—El amor es la cura para la pena, pero también la angustia si lo pierdes o te prohíben estar con el amor de tu vida.
—"Tritón era un joven con mucho carácter y un gran liderazgo que lo hacían único. Su determinación lo había llevado a un camino de gloria y al apoyo de su padre y la admiración del pueblo de Atlántida.
—Era un joven que le gustaba aprender cómo funcionaba el mundo. También quería un amor como el que tenían sus padres, que lo llenaban de orgullo y admiración.
—Él siempre estuvo centrado en sus objetivos, que eran impulsados por la ambición de su padre. Hizo que sus hijos se enfrentaran entre sí para ponerlos a prueba y averiguar quién de los dos era merecedor de gobernar el mar.
—Pero Tritón tenía defectos y eran los que lo hacían diferenciarse de su hermano. Sabía que su fortaleza no estaba solo en su cuerpo o la fuerza, sino en el conocimiento y la estrategia de comprender cómo atacar a tu oponente y cómo defenderte ante esos ataques.
—Él pasaba su tiempo en la biblioteca real, donde solamente tenían acceso miembros del castillo, así como estudiantes de la universidad de hechizos mágicos y sanadores espirituales.
—Se percató de la presencia de una joven muy distinta de todas las jóvenes sirenas que venían a pasar el rato.
—La joven estaba interesada por las pociones mágicas y las hierbas medicinales. Siempre pasaba sus tardes en la biblioteca investigando y prestando atención.
—Una tarde, la joven quiso hacer un experimento con una poción de relajación en la biblioteca, pero su experimento había fallado. La sustancia de la poción tornó toda la biblioteca en un mar de polvo verde de algas relajantes.
—Tritón, quien la observaba de lejos, se echó a reír de la travesura que se había mandado la joven.
—Griselda se da cuenta de que el joven se estaba riendo de ella y decide acercarse.
—“¿Te parece gracioso mi desgracia?” —dijo en un tono de enojo y frustrada por su descuido.
—“Perdón, no quise distraerte. Es que siempre te veo tan concentrada que me parece imposible que algo se te resista. Eres la chica más estudiosa que conozco”, le dijo el joven príncipe con una voz suave y sincera.
—La joven se sintió halagada por las palabras de admiración del príncipe Tritón, y un rubor se extendió por sus mejillas. Recordó lo que le había dicho el profesor de pociones: que si hubiera prestado atención al sobrecalentamiento del caldero, su poción habría sido un éxito rotundo.
—“Me gusta aprender tanto como a ti, y los errores no me desaniman. Gracias por tus dulces palabras, pero eso no cambiará mi nota”, le respondió con un tono sarcástico pero divertido.
—“No hay de qué. Todos cometemos errores, y de ellos se aprende. Si algún día quieres acompañarme en mi aventura de pociones, solo tienes que seguirme. Siempre se puede descubrir algo nuevo, como yo he descubierto en ti”, le dijo Tritón mientras la miraba a los ojos con una sonrisa cómplice. El tiempo pareció detenerse en ese instante.
—Pero ese hermoso instante se vio interrumpido por la presencia de su hermano, quien los observaba con desprecio y celos. Sin importarle arruinar su momento, se acercó a ellos con paso firme y una mirada amenazante.
—“Veo que no pierdes el tiempo, querido hermano. Mientras yo me hago más fuerte, tú te entretienes con libros y pociones. ¡Qué ridículo!”, le espetó Bentesicime con desdén al joven Tritón.
—Tritón, molesto por haber sido interrumpido, le contestó: “La fuerza no lo es todo. Deberías cultivar tu mente en vez de tu músculo”.
—El sarcasmo de sus palabras hizo que Bentesicime se enfureciera y lanzara un hechizo contra una estantería de libros de la biblioteca.
—“¡No me provoques! ¡Te derrotaré, ya lo verás! ¡Padre se dará cuenta de quién es el mejor!”, gritó Bentesicime mientras salía de la sala dejando un caos a su paso.
