Solo hubo un silencio en el camino hacia el lugar de donde había huido aquella noche tormentosa. Elon no dejaba de lado su móvil y su tablet, pareciera que de ello dependiera el futuro del mañana. Preguntas iban y venían entre Elon y Santiago. Era la primera vez que Victoria conocía un poco del entorno de trabajo de su esposo y venía la otra cara de Santiago que, al dar cada respuesta, reflejaba una mirada mesurada en cada palabra. Cada respuesta era clara y contundente, un titubeo era rechazado por una mirada fría de parte de Elon y eso provocaba en Victoria un desasosiego y frustración. Era como si no existiera, era estar para ella en un mundo en el cual no había cabida para ella.
De pronto, Victoria lleva la vista hacia la ventana, ve cómo cada vez se acercan más al hotel Primavera. Un suspiro hondo estremece de ansiedad su cuerpo y, a la vez, saca a Elon y Santiago de su conversación. Santiago aprovecha la situación y expresa que ya se estaban acercando, lo que lleva a Elon a apagar su iPad y a organizarse su traje.
Al aparcar el automóvil, Elon le indica a Santiago salir primero y esperar afuera. Este inmediatamente se despide y sale. Elon toma la mano de Victoria y aprieta fuertemente. Victoria suelta un sonido soso de dolor mientras Elon le comunica: "Hoy es una noche muy importante y si a causa tuya se echa todo a perder, te cobraré cada dólar perdido. No hagas que mi paciencia llegue al límite contigo". Suelta la mano de Victoria bruscamente. Un punzón de dolor palpita en su mano y asiente con su cabeza la advertencia dada por su esposo.
La música clásica agolpaba cada rincón del salón principal del hotel. Todo estaba embellecido y adornado delicadamente. Victoria comprendía por qué su esposo había sido meticuloso al escoger su atuendo y, en cada paso que daba, los esposos Walton Lauder, la vista de todos se posesionaba sobre ellos. Las miradas curiosas y con disimulo no los dejaban. No perdían cada paso dado.
Elon tenía tomada la mano de Victoria y a donde se dirigía él, ella era arrastrada en cada espacio. Empresarios y famosos de la pantalla grande estaban todos reunidos. En su mente se dibujaba cada vida oscura de cada rostro que reconocía. Jamás hubiese podido conocer la otra cara de cada persona presente. Una huida en medio de la lluvia la había sumergido en el fango donde se encontraba cada mujer y hombre que participaba de aquella cena de negocios. Elon se había encargado de darle a conocer sus verdaderos rostros, aunque no comprendía ni veía la necesidad de hacerlo.
Elon se acerca a su oído con una sonrisa sutil y anuncia a Victoria que es el momento. Caminan hacia el final del salón en el cual se encuentra una puerta en cedro revestida de un brillo presuntuoso. Sus grandes puertas fueron abiertas. Una mesa se encontraba en el centro de aquella sala y alrededor de ella diferentes personajes que había visto al llegar y que, como ellos, habían ingresado muy sutilmente a la sala. Era como si estuvieran a la espera del gran anfitrión.
La vista de Victoria se posa frente a un hombre mayor, en cuyo cabello plateado reflejaba la vejez que ya asomaba no solo en su risa sino en su mirada. Al acercarse, saluda cortésmente a Elon sin dejar de ver a Victoria, quien de improvisto abraza a Victoria y expresa con cariño: "Señorita Victoria, es un placer ver un rostro que trae a mi mente solo bellos recuerdos. Conservas de tu madre y, por supuesto, tu padre una belleza inigualable. Pensé que moriría de viejo sin poder conocer los brotes de la familia Lauder".
Victoria reconocía las palabras sinceras de aquel hombre. No lo conocía, pero al parecer él conocía muy bien a sus padres. Era como si hubiesen sido muy cercanos. Deseaba preguntar y conocer más de sus padres a través de este hombre, pero no era el momento indicado. Entonces, ella agradece sus palabras y sonríe formalmente.
