Sonia observaba a su supuesta presa. Ella ya lo había visto rondar por aquí y allá, y cada día le parecía más bonito, aunque en su experiencia profesional, ese hombre era problemas con P mayúscula. A la legua se le notaba su facha de dominante en el sexo y eso a ella, le daba miedo porque no lo había pasado nada bien con Madame Alegría y su salón de juegos BDSM. La mayoría de las veces habían sido sesiones de medio porte, pero otras la habían dejado al borde de la muerte gracias algún que otro desquiciado.
Hoy, él vestía vaqueros azul marino claros que enmarcaban sus gruesas piernas y culo bien trabajado, camisa negra de manga corta los que daban a sus bíceps una visión de temerle y unos borceguíes negros. Su pelo estaba lo suficientemente corto y lucía despeinado. El conjunto hacía de sus dos metros, una belleza para ver. El reloj en su mano derecha parecía decir: “original… no trucho (falso) comprado aquí en alguna feria”, y el cinto prometía castigos eróticos de alto impacto.
Muy bonito, toda una promesa de placer y todo un modelo. Tenía que coincidir con su patrona de esta noche en eso. Pero el frío del terror aún persistía bajo su piel.
Mientras tanto, él observaba hacia esa mesa en particular, y esto no estaba bien. Nada, nada, nada bien.
¿Qué mierda hacía ella allí? No era lo lógico, pero ahí estaba la Flaca y su tradicional media máscara que él no entendía por qué la llevaba, arruinando su rostro precioso.
Estaba bailando y divirtiéndose con esa prostituta que él, ya había visto rondar por el mismo lugar, alguna que otra vez en los últimos seis meses.
Lo tenía loco esa morocha de ojos grises. Era hermosa por donde se la mirara; con curvas que, a pesar de su traqueteo de calle, tanto de noche como de día, no habían perdido un solo gramo de tonicidad muscular y sus tetas de una talla cien bien turgentes clamaban a los cuatro vientos “esto es original, no silicona”. Y eso a él le encantaba. Media más o menos 1,70 m y por su contextura no pesaba menos de sesenta y siete kilos. Sus caderas eran para matar al mismo diablo y llevar a la locura a cualquier hombre que se atreviera a tocarle esas nalgas “bien redondas y muy poco celulíticas”, diría su hermana.
Su cara en forma cuadrada era delicada y muy suave de líneas; su nariz era pequeña; sus cejas estaban depiladas de forma delicada y arqueadas; y sus labios eran una invitación a una buena mamada. Sus labios llenos y redondos eran medianos, no al estilo Angelina, pero algo similares y le quedaban bien, demasiado bien.
Maldición. Y ahora pensándolo bien, ¡Arggg! ¡Maten a la traidora de La Flaca por poner ese pedazo de carne en mi mira, maldita sea! Pensó enfáticamente.
La morocha se acercó a la barra a comprar unas bebidas y él ya contagiado, por tanto, “chamullo argentino”, empezó su parla.
— ¿Qué hace la cosa más bonita del lugar a estas horas? —dijo Steven sonriéndole con malicia y seductoramente.
—¡Ay! Gringo… estoy trabajando. Ya lo sabes, hermoso —respondió Sonia acariciando la mejilla de Steven y poniendo dolorosamente firme a su dureza.
—¿Así? ¿Pero siempre me pareció que dejabas de lado a las mujeres por qué no eran de tu gusto? —girando la cara le besó la muñeca de la mano con que lo había tocado, haciendo que a ella se le tensaran todos los músculos de la vagina y comenzara a mojarse. No le gustaba nada lo que estaba sintiendo.
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Comments
Tere Roque 🇨🇺
WAOOOOOOO jajajaja 🤣 EPA, caliente 🔥 caliente 🔥 Sonia jajajaja 🤣 y lo traes loco al "gringo" jajajaja 🤣 😜
2024-10-26
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