Quizá usted sea más barato que yo

Capítulo 14

Los rodeaba un montón de gente y ellos, ahí en medio, sostenían una lucha de miradas que hablaban de cosas que solo la pareja conocía. En unos segundos llegaron los recuerdos de los encuentros que tuvieron años atrás. Momo se fijaba en cómo algunas arruguitas muy pequeñas se marcaban en la comisura de los ojos de él y su rostro había madurado. No parecía el jovencito imberbe con el que estuvo dos años antes. El pelo lo llevaba diferente, más largo y con un engañoso aire de descuido. Estaba más guapo que antes. Su sonrisa seguía siendo igual de seductora. 

Ella también había cambiado, constató el artista. Estaba mucho más hermosa, como alguien que había salido del capullo pasando de oruga a mariposa. Estaba más segura de sí misma y tenía un aura de éxito que la volvía más atractiva aparte de lo puramente físico. Su olor, era el mismo que recordaba y lo encendía igual que antes. 

—¿Me has extrañado? —volvió a preguntar.

—¿Y tú a mí? —contestó ella con otra pregunta. Eso lo hizo reír. Esa era ella, arisca e irrespetuosa. En un mundo donde todos se pasaban el tiempo lamiéndole las botas, esa mujer era un soplo de aire fresco.

—Como un loco —afirmó sonriendo.

La había encontrado. Si no fuera porque estaba en público habría llorado de alegría. Apretó a la mujer contra sí y miró hacia atrás donde los compañeros de Kyō Tō y su manager venían siguiendo y agitó el brazo para que vieran a quien tenía abrazada. Los hombres corrieron todos hacia ellos y de inmediato, entre gritos de alegría, sacudieron a Momo sin reparar en la cara de estupor que ella tenía. Desde cuando era tan amiga del grupo, no lo sabía.

Siempre se había mantenido a distancia cuando estuvo con Nethal. Lo más sorprendente fue cuando el señor Jones, un hombre seco por lo común, cogió sus manos y las sacudió, “encantado de verla, señorita Momo”, le decía. 

La necesitaban como su musa. Esta parte ella no la conocía. Ni sabía tampoco que llevaban esos dos años buscándola desesperadamente, pues ella era la llave del éxito aunque no lo supiera. La discográfica iba a tirar fuegos artificiales cuando supiera que la habían encontrado, pensó el señor Jones satisfecho y feliz. Estaban de enhorabuena y tanta era la contentura que Nethal arrastró a la mujer al interior de la fiesta de nuevo y para celebrar el encuentro propusieron un brindis a cuenta de ellos con el champán más caro que tuvieran en la sala.

Pero mientras ellos estaban tan felices, ella no sabía como hacer para escapar de allí. Lo menos que quería era que su exnovio se le acercara porque ella no se contendría y armaría una escena en público, que no le convenía. Y Nethal no merecía estar en medio de esas disputas tampoco. En realidad se alegraba bastante de verlo. Ellos no pudieron tener una relación de pareja, pero en realidad no olvidaba como la había cuidado cuando enfermó. No era una mala persona, solo que no era para ella. 

—Nethal… tengo que irme, no me encuentro bien —trató de decirle por lo bajo. Él la miraba preocupado y le tocó la frente. 

—¿Estás enferma? ¿Te encuentras mal? —preguntó. La observó buscando signos de su malestar. Ella le apartó la mano suavemente. 

—No, no es eso. Iba de salida cuando tú llegaste. Es algo personal y bueno, necesito ir a casa —afirmó seriamente—. Nos veremos otro día si quieres, Supongo que no te irás de la ciudad aún.

Nethal la miró, cavilando en que ella realmente no era consciente del efecto que le causaba, ni lo que representaba para todos ellos y especialmente para él. Ese no era el sitio ni el lugar adecuado para aclararle las cosas que tenía pensadas para ella, pero no se iba a marchar sin él. Sabía que Jones ya le había puesto un guardaespaldas que haría la labor de seguirla e investigarla.

En un par de horas ya sabían todo de su vida, trabajo, casa, estado civil, y todo lo relevante. Aparte de eso, él no pensaba separarse de ella nunca más. Ni aunque se lo rogara. Le importaba un pimiento si ella lo cogía de florero para su casa o de felpudo para la entrada, pero después de estar dos años sintiéndose como un desgraciado, esta era la primera vez que podía sonreír genuinamente desde que se fue de su vida. Cuando la encontró en el suelo de la entrada Nethal se iluminó como si fuera un arbolito de navidad. Si eso no era amor, que bajara Dios y lo viera. 