Cada uno ha tomado posesión de un lugar en la mesa y empieza la discusión sutil pero llena de dardos escondidos en cada palabra. Una discusión de orgullo y poder se escondía en cada oración expresada. Cada uno quería ser parte de las nuevas inversiones de las empresas Walton & Lauder, pero solicitaban beneficios y poder de control. Querían sus manos en cada proyecto.
Elon solo observaba con precaución y diligencia como si todo lo que se dijese allí no le afectara o ya estuviese preparado de antemano. De pronto, a la sala entra Santiago, el cual se acerca por la parte derecha y se inclina al oído de Elon y comunica algo en el cual todos, en medio de la discusión, sienten la curiosidad de saberlo. Elon solo sonríe y con un solo gesto da una orden que solo Santiago parece comprender y este se despide y sale.
Nuevamente, la vista de todos da vuelta hacia la puerta. Una mujer joven, con un vestido blanco con escote en V, ajustado a su cuerpo y llegando el largo de su vestido debajo de la rodilla, ingresa saludando a todos con una sonrisa amistosa y disculpándose por su tardía llegada. Su rostro y belleza me indican que ella es Elena, la única dentro del repertorio de Elon que solo contiene información básica. Ella posa su mirada hacia Elon y, sin importarle la mirada de todos, se acerca a él rodeando su brazo por sus hombros y besando a media luna sus labios como en forma de saludo. Mi asombro no deja que pierda cada detalle y movimiento de sus dedos sobre los hombros de Elon. Para ella, era como si solo dos existiese en este pequeño espacio.
Noto que en la mirada de todos allí no dan interés de lo hecho por aquella mujer. Su curiosidad busca mis reacciones frente al irrespeto realizado por aquella mujer.
A Elon no parece importarle sus insinuaciones, pero retira su mano de sus hombros y la aleja a la vez manifestando: "Elena, creo que todos aquí llevamos una vida ocupada. Si tienes algo de respeto, aprende que en los negocios llegas puntual. Esto no es tu patio de grabación. Comportate, por favor".
Y al parecer, todos se veían desilusionados, pues esperaban ver una escena por parte de Victoria. Pero Victoria, más que celos, sentía asombro por aquella mujer tan atrevida.
Y como si no quisieran perder la oportunidad, uno de los presentes, Tonny Grulle, quien llevaba una larga experiencia actoral y ahora director de cine convocado por Elon por su brillante trabajo, expresa a Elena: "Mujer, creo que debes saber comportarte. Recuerda que el joven Elon es un hombre casado".
Elena hace una mueca de disgusto y expresa: "Para mí es como si no lo estuviera. Es inexistente su esposa". Tonny no pierde oportunidad y en sus palabras parecieran que sentía lástima por Victoria, pero a él solo le divertía lo que veía. Y no perdiendo oportunidad de ver la reacción de Elena, comenta: "Señorita Elena, no debería decir esas cosas cuando la Señora Walton se encuentra en la sala y al lado de su esposo, ¿no lo cree?".
Elena voltea y, por primera vez desde que entró, observa a Victoria sentada al lado de Elon. Su rostro solo refleja disgusto en vez de vergüenza y de sus labios solo expresa veneno y reproche, fijando su vista y diciendo: "Elon, no soy yo la que considera esta importante reunión como un patio de recreo. ¿Acaso has venido a jugar a la casita?". Victoria comprende que esta mujer se ha declarado su íntima enemiga y eso implica que cada minuto que esté allí deba soportar sus insultos. Victoria es buena aguantando, pero no lo es cuando está reprimida. Solo espera poder aguantar, porque si no, Elon no se lo perdonaría.
Elena ignora a todos a su alrededor y se ubica, al parecer, en una de las sillas que se estaba conservando para el último invitado: ella. Todos ríen con disimulo y Victoria comprende que esas risas son dirigidas a ella, pues ante todos ha quedado como una mujer con la dignidad pisoteada... una dignidad que no le interesa desde la muerte de sus padres.
