Samuel bajó del caballo y se dirigió a sus suegros con una sonrisa en la cara, pero su expresión cambió rápidamente al ver que ellos no tenían la respuesta que esperaba.
"¿Dónde está Elena?", preguntó de inmediato, sin saludar ni perder tiempo en formalidades.
Pablo frunció el ceño, sorprendido por la pregunta tan directa y preocupada de su yerno. "¿Elena? ¿No está contigo?"
"No", respondió Samuel, cada vez más preocupado. "Ella me dijo que iba a venir a visitarte esta tarde, que tú la habías mandado llamar. ¿No es cierto?"
Pablo negó con la cabeza, desconcertado. "No, no he hablado con ella hoy. Ni siquiera sabía que iba a venir."
Samuel se paralizó por un momento, el miedo y la preocupación nublaban su mente. Pero no podía quedarse de brazos cruzados. "Debemos encontrarla. Rápido", ordenó a sus hombres.
Llamó a Raúl y juntos comenzaron a buscar el carruaje, al cochero y a los hombres que la escoltaban. Esperaban encontrar alguna pista o indicio de su paradero. Estaba empezando a oscurecer y el duque estaba desesperado por encontrar a su esposa.
Finalmente, uno de sus hombres encontró el carruaje abandonado en el bosque. El cochero estaba atado y amordazado en el asiento delantero, incapaz de hablar.
Samuel se acercó al carruaje y vio que allí había una caja que parecía un regalo, pero Elena no estaba en ninguna parte. Sin embargo tomo la caja entre sus manos y la guardo. Una sensación de miedo lo invadió al pensar en lo que podría haberle pasado a su esposa. Camino hacia el cochero, que ya había sido liberado, con voz seria y preocupada preguntó:
¿Dónde están los guardias que la acompañaban, y qué ha pasado?
El cochero, aún aturdido, respondió:
Dos de ellos eran traidores, señor. Los otros dos están inconscientes cerca de aquel árbol. - señaló hacia un árbol cercano -.
El duque se acercó al árbol y encontró a los dos guardias desmayados en el suelo. Los examinó rápidamente y vio que estaban vivos, pero necesitaban atención médica, así que le dijo a sus hombres que se ocuparan de ellos. Luego, su atención se centró en una nota que estaba clavada en el árbol. La tomó y la leyó en voz alta:
"Querido Samuel, te buscaré pronto y hablaremos".
Samuel apretó la nota con fuerza, sintiendo la ira y la preocupación crecer en su interior. Miró al cochero y le preguntó:
¿Viste quién la secuestró? ¿Tienes idea de quién puede haber sido?
El cochero negó con la cabeza.
Lo siento, señor. Todo sucedió muy rápido, no pude ver nada.
Samuel suspiró con frustración, sabiendo que cada minuto que pasaba era vital para encontrar a Elena. Ordenó a sus hombres que se movieran rápidamente en busca de cualquier pista o indicio, y él mismo subió a su caballo y galopó en la misma dirección que le había indicado el cochero.
La noche era oscura y fría, pero Samuel no podía permitirse detenerse. Su mente estaba llena de preocupación y temor por su amada Elena, y la única cosa que lo impulsaba era la esperanza de encontrarla sana y salva.
Elena estaba sentada en el suelo frío de la habitación, rodeada de paredes grises y desconchadas. Parecía un galpón abandonado, sin muebles ni comodidades. El miedo la tenía paralizada y no sabía qué hacer.
De repente, la puerta se abrió y entró uno de los secuestradores. Era un hombre alto y fornido, con una mirada fría y calculadora. Elena se asustó aún más y se levantó rápidamente del suelo.
¿Por qué me trajeron aquí? - preguntó ella con temor.
Solo sigo órdenes - respondió el secuestrador sin mostrar ningún tipo de emoción. Pues éste había entrado para ver si Elena había despertado y al haberlo comprobado, se dio la vuelta y salió.
Pasadas las horas, Elena estaba sentada en un rincón oscuro de la habitación, abrazándose a sí misma y tratando de controlar su respiración. Escuchó la puerta abrirse y tembló de miedo, pero cuando vio que era el mismo hombre que horas atrás había entrado, se obligó a calmarse.
"Come", dijo el hombre con una sonrisa irónica, arrojando el plato hacia ella.
