El Secreto del corazón del Mar y El origen de todo capítulo 11 parte 3

—Al regresar al castillo, Tritón se encontró con la mirada inquisitiva de su padre. “Deberías estar entrenando en vez de perder el tiempo”, le dijo el rey, mostrando su enfado que hacía temblar las aguas.

—La reina estaba molesta por el comportamiento de su esposo y por el desinterés que mostraba por su hijo.

—“No seas tan duro con él. ¿No ves que está enamorado y que tiene derecho a elegir su vida?”, le dijo la reina, mostrando su cansancio y su indignación.

—Tritón le sonrió a su madre con cariño y agradecimiento.

—“No es la fuerza la que me hace más fuerte. No necesito eso para vencer a Bentesicime. No tengo que demostrar mi valor para que el pueblo me acepte”, le dijo Tritón a su padre, mostrando su rebeldía y su coraje.

—“No basta con el valor para gobernar el mar. Se necesita fuerza y prudencia”, le dijo el rey con una mirada severa y un tono autoritario.

—El enojo del rey se podía sentir en el ambiente mientras entraba su segundo hijo.

—“Padre, parece que mi hermano y tú solo saben subestimar a su adversario. Deja que ese idiota haga lo que quiera”, dijo Bentesicime, mostrando su desprecio hacia su hermano y su padre mientras se alejaba por los pasillos.

—La reina siguió a su hijo menor por los pasillos mientras intentaba buscar las palabras para reconfortar el corazón herido de su preciado hijo.

—“Hijo, no guardes rencor a tu hermano. Ya sabes cómo es tu padre. Sabes que no tienes que ser igual o mejor que Tritón. Tú también tienes una gran fortaleza en tu corazón”, le dijo la reina.

—Siempre he sido la sombra de mi perfecto hermano.

—“Para padre, hubiera sido mejor si yo no existiera”, respondió el hijo con tristeza.La ninfa recordó cuando sus hijos eran lo más preciado que el mundo le había ofrecido.A pesar de sus peleas en su vientre y su personalidad tan distintas, no dejaba de amarlos y quererlos.Quería que sus hijos fueran compañeros unidos, pero al verlos crecer, notaba su rivalidad que los alejaba uno del otro.

–“Todo el reino se alegraría si yo no estuviera” – dijo Bentesicime con una mueca de desprecio y rencor en sus ojos verdes.Anfitrite intentaba hacer que su hijo menor no se sintiera inferior, pero siempre era en vano. Se sentía culpable y pensaba que su labor de madre no estaba siendo efectiva.

–“No importa lo que piensen los demás, siempre serás mi hijo querido. Mi amor por ti no es suficiente, Bentesicime”.

–“Madre, estoy cansado de que mi hermano sea mejor que yo”.

–“Nunca entenderás esta rabia que siento. Tu cariño solo hace que me enfade más. Desearía que padre y mi hermano…”

–“...Me valoraran más. Solo siento su mirada de desprecio cada vez que me ven”.

—“Trabajo duro hasta romperme los huesos, intentando que mi padre me respete”.

—“Ve mi esfuerzo, pero solo tiene ojos para Tritón, mientras me exige para poner a prueba el potencial de destrozarme”.

–“Algún día se arrepentirán de todo el sufrimiento que pasé. Les demostraré que se equivocan. Algún día seré muy poderoso, más que todos aquí. Todos se inclinarán ante mí. Sabrán quién es Bentesicime. Me temerán y me tendrán respeto". Al notar la maldad de su hijo, temió por la seguridad de su joven hija Meredith, por lo que decidió ir a buscarla en la cueva, pensando que ya no era segura, ya que se encontraba demasiado cerca del palacio.

Curioso, Bentesicime decidió ir a buscar a la ninfa que se escabullía por los rincones del palacio hasta las montañas rocosas de las profundidades del océano. Anfitrite no se había percatado de la presencia de su joven hijo.

—Desesperada, entró a la cueva donde la joven sirena se la pasaba leyendo sus libros favoritos.

—Tenemos que salir de aquí. ¡No es seguro! Puede que uno de tus hermanos tenga demasiada ambición de poder. Si descubre que tienes el corazón del mar, estamos acabadas. No sabemos qué puede hacer en manos equivocadas —dijo angustiada la ninfa mientras agarraba la ropa de la joven.

—Pero ¿por qué mi hermano querría hacerme daño? ¿Acaso no me quiere? ¿Acaso me odia? Aún no entiendo nada, madre. ¿Por qué no me dejas conocerlos?

—Entiende que es peligroso que tu padre y tu hermano se enteren de ti. Solo traerías desgracias al reino entero —dijo Anfitrite mientras buscaba el corazón del mar—. Todos esperan un líder, no una sirena como nosotras gobernando el reino.

—¿Y si me dejaras conocerlos? ¿Podría convencerlos de que no soy un peligro ni una amenaza? —preguntó Meredith.

