En la oscuridad del mar, Olivia estaba furiosa por el fracaso de su plan. Comenzó a lanzar todo lo que se encontraba en su camino.
—Sabía que no podía confiar en un príncipe incompetente -dijo Olivia mordiéndose el labio de la rabia. ¿Quién podría creer que Marcus sería tan idiota de darle la poción a la mejor amiga de su hermana?
Marcus apareció de la nada en la cueva de la bruja.
—Puedo ver que estás alterada -dijo Marcus burlándose de ella.
—Tu idiotez nos ha traído un gran problema. La poción no funcionó. Se la terminó bebiendo una invitada. ¿Sabes los problemas que podría ocasionar? -dijo Olivia pensando en las consecuencias.
—¿Por qué te alteras de repente? Según como lo veo, sin aliados Lea estará indefensa. No podrá defenderse -dijo Marcus.
Por primera vez, Olivia estuvo de acuerdo con él. Se había dado cuenta de que no era tan idiota como pensaba.
—Olivia pensó que tarde o temprano Acuá podría volver a pedirle la poción. Podría usarla como un peón en su plan y le debería un favor.
Mientras tanto, en otra parte del mar, Celeste llegó como siempre al salón de clases. Su atención se centró al observar que Acuá no había asistido a clases. Lo que era muy extraño, ya que ella siempre asistía sin faltar.
Sus amigos miraron el pupitre de Acuá angustiados. Al notar la cara de sus alumnos, Celeste preguntó:
—¿Alguien sabe por qué Acuá faltó a clases? ¿Está enferma acaso? -dijo Celeste algo preocupada.
Burbuja no podía contener la angustia y dijo:
—Desde el eclipse lunar no la veo. Ella nunca falta a clase de sanadores. Es su clase favorita -dijo Ostin, quien estaba pensativo observando a la profesora.
Burbuja decidió salir de clase sin avisar. Sus amigos la observaron y decidieron ir detrás de ella.
Burbuja siempre fue una chica con un carácter fuerte y temperamental. Sobreprotectora con sus seres queridos, demasiado para su propio bien. Siempre se ponía en último lugar. Creía que mientras sus seres queridos estuvieran bien, su felicidad no era tan importante.
Desde que nacieron, Acuá y Burbuja estaban predestinadas a ser mejores amigas, porque sus madres siempre fueron muy cercanas. La madre de Acuá se llamaba Meredith, que significaba guardiana del mar. Y su madre se llamaba Delfina, por su gran belleza e inteligencia. Ambas se querían y se admiraban mutuamente. Esperaban que sus hijas fueran igual de amigas que ellas en su juventud.
La joven Burbuja siempre admiró a Meredith. Era tanto su cariño que le hizo una promesa a Meredith antes de morir: que nunca dejaría que nada malo le pasara a Acuá, que la protegería por siempre en su lugar.
—Ustedes no lo comprenderían. Tengo una promesa que no puedo romper. Si le pasa algo a Acuá, no podré perdonármelo -dijo Burbuja mientras contenía sus lágrimas recordando con nostalgia a Acuá.
—Nosotros también nos importa Acuá. No eres la única preocupada -dijo Ostin enojado por la respuesta de Burbuja.
—Me pregunto si estará bien -dijo Estrella algo preocupada con temor de que sus amigos se volvieran a enojar.
Nadaron hasta llegar a la casa de Acuá.
Ninguno se atrevía a tocar la puerta. En la ventana de la casa, Artur miraba preocupado. Parecía que no había dormido en toda la noche. Burbuja se armó de valor y tocó la puerta. Artur, al escuchar el sonido de la puerta, dejó de estar sumergido en sus pensamientos y abrió la puerta sorprendido.
—Los deja pasar. ¿No vieron a mi hija? -dijo angustiado y desesperado Artur.
Los jóvenes negaron haberla visto en la clase. Burbuja no podía dejar de ver la tristeza del hombre y preguntó:
—¿Cuándo fue la última vez que vio a Acuá? -dijo pensativa.