Elon toma partido de la reunión y manifiesta: "Elena, lo que digas no tiene importancia para mí a no ser que sean negocios y esos negocios me generen ganancias. Además, mi esposa no caerá en tu juego". Terminado de dejar clara su posición, Elon presenta a la mesa sus propuestas con referencia al tipo de género, actores y población dirigida. Nada queda suelto, quiere lo mejor porque sabe que eso solo genera más dinero. Sabe que Tonny no es amigable con sus palabras, pero sus manos convierten cada película en millones de dólares y tener a Elena de su lado equivale a tenerlo a él.
Tonny sabe que los beneficios son buenos, pero no puede desconocer la decisión de Elena. Su padre habría sido su padrino en los inicios de su carrera y abrió sus puertas cuando nadie más lo hizo, así que le debe a la familia Madison la fama que posee.
Al parecer, Elena no le apetece invertir. Se siente molesta por la intrusa y no comprende por qué una mujer que nunca se dio a conocer ahora está al lado de él. No está dispuesta a compartir lo que en su corazón considera suyo. Su silencio hace dudar sobre si es bueno o malo invertir. Todos están al frente de los más ricos en Europa y un desacuerdo equivale a tomar un lado.
Y fue allí donde Victoria volvió a escuchar la voz de aquel hombre anciano, que, según la información brindada por su esposo, su nombre era Miller Varón, cercano a sus padres desde la juventud. Todas las miradas se posaron hacia él. Y su voz, llena de calidad, experiencia y autoridad, dijo sin titubear: "Elon Walton, eres joven, pero tienes un buen juicio en los negocios. Al parecer, has superado a tu padre y lo has dejado atrás. He conocido tu proceso y sé que cada dólar tiene gran relevancia para ti. Jamás inviertes en lo que no produce dinero. Además, puedo añadir que también has crecido en medio de los Lauder. Es como si hubieras heredado la astucia en los negocios de los Lauder. Ahora veo por qué Victoria te eligió como esposo. Así que mis inversiones estarán en este gran proyecto".
Al escuchar sus palabras, Victoria comprendió por qué Elon requería su presencia. La tranquilidad que emanaba solo era la confirmación de que todo lo tenía controlado. Pues aquellas palabras del anciano generaron confianza y todo se fue a favor de Elon. Elena no tuvo otra opción que participar y, por supuesto, Tony estaba encantado de ser parte de grandes proyectos cinematográficos.
Pero en medio de las celebraciones, con brindis como cierre de un gran negocio, Elena deja caer su copa manchando el vestido de Victoria. Quienes conocían a Elena sabían que era un acto de declaración de guerra. Sus disculpas eran tan falsas como su sonrisa. Victoria trataba de contener su ira. La estadía en aquella reunión era una penumbra debido a una mujer coqueta que no dejaba de mirarla y ser descortés en cada oportunidad que tenía. Su instinto la llevó a reaccionar y defenderse, pero en ese momento sintió una mano apretar su muslo con tanta fuerza que oprimió sus quejas. Elon le estaba dando una advertencia y su agarre fuerte era la respuesta que Elon le estaba indicando frente a la provocación de Elena, que solo indicaba "déjala ser".
Victoria se disculpó con todos para retirarse al tocador y así pudo salir de aquel lugar incómodo. Al parecer, en medio de la humillación, Elena también le había hecho un favor al permitirle salir de aquel lugar con una gran excusa.
Elena aprovechó la situación y también se disculpó, manifestando la intención de ayudar a Victoria, ya que fue su error voltear la copa. Sin dar espacio a respuestas, salió de la sala y se dirigió al tocador. Solo antes de llegar, dio vuelta y con una sonrisa complaciente esperaba. Su sonrisa era tan egocéntrica que parecía que en su mente hubiese dibujado los futuros acontecimientos de sus acciones. Solo debía tener paciencia y lograr su cometido final.
