Pasado un rato Samuel, pasó a buscar a Elena, la condujo por los pasillos de su mansión, mostrándole cada una de las habitaciones y describiéndole sus peculiaridades. Elena se maravillaba con cada detalle, desde los tapices bordados a mano hasta los cuadros colgados en las paredes.
Elena se mostraba interesada y le hacía algunas preguntas sobre la historia de los objetos, y Samuel, aunque al principio un poco frío, empezaba a sentirse cómodo con su compañía.
Mientras caminaban juntos, Samuel comenzó a sentir que la presencia de Elena le resultaba cada vez más grata. Nunca antes había sentido una conexión tan fuerte con alguien en tan poco tiempo. El color de sus ojos, la curva de sus labios, la suavidad de su voz, todo en ella lo atraía poderosamente.
De repente, llegaron a una galería de retratos de los antepasados de Samuel, y él le mostró a Elena el cuadro de su abuelo, quién había sido uno de los fundadores de la mansión.
Este es mi abuelo - dijo Samuel, señalando el cuadro -. Fue un hombre muy importante en su época.
Es muy impresionante - respondió Elena, admirando el cuadro -. Se parece mucho a usted.
Samuel se sonrojó un poco ante el comentario, pero rápidamente recuperó su compostura.
No, no creo que nos parezcamos mucho - dijo él, tratando de ser modesto -. Él era un hombre mucho más valiente y honorable que yo.
No diga eso. - replicó Elena, mirándolo fijamente a los ojos -. Usted también es valiente y honorable, de una manera distinta, pero lo es. Me ha impresionado su forma de defender sus ideales y su compromiso con su familia y su tierra. Sobre todo, lo que más me sorprendió fue que se hiciera pasar por paralitico.
Samuel se quedó sin habla por un momento, sorprendido por las palabras de Elena. No estaba acostumbrado a que lo elogiaran de esa manera, y menos de alguien tan joven y hermosa como ella.
Gracias, Elena - respondió Samuel, con un ligero titubeo en su voz -. Eso significa mucho para mí. Y lo de hacerme pasar por paralítico fue porque no me quería casar, pero ya ves las vueltas del destino.
De repente, Samuel se detuvo frente a una puerta de madera tallada. "Esta es mi habitación. ¿Quieres verla?" dijo levantando una ceja con picardía.
Elena se sonrojó ligeramente, pero asintió. Samuel abrió la puerta y la dejó pasar primero.
Dentro de la habitación, la luz del sol entraba por las ventanas e iluminaba todo el espacio. Era una habitación lujosa, con una cama grande en el centro y muebles tallados a mano. Elena se acercó a la ventana y miró hacia afuera, maravillada por la vista.
Samuel se acercó por detrás y le susurró al oído: "La vista es hermosa, verdad". Pero inmediatamente se echó hacia atrás, pues no sabía porque se había acercado tanto.
Elena se sonrojó y giró para mirarlo a los ojos. Por un momento, se quedaron así, mirándose el uno al otro.
Samuel se acercó más a ella, como si quisiera decirle algo, Elena por su parte sintió un cosquilleo en el estómago. Un suspiro escapó de los labios de Samuel y ella se sonrojo aún más al instante. Luego, lentamente, Samuel se acercó, tomó su mejilla y... En ese momento alguien tocó la puerta, interrumpiendo el momento mágico.
Era el mayordomo llamando al duque para atender un asunto urgente en el jardín. Samuel se disculpó con Elena y se fue corriendo, dejándola allí sola y con el corazón latiendo a mil por hora.
Después de salir del dormitorio, Samuel se encaminó al jardín sintiéndose confundido. Había algo en Elena que lo atraía irremediablemente, pero también sentía miedo de abrir su corazón de nuevo después de lo que le había pasado con Sofía.
Samuel llegó al jardín y encontró a varios de sus criados discutiendo acaloradamente. Al acercarse, pudo ver que la fuente del problema era una pequeña fuente de agua que había dejado de funcionar.
Los criados explicaron que habían intentado arreglarla, pero que no habían tenido éxito.
Samuel les pidió que lo dejaran ver el problema, y se acercó a la fuente para inspeccionarla.
Después de un par de minutos, Samuel encontró el problema. Había una pequeña piedra que había caído en la tubería y estaba obstruyendo el flujo de agua. Con un par de movimientos hábiles, logró sacar la piedra y encender la fuente nuevamente.
Todos quedaron impresionados por la habilidad del Duque para solucionar el problema tan rápidamente.
Él simplemente se encogió de hombros y dijo: "No es gran cosa, solo necesitaba un poco de atención".
Con la fuente ahora en funcionamiento, todos regresaron a sus respectivos trabajos, mientras que el Duque no podía sacarse de la mente la escena que había vivido minutos antes con Elena, y pensó: si tan solo no nos hubiesen interrumpido, yo... no, no, no Samuel que piensas, estaba en conflicto consigo mismo, cuando escuchó la voz de Elena llamándolo. ¿Duque?" dijo tímidamente, sin saber si debía interrumpirlo.
Samuel se giro y la encontró cerca del estanque, admirando la belleza del agua. Se acerco a donde ella se encontraba y sus ojos se suavizaron al verla. "Elena, ¿qué ocurre?"
"Lo siento por interrumpirte. Quería preguntarte si podía pasear un poco por el jardín mientras tú estás aquí".
"Por supuesto", dijo Samuel, sonriendo levemente.
"Te mostraré los rincones más hermosos del jardín, si me acompañas". Y extendió su mano hacia ella.
Elena asintió emocionada, y juntos comenzaron a caminar por el jardín. Samuel le mostró las diferentes plantas, le habló sobre la historia del jardín y le mostró un banco escondido detrás de un seto de rosas.
"Elena, ¿puedo pedirte un favor?", preguntó el Duque de repente, mientras se sentaban juntos en el banco.
"Por supuesto, lo que necesites", respondió Elena.
"Me gustaría que me llamaras por mi nombre, Samuel", dijo el Duque. "Me gustaría que fuéramos menos distantes, después de todo estamos casados y deberíamos poder tratarnos de forma más cercana".
Elena asintió sonriendo, y Samuel se sintió un poco más relajado, como si un peso se hubiera levantado de sus hombros. Se sentía cómodo en la compañía de Elena, y no podía negar que su presencia lo estaba cambiando.
Después de un rato, el Duque decidió que era hora de presentar a Elena a su personal de servicio como la nueva señora de la mansión. Se levantó del banco y le ofreció su brazo para que lo acompañara.
"Es hora de que conozcas a los que trabajan para mí y que ellos conozcan a la señora de está mansión", dijo con una sonrisa tímida.
Elena aceptó su brazo y juntos caminaron hacia el interior de la mansión. Samuel se sentía cada vez más cómodo con la presencia de Elena a su lado, y a medida que avanzaban por la casa, se dio cuenta de que estaba empezando a enamorarse de ella. Sin embargo, todavía estaba nervioso acerca de lo que podría pasar entre ellos, además que notaba que Elena siempre mantenía la distancia con él, así que decidió tomar las cosas con calma.
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Comments
MINNY@24💕
dios que grandisimo problema 🤨🙄🤦🏻♀️
2024-08-01
0
Yinett Mateo
Ese era el gran problema 😵💫???
2024-05-05
9
Jimin
aaayyy de veras con ese mayordomo yo quería ver algún acercamiento más intenso
2023-08-04
0