—La joven observó la escena con asombro y preocupación. No sabía que el príncipe Tritón tuviera un hermano tan violento y envidioso. Se acercó a él para ver si estaba bien.
—“Lo siento, no quería que vieras esto. Mi hermano siempre ha sido así. Quiere ser el favorito de mi padre a toda costa”, le dijo Tritón con una mirada triste.
—“No tienes que disculparte. No es tu culpa. ¿Estás herido?”, le preguntó ella con dulzura.
—“No, estoy bien. Gracias por preocuparte”, le respondió él con una sonrisa agradecida.
—Los rumores comenzaron a circular por toda la corte real de que el hijo mayor de la familia real se escapaba a la biblioteca real con una joven sirena de la universidad de hechizos mágicos marinos.
—El rey empezó a inquietarse por el comportamiento de su primogénito. Temía que estuviera causando problemas o que se hubiera enamorado de una joven sin estatus social.
—La joven se sentía incómoda con las miradas de rechazo que recibía por parte de algunos nobles y sirvientes. No tenía idea de que la habían emparejado con un príncipe.
—La joven estaba en un rincón de la biblioteca donde se practicaban encantamientos mágicos. Allí se sentía más tranquila y podía aprender cosas nuevas.
—“Perdóname, por mi culpa tienes problemas. Debí haberte dicho que era el príncipe”.—Dijo Tritón con un tono de culpa.
—La joven no le prestó atención y siguió mezclando los ingredientes de su poción de sueño profundo.
—“No me pidas perdón. Por tu culpa no puedo pisar el palacio. Todos piensan que estoy detrás de ti y no me dejan en paz en mis clases de hechizos. Solo se habla de nuestro encuentro”, le respondió ella con fastidio.
—Él intentó buscar su mirada, pero ella se negaba a mirarlo. La observó con admiración mientras hacía su poción.
—“¿Acaso no te gusto? A todas las sirenas del mar les parezco guapo o interesante, pero tú pareces indiferente a mis encantos”, le dijo él con una sonrisa coqueta.
—“Será porque no estoy interesada en el amor. Soy una mujer de hechizos. Me gusta ayudar a otros a superarse a sí mismos. Algún día, cuando sea profesora, ayudaré a mis estudiantes a alcanzar su máximo potencial”, le dijo ella con orgullo.
—El joven se sintió cautivado por su personalidad independiente y decidida.
—“Eso es lo que más admiro de ti, tu determinación de salir adelante sin la ayuda de nadie. Eres diferente a todas las que he conocido”, le dijo él con sinceridad.
—Los jóvenes sentían una atracción más allá del físico. Se conocían las fortalezas y las debilidades del otro. Ella le mostraba sus experimentos con pociones que a veces explotaban, pero se reían y disfrutaban de la ciencia y el conocimiento. Él le contaba sus aventuras por el mar y le enseñaba algunos trucos de magia.
—Tritón no dejaba de mirarla con cariño en sus ojos. Si había alguien que pudiera entenderlo y aceptarlo por lo que era, más allá de si era un príncipe o un plebeyo, era Griselda. Ella lo hacía sentir normal y feliz.
—Griselda empezó a sentir algo por él también. A pesar de su fama y su posición, él era humilde y divertido. Le gustaba cómo la hacía reír y cómo la escuchaba con atención.
—Un día, mientras estaban solos en la biblioteca, él se acercó a ella y le tomó la mano.
—“Griselda, hay algo que quiero decirte”, le dijo él con nerviosismo.
—“¿Qué pasa?”, le preguntó ella con curiosidad.
—“Me gustas. Me gustas mucho. Quiero estar contigo”, le confesó él con ternura.
—Ella se quedó sin palabras. No sabía qué decir. Sentía lo mismo por él, pero tenía miedo de las consecuencias.
—“Tritón, yo también te quiero, pero…”, balbuceó ella.
—“No digas nada más. Solo déjate llevar por lo que sientes”, le dijo él mientras se acercaba a sus labios.
—Y entonces la besó con pasión.
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Comments
Dolores Hernandez
muy buena e interesante
2023-11-17
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