De pronto, Elena fijó su mirada hacia el pasillo, donde sus oídos se deleitaban con el sonido majestuoso y poderoso de aquellos zapatos. Elon venía acercándose. Ella sabía que este hombre vendría a buscar a su esposa y necesitaba comprobar cómo una mujer tan simple y parca podría estar en medio de los negocios de Elon. Había notado que su apellido era influyente para aquellos viejos magnates que se apegaban a sentimientos vagos y efímeros. A causa de ellos, no pudo acorralar a Elon, pues él había sacado su as bajo la manga. Por ello, quería corroborar hasta qué punto Elon la utilizaría en beneficio de sus negocios o quizás había una leve posibilidad de afecto hacia su esposa. Esta última idea le pareció descabellada para alguien a quien persiguió, pero jamás pudo ver en su corazón una pizca de sentimientos.
Elena avanzó hacia él un paso y posó sus manos sobre sus hombros, dando un suave agarre cariñoso. Su mirada era penetrante y llena de orgullo. Había logrado su cometido: estar a solas con el hombre a quien había amado toda su vida, pero que jamás había mostrado algún interés por ella. La boda de Elon con Victoria había sido un golpe a su orgullo y su corazón. Pensó en rendirse, pero jamás perdió de vista a Elon y sabía que no existía una relación de pareja entre ellos. Elon tendría una razón verdadera para haber aceptado casarse con ella. Esto la motivó a seguir luchando por lo que consideraba suyo y el matrimonio de Elon solo era un peldaño más en destruir para seguir adelante.
Elon no se inmutó ante su repentino abrazo. Sabía el carácter que tenía aquella mujer y no permitiría que una loca enfermiza acabara con sus negocios. Por ello, decide ser directo con Elena: "¿Qué pretendes, señorita Madison? Considero que mi esposa ha sido lo suficientemente paciente ante tus groserías". Elena solo sonrió y, sin dar tregua, besó a Elon. Era la primera vez que era atrevida. Su paciencia había llegado a su límite, pues de solo pensar que otra mujer se atrevía a tocarlo, se enfurecía. Su beso era carnal, explosivo y fantasioso. El solo sentir sus suaves labios y saborearlos sin pausas le hacían perder la razón y adentrarse en la lujuria. Pero aquella sensación solo duró segundos. Elon agarró su cabello salvajemente, obligándola a dar pasos con él hasta frenar de manera brusca contra la pared. Sus ojos solo desbordaban desprecio y cuando Elena logró volver a la realidad, la otra mano de Elon apretaba su mandíbula. Por primera vez, Elena experimentó dolor.
Elon la miraba, la observaba frugalmente y le dijo: "No vuelvas a tocarme con tu sucia boca, no vuelvas siquiera a tocarme con tus podridas manos. Entre tú y yo solo existe una sola relación: negocios y dinero". Elon suelta a Elena, se organiza su traje y continúa por el pasillo en busca de Victoria. Al llegar al tocador, la llama, pero esta nunca responde. Así que decide ingresar para descubrir que no hay nadie. Voltea y, de forma sorpresiva, da un puño al espejo, el cual se rompe en pedazos. Sale de allí pasando por el lado de Elena, quien todavía se encuentra en el mismo lugar, dando una sonrisa odiosa como si se hubiese salido con la suya. De inmediato, Elon llama a Santiago y, con voz imperativa, le ordena: "Búscala".
Elon se dirige a la sala de eventos, ingresa y se disculpa por su esposa de manera jocosa y tranquila: "Lamento la ausencia de mi esposa. Al parecer, el vino está encantado con ella y no la deja". Todos sonrieron. Elon continúa su reunión y se despide. Al salir, Santiago se hace a su lado, pero Elon no le da tiempo de hablar y expresa: "¿La encontraste? ¿Dónde está?". Santiago rápidamente expone la situación: "Joven Elon, la señora Victoria no ha dejado el lugar. Desde que salió de la sala, ha estado en el gran salón, disgustando de los pasabocas y sentada escuchando la música". Elon inmediatamente se detiene y mira con duda las apreciaciones de Santiago y le pide que la busque: "Tráela. Es hora de irnos".
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