El centro comercial Flower se había convertido en la escenografía para tres mujeres que se declararon en guerra.
Al observar detalladamente a aquella mujer suntuosa, Elon recordó que era la esposa de uno de sus pequeños socios, dueño de algunos locales de prestigio.
Aquella mujer tomó del brazo a Victoria y le anunció que se retirara o sería echada por los guardias.
Victoria sacudió su brazo y respondió: "¡No me iré... tengo derechos como todos de entrar y salir de aquí y tú no eres nadie para que des órdenes!..."
La empleada del almacén, irritada, empujó a Victoria con tanta fuerza que cayó sobre una línea de ropa. El rostro de Victoria estaba tan rojo de la ira como una manzana. Su enojo la llevó a dar una bofetada a la vendedora y a la mujer presumida que no se lo esperaba.
La humillación había sido tan grande que la mujer perdió los estribos y tomó a Victoria de su cabello. Las dos empezaron a forcejear una con la otra, pero Victoria, de una manera ágil, la lanzó al suelo acaballándose encima y dando muchas bofetadas. De pronto, sintió ser arrastrada hacia atrás, pues habían llegado los guardias. Mientras uno la agarraba fuertemente, el otro ayudaba a levantar a la pobre mujer que había quedado medio vestida y algo atolondrada de tantos golpes que en segundos Victoria le había propinado.
Todo era un completo espectáculo ante los ojos de todos quienes observaban a los lejos y de cerca.
Santiago estaba muy sorprendido por la actitud de la señora, pero más le sorprendía cómo el joven CEO no se inmutaba para nada. Solo dio la vuelta y se retiró. Santiago, a su lado, le preguntó si podía intervenir a favor de la señora, dejando claro que si esto llegaba a la estación de policía y se daba a conocer quién era, sería un problema de imagen para las empresas Walton & Lauder. Santiago no deseaba ser malinterpretado, pero en su corazón deseaba ayudar a la señora que estaba siendo acusada de ladrona en su propio centro comercial.
Elon no respondió por un momento, pero al parecer Santiago tenía razón y lo que menos quería era lidiar con la prensa, así que perezosamente dijo: "Haz lo que quieras, no es mi problema".
Santiago inmediatamente hizo señas a quien vigilaba en las sombras a Victoria para que entrara y ayudara a la señora a salir de aquella situación penosa.
Victoria estaba siendo arrastrada afuera para ser llevada a la estación de policía y, junto a ella, iba aquella mujer acusándola con los guardias de haberla agredido sin ninguna razón. En ese momento, el guardaespaldas personal de Victoria se acercó, miró a los guardias y les dio la orden de soltar a la señora. Al mismo tiempo, les entregó una tarjeta de presentación a uno de los guardias. La tarjeta llevaba un sello distintivo que solamente el personal de seguridad cercano al CEO de las empresas Walton y Lauder tenía. Automáticamente, soltaron a Victoria y se retiraron.
Al mismo tiempo, se acercó a la mujer que estaba en disputa con Victoria y manifestó: "Señora Bring, el centro comercial se disculpa por la situación presentada, pero usted debe reconocer su error en haber juzgado a una inocente mujer".
La señora Bring no podía creer cómo todo había cambiado a favor de esa joven insignificante y, furiosa con su lengua venenosa, expresó: "¿Acaso eres el amante de esta mugrienta que te pones a su favor usando el poder de tu jefe? ¿Quién te crees? Le haré saber esto a tu CEO para que te despida".
El guardaespaldas, molesto por las acusaciones, de manera contundente y fría respondió: "Señora Bring, jamás me atrevería ni en pensamiento a faltarte el respeto a la joven. Primero lo haría mil veces con usted y todavía no existirían tales pensamientos en contra de la joven. Pero si no decide dar por terminado el confrontamiento, creo que su esposo no podrá seguir con sus tiendas en nuestros centros comerciales... Espero que sea razonable". Al mismo tiempo, el guardaespaldas tomó la mano de la señora Bring y colocó la tarjeta. Aquella mujer salió espantada como alma que lleva el diablo... La tarjeta que le había dado era diferente a la que le había dado a los guardias.
Victoria se acerca a su guardaespaldas y le cuestiona "¿qué le has dado que han salido corriendo? ¿Acaso es una invitación a tus propios funerales?"
El guardaespaldas, en sus pensamientos, sabe que la apreciación dada por la señora no se aleja de la realidad.
Victoria solo voltea y sale del centro comercial dirigiéndose a una cafetería. Entra y decide comer un helado para enfriar su mente, pero es imposible poder saborear cuando tiene los ojos puestos del guardaespaldas de su esposo encima, así que le ordena: "Puedes sentarte y comer un helado... no puedo disfrutar de lo que hago si estás parado allí todo el tiempo. Eso me molesta... y es una orden".
El joven toma asiento, sabe que es la señora y debe obedecer todo, excepto dejarla sola.
Victoria nunca lo había visto, así que inicia una pequeña charla curiosa: "¿Dime cómo te llamas?"
El joven guardaespaldas responde: "Señora, mi nombre es Yerry".
"¿Hace cuánto trabajas para la familia?", pregunta Victoria.
"Señora, 5 años", responde Yerry.
"¿Luego cuántos años tienes... te ves joven?", pregunta Victoria.
"Tengo 25, señora", responde Yerry.
Victoria, molesta por su forma tan robótica de contestar, le dice: "Ve a decirle a tu madre y abuela, señora".
El joven guardaespaldas, anonadado por la expresión tan vulgar, le responde automáticamente: "Señora, no debería decir tales palabras".
Victoria, con una risa suave, le deja en claro que ella solo tiene 21 años y no es una señora, así que le prohíbe volver a decirle señora.
El joven Yerry no sabe cómo dirigirse a ella, entonces cuestiona: "¿Cómo debo dirigirme entonces?" A lo que Victoria responde: "Señorita Viki... o Victoria".
Yerry había recordado nuevamente la situación del centro comercial y tenía curiosidad del por qué la señora había salido de la universidad temprano y había ido a un centro comercial a formar pleitos, así que preguntó: "Señora Victoria, ¿por qué peleó con aquella mujer?"
Victoria solo expresó en pocas palabras: "Me trató de ladrona... solo me defendí... Yerry, comamos nuestro helado y olvidemos el asunto. Haz de cuenta que perdiste la memoria y nada pasó".
El joven guardaespaldas no era tan incapaz de comprender lo que la señora le estaba diciendo, sino que optó por el silencio. Sin embargo, al parecer la señora no notó al joven Elon, así que él optó por asentir y permanecer a su lado el resto del día.
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