El Duque Samuel

Después de un largo y silencioso viaje en carruaje, finalmente llegaron a la mansión de Elena. Cuando Elena descendió del carruaje, el Duque le agradeció por haber terminado rápido con la elección del pastel y por haber sido tan paciente con él en ese día tan agitado. También le aseguró que todo estaba bien y que ella no debía preocuparse por nada.

Elena asintió en silencio mientras miraba al Duque a los ojos, tratando de descifrar sus verdaderas intenciones. Pero no encontró nada más que su mirada fría y calculadora.

Finalmente, el Duque le dio un beso en la mano y le deseó buenas noches, mientras Elena entraba a su casa, el Duque se alejaba en su carruaje pensando en lo extraño que se sentía su corazón al estar cerca de ella. Pero tambien penso que se sentia de esa manera por haberse encontrado con Sofia, así que no le dio importancia al asunto.

Mientras se dirigia de regreso a su mansión, el Duque se preguntaba qué estaba pasando en la mente de Sofia. ¿Acaso estaba tratando de recuperarlo, después de lo que había hecho? ¿O tenía algún otro propósito oculto? No sabía qué pensar al respecto.

Samuel se sentía confundido y un poco perturbado por la presencia de Sofia en la pastelería. Recordaba su traición y el dolor que le había causado en el pasado, pues si no fuera porque ella lo traiciono con el General del reino vecino, quien estaba de incognito y al que le entrego unos documentos confidenciales, la guerra no hubiera empezado.

Por suerte ya habia acabado y Él y el Reino estaban fuera de peligro. No entendía por qué ella había regresado y por qué estaba interesada en su vida.

Llegó a su casa y, se dirigio al despacho, donde se levanto de la sillas de ruedas, después de quitarse el abrigo y la chaqueta, se giro hacia el ventanal. Miró a su alrededor, pensando en todo lo que había pasado desde que llego de la guerra pero por momentos su mente seguía regresando a Sofia. No podía sacarla de sus pensamientos. Finalmente, decidió que tenía que hacer algo al respecto. Tenía que averiguar por qué ella había vuelto y qué estaba buscando.

Luego de hablar con Raul y darle la orden para que investigara a Sofia. El Duque recordó la conversación que tuvo con Sofia en la pastelería momentos antes. A pesar de que trataba de olvidarla, su recuerdo lo perseguía constantemente.

Flashback

Sofia: Por favor, perdóname. No te he olvidado, todavía te amo y necesito una nueva oportunidad.

Duque: Lo siento, pero yo no quiero nada de ti, no me interesas, además estoy comprometido y me casaré con la joven que acabas de ver a mi lado. Además, no puedo perdonarte por lo que hiciste, me engañaste y no conforme con eso me traicionaste y a tu nación, después de que te di y hice todo por ti.

Sofia: Pero tu casi nunca estabas para mi, si me dabas todo, pero yo te necesitaba, ¿por qué tuviste que irte a la guerra? ¿por qué no me elegiste y te quedaste? No podía soportarlo y por eso hice lo que hice.

Duque: Eso no es una excusa para traicionarme. Lo que tú hiciste es imperdonable.

Sofia: Pero, yo me equivoqué, pero ¿no ves cómo te amo?, no me importa tu condición, estoy dispuesta a estar para ti. Se que ahora me necesitas. Voy a hacer todo lo posible para recuperarte.

Durante toda la conversación, el Duque se dio cuenta de que Sofia lo miraba con desprecio, a pesar que le hablaba de estar enamorada de él. Pues conocia muy bien a esa mujer, lo que lo hizo sentir aún más herido y traicionado por alguien que había amado tanto en el pasado.

La conversación terminó con un silencio incómodo entre los dos, pues en ese instante Elena salio de la pasteleria y el Duque se alejó en su silla de ruedas sintiendo dolor en su corazón.

Fin del flashback

Mientras el Duque caminaba por su despacho, recordó que necesitaba hablar con el Cardenal para organizar la ceremonia.