—Fue ayer en el eclipse. Se fue con la princesa al castillo -dijo Artur angustiado.
Pensativos, Ostin rompió el silencio.
—¿Puede que le haya pasado algo en el palacio? -dijo Ostin mientras pensaba en una manera de entrar al palacio.
Artur, afligido, reaccionó.
—Puede que mi hija le haya pasado algo en el castillo. Debo ir a comprobarlo -dijo Artur desesperado. Se levantó para irse de inmediato al castillo.
Los jóvenes respondieron:
—Te acompañaremos. No puedes ir solo -dijeron decididos a resolver el misterio de la desaparición de Acuá.
Comenzaron a nadar hasta llegar a las puertas del inmenso castillo. Todos estaban algo intimidados por la gran fortaleza. Decidieron hablarle al guardia que los miraba desconfiadamente mientras se acercaban.
En los jardines del palacio, Lea se encontraba con Dylan. Ambos estaban preocupados por la desaparición de Acuá de la fiesta. Angustiados, Dylan decidió quedarse con Lea en el palacio como invitado. No podía dejarla sola cuando más lo necesitaba.
—Me pregunto dónde se habrá metido Acuá. ¿Se habrá perdido? -dijo angustiada Lea mientras observaba las flores del jardín nostálgicamente.
Dylan no podía ver lo triste que estaba su amiga. Decidió romper el silencio.
—Deberíamos ir a preguntar a los guardias si la vieron en algún momento -dijo Dylan mientras pensaba en una forma de animar a Lea.
—La busqué por todas partes en la fiesta. Parece como si se hubiera esfumado para siempre -dijo Lea pensando en lo preocupado que podría estar la familia de Acuá.
—¿Qué te parece si vamos a la entrada donde están los guardias y les preguntamos? -dijo Dylan.
—Vamos, Dylan. No puedo estar tranquila sabiendo que le pudo haber pasado algo a Acuá. Necesito tener respuestas -dijo Lea decidida a saber la verdad.
Mientras tanto, el padre de Acuá le suplicaba al guardián información sobre su hija. Si la había visto. El guardia se negaba a darle información sobre los invitados. Era una norma que el mismo rey había autorizado. Angustiados, Burbuja y sus amigos comenzaron a hacer un escándalo.
—No puedo creer que no nos dejen saber dónde está nuestra amiga. Esto es peor que la cárcel -dijo Burbuja enojada al guardián que estaba en su turno.
—No puedo creer que no tengan la mínima solidaridad de ayudar a la gente de su pueblo -dijo Ostin indignado por el trato que le estaban dando los guardias.
—No nos dicen nada y nuestra amiga nos necesita. ¡Qué malvados son! —exclamó Estrella, furiosa.—Por favor, déjenme ver a mi hija. Está sola y necesita saber que su padre la busca —suplicó Artur con la voz temblorosa.—El guardia, que parecía indiferente ante la situación, les pidió que se retiraran o llamaría a más guardias para sacarlos del camino.— Dylan y Lea se acercaban a la entrada principal del castillo y escuchaban el alboroto desde lejos. Decidieron ir rápido para ver qué pasaba y se sorprendieron al ver al padre de Acuá en la puerta. El padre de la joven miró a la princesa con una mirada de esperanza. Lea notó su súplica y se indignó al ver a los guardias sin hacer nada.—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Lea con autoridad a los guardias de la puerta.—Su majestad —se inclinaron los dos guardias al ver a la princesa frente a ellos. Uno de los guardias dijo:—Su majestad, estos campesinos están intentando entrar al palacio. Es la voluntad del rey.—Yo soy su princesa y les ordeno que les den la información que necesitan saber —dijo Lea seriamente. Los guardias se pusieron nerviosos al ver que la princesa estaba del lado de los campesinos. Artur, Burbuja, Estrella y Ostin se quedaron asombrados por el carácter y la determinación de la princesa. Les daba esperanzas. El guardia revisó la lista de invitados de arriba abajo para ver quién había entrado y salido del castillo.