarse de inmediato.

Leonid se dirigió al comedor encontrándose allí con Yuri.

"Padre, no tenías que esperarme, planeaba desayunar fuera", dijo sin interés.

"Precisamente por eso lo hice, ya no te veo en casa y recuerda que tienes obligaciones que cumplir", decía Yuri enojado mientras lanzaba una carpeta sobre la mesa.

"¿Qué es esto?", preguntó sin interés.

"Eso es tu próximo objetivo, descubrimos un espía en uno de nuestros clubes, en Los Ángeles. Viajarás en dos días. Tráeme la cabeza de ese bastardo", sonrió el viejo.

"Dalo por hecho", dijo Leonid con una mirada siniestra.

Por fuera parecía un ser hermoso y lo era. ¿Quién no caería a los pies de este hombre? Pero por dentro era el mismísimo demonio. Salió de la mansión Zaytseva. Rocco, su guardaespaldas de confianza, ya lo esperaba en el auto. Luego de acomodarse en su asiento, ordenó:

"Zona Roja", fue lo único que pronunció.

Rocco puso el auto en movimiento. A pesar de que tenía mucha confianza con su jefe, se tensó al escuchar el lugar a donde se dirigían. Cinco camionetas negras seguían el deportivo negro del heredero. Llegaron a un lugar al fondo de la ciudad. Parecía una pequeña ciudad abandonada y en la entrada había un enorme arco rojo del cual colgaban dos hombres que recién habían sido ejecutados. Por eso el nombre de Zona Roja.

Nadie en la ciudad se atrevía a acercarse a tan horrible lugar y con obvias razones. Se bajó del auto y ajustó su corbata, luego ingresó seguido de diez hombres armados.

- Leonid, ¿a qué debo esta sorpresa? - preguntó el hipócrita hombre sentado en el centro del lugar, con su enorme barriga reposando en sus piernas.

Leonid se sentó frente a él, cruzando sus piernas, mientras llevaba un vaso de whisky a su boca.

- ¿Creíste que podías burlarte de mí en mi territorio, Igor? - con su dedo golpeaba el borde del vaso.

- Jamás me burlaría de un Zaytseva, eso sería estúpido para cualquiera, incluso para mí - contestó el hombre mientras tragaba grueso. Sabía que había sido descubierto.

- Bien, ya que no sabes de qué hablo, entonces no te importará acabar con la persona que lo hizo - Leonid era un hombre que no tenía piedad y hace unos días descubrieron a una intrusa en la mansión que intentó envenenar a Yuri.

- Co... como usted ordene - tartamudeó el hombre.

- Traiganla - ordenó.

Los hombres de Leonid sostenían a una mujer de unos 28 años de estatura alta, la cual tenía severas marcas de tortura en sus brazos y piernas. El hombre palideció al ver que tenían capturada a su hija.

- Leonid, es mi hija - mencionó.

- Mm... ¿con que es eso? Bien, te alistaste con los perros para asesinar a mi padre - afirmó enojado.

- No... no, eso no es cierto, Leon - fue interrumpido.

- Bueno, ya que no es cierto, entonces quiero que ejecutes el castigo a tu hija.

- Papá, por favor, ayúdame, esto fue tu idea - gritaba.

- No... no sé de qué hablas -.

Los hombres de Leonid le entregaron un hacha al hombre, quien palideció. Sabía lo que eso significaba, pues él lo había llevado a cabo muchas veces.

- Yo no puedo, es mi hija -.

- Si lo haces, te perdonaré la vida. Corta la cabeza -.

El hombre sabía que si no obedecía, lo matarían. Por lo que, con las manos temblorosas, levantó el hacha y la cabeza de la joven rodó hasta los pies de Leonid.

- No puedo creer que asesinaras a tu propia hija por tu cobardía y codicia. Jamás te adueñarás del imperio Zaytseva.

"¡Espere!", reclamó, "dijo que me perdonaría la vida".

"¿Crees que cucarachas como tú deben vivir? ¡Pues no! Deben ser exterminadas. ¡Mátenlo!", ordenó, saliendo del lugar y subiendo al deportivo que aguardaba en la entrada.

"Rocco", llamó.

"¿Debemos hacer algo más, Leonid?", preguntó. Era el único de sus hombres que podía llamarlo por su nombre.

"Prepara todo. En dos días volamos a Los Ángeles", respondió Rocco, asintiendo.

NÁPOLES - ITALIA

Cabellos y ojos oscuros, semejantes a una tierra sin luna ni estrellas, así era él, Franco Bennati. Frío y calculador, desprendía un aura de maldad por todas partes, pero aún así, era un joven de tan solo 26 años, italiano nacido en la ciudad de Nápoles. La ciudad que desde antes de nacer había sido puesta a sus pies y ahora anhelaba mucho más: toda Italia. Con un escultural cuerpo, era capaz de enloquecer a cualquier mujer con su porte dominante al igual que su altura. Además, tenía fama de cazador y asesino despiadado que hacían temblar de miedo hasta al más feroz de los hombres.

Heredero de la mafia italiana más peligrosa, conocida como Ndrangheta, que significa "Hombría y Coraje", su padre Luca Bennati lo había preparado bastante bien. Era capaz de infiltrarse en el mismísimo infierno sin ser visto y salir de la misma forma.

- Te necesito en dos días en Los Ángeles - pronunció Lucía, arrebatando la copa de la mano de su hijo y tomando todo el contenido.

- ¿Objetivo? - preguntó, sirviéndose otra copa.

- Hay un espía en uno de los clubs en los que tenemos sociedad con los Zaytseva.

- ¿Y entonces imagino que Leonid también estará presente? - sonrió. Aquellos dos juntos eran un torbellino.

- Por supuesto, ambos son perfectos para esto. Se quedarán unos días investigando. La información está en tu despacho. Recuerden: ¡ni uno solo!

- Ni uno solo - repitió Franco.

Sabía que a quien debían asesinar era alguien importante que amenazaba sus negocios. Por eso habían decidido volver a unir a los cazadores. Leonid había sido su mejor amigo desde que tenía memoria. Iniciaron juntos en esto y siempre son los únicos capacitados cuando se trata de cualquiera que pueda amenazar el imperio Zaytseva o Bennati. Luca y Yuri también son amigos desde muy jóvenes. Por eso, ambas mafias tenían el territorio completo en Estados Unidos: clubs nocturnos, ventas de armas y tráfico de drogas, entre otras cosas como la Zona Roja.

- Vitto.

- ¿Sí, Franco?

- En dos días volamos a Los Ángeles. Y Vitto, llámame Franco, maldición. Ya te lo he dicho. Mi guardaespaldas de confianza no puede andar llamándome joven y menos delante de mis enemigos.

- Sí... sí, Franco - contestó y luego se marchó.

Su jefe era de esos hombres que causaban terror. Y aunque había confianza, debía andarse con cuidado y no hacerlo enojar si quería seguir vivo. Eso estaba más que claro.

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