—Eso es correcto, pero en este caso ella pagó mucho mejor que cualquiera de las otras y además no está pesada con comerme las tetas. Ella, por el momento, solo quiere jugar mientras todos ustedes miran —dijo Sonia, señalando con el dedo índice y haciendo círculos hacia los hombres de la barra que no dejaban de devorarla con la vista.
—La puta sabe jugar bien sus cartas —resopló Steven mirando hacia La Flaca con algo más que una mirada asesina. Era una mirada de “¿a qué estamos jugando?”. Mientras dos de sus hombres asintieron con la cabeza y uno se atrevió a decir “yea”
—Ella es Señora Puta. Así se presentó, y en este caso me eligió a mí —Sonia y se señaló el pecho dándole un beso en la frente a la que, a duras penas, lograba alcanzar en punta de pies, aun cuando él se había agachado para quedar casi a la misma altura.
—Sí y a mí me deja con las ganas —dijo mirándole los pechos que habían quedado justo ahí, a la altura perfecta para morderlos.
— ¡Uy! Cuanto lo lamento querido —dijo alejándose un poco y llevándose a los labios el pico de la cerveza que él estaba tomando.
—Mentirosa… estás disfrutando esto —Steven respondió mientras le secaba con el dedo pulgar una gotita de cerveza que había chorreado por sus labios llevándosela a los suyos, con una sonrisita sardónica.
Ella dándose vuelta, le tiró un beso al aire y caminado al compás de la música, lo dejó solito y pagando la cuenta de las bebidas. Regresó a donde la Flaca se encontraba y se pusieron a bailar un cuarteto. ¿Cómo se llamaba este muchacho?… A sí Rodrigo “El Potro Cordobés”; la canción era “Amor de Alquiler”, un cuarteto muy movido que sonaba en ese momento y que todos corearon al ritmo de las caderas de ambas que tenían a todo el lugar a sus pies y con las babas chorreando, igualito que él y que los cinco hombres que lo acompañaban en esta mierda de estúpida misión.
Esto olía mal y sobre todo la visión de ese culo moviéndose al ritmo, lo tenía con una erección de campeonato que esa noche no quedaría sin satisfacer. Esta noche, ella tendría enterrada en su concha a su verga hasta las bolas y él disfrutaría de cada minuto.
Sonia se dio vuelta y mirándolo, soltó un besó al aire poniéndolo más caliente. Mierda, nunca una canción lo había puesto tan duro y deseoso de una mujer, y no era Joe Cocker, cantando “You Can Leave Your Hat On”. Doblemente arggg.
Él había visto striptease de mujeres de todos los colores que se refregaban contra su cuerpo y contra un caño, y ellas no lo habían calentado ni la mitad. ¿Qué mierda le pasaba? Estaba en una misión por Dios Santo, pero no podía dejar de pensar en ella desnuda, sudando y gritando de placer contra su cuerpo. Estaría entre sus piernas y al diablo con la misión. Miró a uno de los cuatro Seals, que se encontraban junto a él, y les dijo en inglés.
—No pregunten. No me han visto. No saben dónde estoy. Pero tú sabes que esta noche me como un hermoso “cuadril” y nadie está invitado —dijo mirando al otro hombre, quien había escuchado a la muchacha hablar y le sonreía con una mueca de “suertudo”.
—Cómo le oí decir a la flaca que acompaña a Sonia, “dijo Sócrates: Solo sé que no sé nada” —respondió el hombre mientras miraba fijamente a La Flaca, sin saber que ese era el apodo con que Steven la llamaba siempre.
—Arggg. Está en problemas esa y cuando esto termine voy a aclarar ciertos puntos —dijo Steven. La Flaca estaría realmente en graves problemas.
—Sí, diez veces Arggg. Lástima que se mira y no se toca esa —suspiró el otro hombre llevándose la cerveza a la boca.
—A las 0200 hs en el punto de encuentro para partir —ordenó Steven.
—Ok —respondió el otro resoplando su frustración.
Levantándose del banco caminó hacia donde La Flaca y Sonia bailaban. Se puso detrás de Sonia y pasó el brazo por su cintura, mientras con la otra, atraía a La Flaca cerca y le decía al oído en inglés.
—No sé qué mierda haces aquí, pero esta noche me la llevó yo… desgraciada.
Sin pelear ni oponer resistencia, La Flaca levantó los brazos y dijo mientras se alejaba:
—Ok mi… Gringo. — y se alejó tirándole un beso que fue más que una promesa de cariño, una promesa de cuidarlo.
El Gringo y Sonia partieron hacia un hotel cercano donde la noche no fue tranquila. Cuando entraron en el dormitorio selló su boca con un besó hambriento y devorador. Él no se comportaba normalmente así, pero con ella era todo fuego. Le agarró la cola de caballo que llevaba en el pelo y tiró de ella hacia atrás acercando su cuerpo al suyo. Ella llevaba una camiseta musculosa azul profundo de tirantes finos, de suave raso, un sostén sin breteles que se prendía por delante, una minifalda a la rodilla que era práctica y suelta de color negro y enmarcando sus pies unas sandalias sin plataforma y de tacos gruesos con tiras haciendo juego. Atuendo demasiado normal, pero fatal en ella. Más fatal eran las medias con ligas que se encontró en sus muslos de color piel y con detalles de rosas en las ligas.
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Comments
Tere Roque 🇨🇺
jajajaja 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 🤣 demasiada vestimenta pa'l gusto del Gringo jajajaja 🤣 😜 😉
2024-10-26
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Tere Roque 🇨🇺
WAOOOOOOO con el colentico "Gringo" jajajaja 🤣 😜 😎 😁 😉 😂 🤣 😜
2024-10-26
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