—El guardia les confirmó que la joven había entrado pero que la habían visto alejarse y que su cara estaba pálida. Aterrorizados por lo que habían escuchado, temieron por su vida. El padre de Acuá se desmayó. Eran muchas emociones en un mismo momento. Los jóvenes intentaron pedir ayuda a la princesa. Lea se asustó y decidió llamar al médico real. Dylan intentó mantener la calma y le dijo a Lea que todo iba a salir bien. El médico real llegó e intentó reanimarlo con su poder de curación, una técnica muy avanzada para los sanadores principiantes.—Se recuperará. Tiene un corazón débil y la noticia de su hija lo hizo desmayarse. Además, está agotado físicamente; parece que no durmió en toda la noche ni comió nada en todo el día —dijo el médico preocupado por la salud del tritón. Los jóvenes intentaron calmarse mientras observaban al padre de Acuá.—Es culpa mía. Si hubiera estado más atenta a Acuá, esto no habría pasado —dijo Lea angustiada, culpándose a sí misma. No pudo contenerse y abrazó a Dylan, que la miraba sin saber qué decirle para consolarla. Los amigos de Acuá estaban igual de tristes por la situación y se preguntaban qué harían ahora.—¿Qué haremos ahora? Su padre está muy mal y Acuá sigue desaparecida —dijo Ostin mirando a los chicos sin saber qué hacer.—No lo sé, esto es muy extraño. Acuá no tiene enemigos ni nadie que le quiera hacer daño —dijo Burbuja mientras observaba a la princesa con desconfianza.Dylan se dio cuenta de la mirada recelosa de Burbuja y le dijo seriamente:—¿No creerán que Lea tiene algo que ver con esto?Lea abrió los ojos y miró a Burbuja.Estrella era algo tímida y muy sentimental; no le gustaba el caos ni las peleas; al ver la supuesta acusación a la princesa…
—No estamos aquí para pelear o buscar un supuesto culpable. No podemos hacer esto solos —dijo Estrella haciendo entrar a todos en razón. Estrella siempre fue linda y tierna, un poco tímida a veces, por lo que era intimidada por muchos tritones que querían aprovecharse de ella. Muchas sirenas la envidiaban por su cuerpo pequeño y su cara angelical, pensaban que ella estaba detrás de todos los tritones. Acua y Ostin siempre la defendían, siempre se sentía segura cuando ellos estaban cerca, les tenían un gran aprecio; por eso siempre fueron buenos amigos.
Todos admiraron la determinación de Estrella, no se imaginaban que la sirena que parecía la más tímida tendría esa determinación. Ninguno podía dudar de por qué Estrella era amiga de Acuá. —Tienes razón, no podemos seguir en esta incertidumbre —dijo Ostin orgulloso de Estrella por su determinación. Ostin era un joven valiente y líder cuando las situaciones se tornaban un tanto oscuras, siempre fue un estratega nato, su destreza y coraje hacían que destacara entre los demás tritones. Ostin tenía una bonita relación con Acua, siempre habían sido amigos de la infancia, él siempre defendía a Acuá de los bravucones; por lo general siempre estaba metido en peleas o en algún conflicto, pero era muy seguro de sí mismo y auténtico, por lo que siempre se metía en problemas. —Yo quiero unirme a ustedes en su búsqueda —dijo Dylan con voz determinante, intentando impulsar a Lea a hacer lo mismo. —Lea pensaba que la tristeza y la angustia no iban a solucionar nada; que tenía que ser más fuerte para demostrarle, no solo a sí misma de qué era capaz, sino a su pueblo de que podía ser una buena reina algún día. —Yo también quiero unirme, si me aceptan los ayudaré en todo lo que necesiten —dijo Lea demostrando su compromiso a la causa. Todos admiraron su determinación y su coraje, no había duda de que era su princesa querida.
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