Y lo que más le dolía era que no iba a estar junto con su madre en el momento más triste cuando la vida se fuera de sus manos, pues las suyas estaban demasiado sucias y atadas a su vida esclava. Su madre creería que ella jamás la había perdonado por enviarla a manos de su tía, a trabajar en una ciudad que es una jungla de cemento, no su adorado Valle Calchaquí. Eso fue lo que la basura le dijo a su madre.
Llevaba en su bolcito color fucsia rabioso un cuchillo de caza chico de unos diez centímetros de hoja. No podía llevar armas de fuego así que esa navaja era su defensa, además odiaba las pistolas, aunque muchas de sus “colegas” cargaran un “fierro” para cuando las cosas se ponían difíciles en las calle y en sus prisiones, ella no podía hacerlo.
Esa tarde vestía una minifalda fucsia y un top sin breteles negro ajustado que hacía a sus pechos parecer más grande de los que eran, camisa transparente negra y unos zuecos negros de suela de corcho, horribles pero cómodos.
Un vestuario especial para atraer mosquitos y clientes.
Sonia no pensaba en encontrarse con aquella morocha que tomaba un líquido ámbar, enfundada en unas calzas negras, corsé azul símil vaquero y camisa de tela de algodón con teñido símil vaquera haciendo juego, además de unas botas hasta las rodillas con un taco bien formado. Cómo para romper huevos, como queriendo patear incluso al calor sofocante que aun a estas horas no aflojaba, incluso con la lluvia que persistía en caer a cántaros. Ajá, la competencia viene brava, aunque no tan buena. Bah, esa morocha no era despampanante, pero tenía lo suyo y sería una lástima tenerla como compañera.
—Mira linda, este no es sitio para vos y estás en mi territorio —dijo Sonia queriendo asustarla y evitarle el sufrimiento de su calvario.
Estaba cansada de ver jóvenes bellas caer en esta vida de mierda.
La Flaca sonrió ante su intento de asustarla y le respondió mientras se acomodó la media mascara que cubría su rostro en el lado derecho. —Mira linda… yo no busco trabajo. Yo soy tu trabajo y por atrevida vas a venir conmigo esta noche, aunque hubiera preferido que lo hicieras sola —dijo observando la mercancía de arriba para abajo y sabiendo que sus informes se habían quedado cortos. Ella era bellísima y maldita sea si no se embrocaba cada segundo más por este mismo hecho.
—No me dedico a las mujeres —respondió con una sonrisa Sonia, tratando inútilmente de convencerla.
—Yo tampoco, me gustan los hombres con vergas que sepan hacer su trabajo, por eso vas a ser una excelente compañía. Aunque ese atuendo de “gato barato” no va con el lugar al que iremos. —La Flaca respondió en tono irónico, despreciativo y con una sonrisa de “todo dientes” mirándola de arriba hacia abajo nuevamente.
—Ajá ¿y qué atuendo indicado me voy a poner “señora”? —dijo abriendo bien grandes los ojos y correspondiendo a la ironía mientras arrastraba la “e”.
—El que te voy a comprar “gatito” —dijo mientras recibía un vaso de gaseosa lima que le pasó a Sonia mientras su mano izquierda le acariciaba la mejilla derecha.
—Te va a salir caro. Mirá que cuando me arreglo suelo ser muy detallista —dijo Sonia besándole la muñeca de forma juguetona, ya que al parecer su nueva cliente había observado algo, que le cambió sus ojos marrones a negros muerte; y no le había gustado nada sentir el frío de una promesa fatal, y como no había sido ella quien puso esa mirada, quiso llamar su atención para que el dueño del bar no la echara de su refugio. También le extrañó como supo de su gusto por las gaseosas de sabor lima, pero no cuestionó, ya que el mozo sabía lo que le gustaba, este era “su lugar de paz”.
—No te preocupes —respondió La Flaca mientras volvía a mirarla y a tomar un sorbo de su vaso de Legui —.
—Te he estado observando. Tu tarifa es de 50 dólares la hora y yo voy a pagarte ocho, más 150 dólares para la ropa y los tragos.
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Comments
Tere Roque 🇨🇺
jajajaja 🤣 EPA
2024-10-26
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