Se acercó a su escritorio y abrió el cajón, sacando un pergamino. "Debo llamarlo inmediatamente", pensó el Duque, mientras buscaba una pluma para escribir la carta.

En la misma, le pedía al Cardenal que oficiara su boda en la catedral del reino, la Catedral de San Pedro, la más famosa por su belleza. Sabía que el Cardenal era un hombre ocupado, pero confiaba en que haría lo posible por cumplir su petición.

El Duque dobló cuidadosamente la carta y la selló con cera roja. Luego, escribió la dirección del Palacio Arzobispal y ordenó a su mayordomo que la entregara personalmente.

Satisfecho por haber tomado medidas para que su boda se celebrara en el lugar que había elegido, el Duque se recostó en su silla y cerró los ojos, intentando borrar de su mente los recuerdos de su encuentro con Sofia.

Al otro día mientras Samuel estaba en su oficina el Mayordomo le informa la llegada del Cardenal.

Cuando el cardenal llegó al despacho del duque, el anciano lo saludó con una sonrisa cálida y un abrazo cariñoso. "Mi querido hijo", dijo el cardenal, "¿cómo te encuentras hoy?"

El duque le devolvió la sonrisa, agradecido por el amor y la preocupación que el cardenal siempre había demostrado por él. "Muy bien, eminencia", dijo el duque. "Gracias por venir. Hay algo que necesito hablar contigo".

El cardenal asintió con la cabeza, y los dos hombres se sentaron juntos en el despacho del duque. El duque le contó al cardenal sobre su compromiso con Elena y su deseo de casarse en la catedral de San Pedro. El cardenal lo escuchó con atención y luego asintió con la cabeza.

"Por supuesto, hijo mío", dijo el cardenal. "Me alegra ver que has encontrado la felicidad. Haré los arreglos para la boda en la catedral que deseas, y te aseguraré de que todo esté en orden para ese día especial".

El duque sonrió, agradecido por el apoyo incondicional del cardenal. "Gracias, eminencia", dijo el duque. "Eres un verdadero amigo y un mentor para mí".

El cardenal se acerca al Duque y le pone una mano en el hombro. "Hijo mío, sé que tú no estás enamorado de esa muchacha. Tu corazón todavía está herido por aquella traición, y temo que te estés casando por obligación, no por amor. Te conozco bien, y sé que no eres hombre de hacer nada que no quieras hacer. Te pido que reflexiones sobre esto y tomes la decisión correcta, por ti mismo y por la mujer que piensas desposar."

El cardenal le da una palmada reconfortante en el hombro y se aleja, dejando al Duque sorprendido, pues este creía que lo habia engañado.

El duque suspira y confiesa al cardenal: "Tiene razón, Eminencia. No estoy enamorado de Elena, pero necesito una esposa. Para mí, todas las mujeres son iguales, solo la necesito para cumplir la orden del rey. Además, le prometo que la respetaré y apoyaré en todo lo que necesite".

El cardenal asiente y le responde: "Entiendo tu punto de vista, hijo mío. Pero recuerde que el matrimonio no es solo una cuestión de conveniencia. Debe haber amor y compromiso para que funcione."

El duque asiente con cierta resignación, sabiendo que el cardenal tenía razón, pero también sabiendo que en su situación, el amor verdadero era un lujo que no podía permitirse.

El duque un poco preocupado de que el Cardenal sabiendo la verdad no lo casara pregunto "entonces... eminencia me harías el honor de celebrar mi boda."

El cardenal lo quedo mirando con un rostro serio colocando a Samuel nervioso, hasta que su eminencia asintió.

El duque sonrió de nuevo, agradecido por el apoyo incondicional del cardenal. "Gracias, eminencia", dijo el duque. "Gracias por apoyarme prometo no defraudarlo."

El cardenal le dio un fuerte abrazo al duque. "Siempre estaré aquí para ti, hijo mío", dijo el cardenal. "Y recuerda, nunca subestimes el poder del amor y la fe. Son las cosas más poderosas que un hombre puede tener en su vida". dicho esto el cardenal se marcho dejando al duque sin palabras.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***