Elena lo ignoró y al ver que éste no se movia decidio agarrar el plato, con miedo, ella miraba la comida con sospecha entonces el aquel hombre dijo
“No te preocupes no está envenenada”
Después de unos minutos, el secuestrador salió de la habitación y Elena se quedó sola nuevamente. Comenzó a mirar a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una especie de galpón abandonado, lleno de cajas y objetos polvorientos. No había ventanas grandes, solo una pequeña que era por donde entraba la luz de la luna y solo una puerta, que estaba fuertemente cerrada.
Elena comenzó a caminar por la habitación, buscando alguna pista que pudiera ayudarla a escapar. Observó las cajas y los objetos, buscando algo que pudiera usar para romper la puerta o llamar la atención de alguien fuera.
De repente, la puerta se abrió de golpe y el mismo secuestrador de antes entró en la habitación, seguido por otro hombre. Elena retrocedió hacia la pared, asustada por lo que pudieran hacerle.
El primer hombre sonrió al verla. "Tranquila, no te haremos daño", dijo. "Solo estamos aquí para comprobar que estás bien".
Elena se quedó en silencio, sin saber qué hacer o decir.
El segundo hombre la miró de una manera desagradable y se acercó demasiado. "No tienes que preocuparte, cariño", dijo con una sonrisa lasciva. "Estás a salvo con nosotros".
El primer secuestrador intervino. "Vamos, deja de molestarla. Solo estamos haciendo nuestro trabajo".
Los dos hombres finalmente salieron de la habitación, dejando a Elena sola una vez más. Se sentó en el suelo y comenzó a temblar de miedo y angustia.
En la ciudad, Samuel estaba en un estado de agitación constante, y su mente no dejaba de divagar y pensar en mil posibilidades de lo que podría haberle sucedido a su esposa. A pesar de la incertidumbre y el miedo que sentía, seguía haciendo todo lo que estaba en su poder para encontrarla.
Raúl se le acercó, pues estaba preocupado que en cualquier momento el duque colapsara y le dijo:
Samuel, necesitas descansar. No has dormido, ni comido desde que Elena desapareció.
No puedo descansar, Raul. Mi esposa ha sido secuestrada, tengo que encontrarla.
Lo sé, y lo estás haciendo, pero no podrás continuar si no descansas un poco. Vamos, regresa a la mansión. Yo me encargaré de que todo mientras duermes un poco y comes. Necesitas tener fuerzas para seguir buscandola.
Samuel suspiró, sabía que Raul tenía razón. Su cuerpo estaba agotado y necesitaba dormir para poder continuar con la búsqueda de Elena.
De acuerdo, regresaré, pero quiero que me avises si hay alguna noticia.
Raul asintió y Samuel regresó a la mansión. Cuando llego, se bajó del caballo y caminó hacia la entrada de la mansión, donde el mayordomo lo estaba esperando.
Señor, un visitante dejó esto para usted -dijo el mayordomo, entregándole una carta.
Samuel tomó la carta y la abrió. En ella solo había una frase: "Querido, Mañana vendré a verte, espero poder encontrarte".
Samuel frunció el ceño, pues noto que este mensaje era parecido al que había conseguido en el bosque
¿Quién dejó esto? -preguntó Samuel al mayordomo.
No lo sé, señor. Solo me dejó la carta y se fue.
Samuel guardó la carta en su bolsillo y caminó hacia la escalera para subir a su habitación. A pesar de estar agotado, no podía evitar sentirse inquieto por el mensaje en la carta.
Una vez en su habitación, Samuel se acostó en la cama, pero su mente no dejaba de dar vueltas. ¿Dónde estás Cariño ? ¿Por qué te hicieron esto? te extraño como loco, espero te encuentres bien.
Después de un rato, Samuel finalmente logró dormir, pero su sueño fue interrumpido por pesadillas sobre Elena y su secuestro. Cuando despertó, se sintió aún más agotado que antes.
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Comments
Leonora Bet
Yo creo que fué la loca de su ex
2023-05-17
10
Mirna Luz Sierra Sanchez
no hay q ser adivino para saber q es la bruja ojalá le den un cruel final
2023-04-26
1
Hanize Cristo
autora maraton ,maraton,maraton,maraton,maraton
2023-04-26
1