—No quiero gobernar, únicamente quiero ser una sirena ordinaria y conocer a los demás habitantes del océano —dijo Meredith inocentemente, sin comprender el peligro.

—¡Te crié demasiado bien! Al menos sé que no serás como tu hermano —dijo la ninfa, mostrando una profunda culpa en su mirada—. Pero aún no sabes los peligros a los que te enfrentas. Ahí afuera, si alguien descubre tu identidad y que tienes tal poder, tus hermanos son capaces de acabar con tu vida. Si es necesario para poder salvarte, debes huir lejos donde nadie te pueda encontrar jamás.

Asustada, Meredith salió en busca de un lugar seguro, llevando en sus manos el corazón del mar.

La ninfa se sintió abatida por los sucesos ocurridos. No encontró más remedio que enviar lejos a su hija, aunque eso significaba no volverla a ver nunca. Su corazón se había perdido como el inmenso mar que la rodeaba y la oscuridad de la cueva.

La reina lloraba melancólicamente. Sabía que ya no había nada más que la atara a este océano que antes consideraba su hogar.

En la profundidad de la cueva, unos ojos se hacían presentes. Miraban con arrogancia y deleite.

—Así que este es el lugar donde te escabullías todo este tiempo cada vez que padre se preguntaba dónde estabas —dijo el joven tritón con una mirada sádica en sus ojos.

—¿Parece que no solo papá oculta sus verdaderas intenciones de mí? Resulta que mi madre también —dijo mientras se acercaba y agarraba el brazo de su madre con tal fuerza que podría romperle las extremidades si así lo quisiera.

Me pregunto qué pensará mi padre cuando sepa la verdad.

— ¿Qué otros secretos ocultará madre en esta cueva que se ve demasiado peculiar? Si te tardaste años intentando ocultar tu mentira, debe ser un gran secreto. Dime, ¿qué ocultas a tu preciada familia? ¿O será que tienes un amante y engañas a papá? - mientras sostenía con fuerza su cuello. — ¡Claro que nunca haría algo como eso! Siempre he sido fiel a mi dios —dijo Anfitrite mostrando un gran disgusto. —No podía creer que el que tenía frente a sus ojos fuera su hijo.

— (Saber que su hijo podría pensar que ella era capaz de hacer tal atrocidad le rompía el corazón).

— ¿Pero padre no lo sabe? Tranquilamente pudiste tener otros hijos.

— ¿Ropa de mujer? ¿A quién tanto tratabas de ocultar? , curiosamente miraba el lugar con intriga buscando cualquier cosa que la delatara.

— Entonces se dio cuenta de un retrato de una joven con la ninfa.

— ¿No me hagas reír? ¿Padre lo sabe? Parece que tenemos una hermana.

— Esto sí que es sorprendente. ¿Esto era lo que estabas ocultándole a él? ,¿Padre estallará de un gran enojo cuando se entere?. Me — pregunto cómo mirarás a mi padre una vez que sepa toda la verdad.

—La ninfa intentaba liberarse de su mano mientras él intentaba dejarla sin voz.

— ¡Te lo prohíbo! ¡No te atrevas a desobedecer las palabras de tu madre!

—¿Crees que tienes poder para amenazarme? Padre nunca te tiene en cuenta.

— ¿No eres muy diferente de esos otros humanos a los que defiendes en esa isla?

— Nunca te he visto más allá de una simple humana despreciable que se casó con un dios para ser inmortal.

— ¡Cómo te atreves a desafiar a tu madre! ¿No sabes que soy la ninfa más poderosa del océano? ¿Cómo osas desafiar a tu madre?

— Serás poderosa, pero no tanto como mi padre o mi hermano. —Solo eres un adorno en este juego de ajedrez "acéptalo".

— ¡Nunca serás tan poderoso como Meredith! También tienes valor.

—No nos derrotarán tan fácilmente. ¡No tienes idea del poder de tu hermana! Ella es la legítima heredera de este mar. —Ninguno de ustedes podrá deshacerse de ella.— ¡Será su castigo verla gobernar! Ella es la dueña legítima del océano. Ni el rey podrá detenerla. —Estoy orgullosa de que ella sea quien ponga orden en esta sociedad machista y opresiva. —dijo la madre de la ninfa con firmeza.

—Me cansé de sus abusos y su falta de respeto. Solo espero el día en que mi dulce hija pueda demostrar su valor. —añadió con ternura.

—El joven príncipe decide atacar a la ninfa, intentando acabar con su vida por odio hacia ella y su propia hermana. —En ese momento de declive, el alma de la ninfa se desprende hacia la isla donde habitan los humanos. —narró el autor con suspenso.

—Huye cuanto más quieras y nunca regreses. Vuelve a esa maldita tierra donde siempre perteneciste. —dijo Bentesicime con desprecio y sin empatía a la madre que le había dado la vida. —amenazó con furia.

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