—Te llevo, vamos —le dijo, y empezó a caminar hacia la salida, seguido de parte de su séquito y haciendo señas a los demás de que se marchaba con ella. La llevaba cogida de la mano como un novio y Momo intentó separarse discretamente.

—No, espera. No tienes que llevarme —le habló.

—¿Tienes tu coche aquí? —preguntó él. —Si es así le diré a mi chofer que lo recoja más tarde y lo lleve a tu casa. 

—No, vine con mi… —después de lo que pasó no quería llamarlo su novio de nuevo—. Con el que era mi novio hasta hace una hora. 

Eso sí que hizo que Nethal se detuviera y la mirara esperando una explicación. Le había jodido escuchar que tenía novio, pero al mismo tiempo decía que ya no lo era. ¿Eso qué diablos significaba?. Espero que dijera algo más aclarando el asunto. Ella se siente como si lo hubiera engañado, pues eso era lo que decían los ojos del hombre frente a ella y de alguna manera se siente tontamente culpable. Se sacudió esa idea de la cabeza. No se podía sentir culpable porque ellos dos no eran nada y no tenía derecho a mirarla así como si la juzgara. 

—Era mi novio. Hace un rato lo vi follando con otra. Fin de la historia.

—¿Desde cuándo salían?

—Casi seis meses… ¿Se puede saber   me estás fiscalizando como si tuvieras algún derecho sobre mí?. Esto está fuera de lugar y tú no puedes… 

No había terminado de hablar cuando oyó a Len llamándola y tratando de abrirse paso entre la gente que rodeaba a Momo y Nethal. Algunos eran sus guardaespaldas. Ella lo miró horrorizada. ¡Justo lo que no quería que pasara!. Su exnovio trató de pasarle una mano por los hombros mientras le hablaba.

Estaba desesperado por acercarse al cantante, que era el cliente que había estado esperando gran parte de la noche y que asombrosamente parecía conocer a su novia. Esto era mejor de lo que esperaba, pensó. Pero cuando trató de acercarse a Momo esta le empujó la mano violentamente y se apartó de él como si tuviera lepra. Se quedó mirándolo con asco.

—¿Momo? —preguntó asombroso. Ella jamás había hecho algo como eso y nunca lo había mirado así. ¿Lo había visto con la mujer que se tiraba de vez en cuando?. Esperaba que no.

—No se te ocurra tocarme y menos acercarte a mí. Te vi con tu amante. No creo que tenga que explicar más —se sacó el anillo de pareja que le había regalado y se lo puso en la palma. Se dio la vuelta para marcharse, pero Len no podía dejarlo así.

—Por lo menos déjame hablar. Creo que me lo debes después de tanto tiempo —le pidió tranquilamente.

—Yo creo que no te debo nada. Simplemente, duró lo que duró y ya se acabó. Sigue con tu vida y con tu amante y que seas muy feliz. —Momo estaba haciendo un gran esfuerzo para no dejar salir su mal genio y su rabia, pues sabía que la única que  iba a quedar mal era ella. Nethal se mantuvo al margen dejándola que resolviera eso por sus medios, pero atento por si el hombre intentaba propasarse con ella. Estaba asombrado de verla contenerse de darle su merecido, pero la aplaudió por dentro. Ella era toda una dama ahora. 

—¿No me debes nada? ¡Ja!. Me debes todo lo que eres, porque cuando te conocí eras una perra barata y vulgar. Me debes hasta lo que llevas puesto ahora mismo y que te compraba para sacarte de tu aspecto mediocre. Aunque bien pensado, aunque la mona se vista de seda… 

Momo apretó los puños, pues él había elevado la voz para avergonzarla ante todos los presentes. Vio a Nethal a punto de intervenir para defenderla, pero lo miró pidiéndole que lo dejara estar, con la mirada. Se giró para ver a ese tipejo que hasta ahora había creído amar. Y que la engañó haciéndole creer que la quería, cuando obviamente no era así en vista de lo que acababa de decir. 

—Tiene usted razón, señor Dorcas.  —Se quitó las pulseras de oro que llevaba y los pendientes y los dejó caer al suelo. Después se desprendió del collar de oro y brillantes y lo mismo.

»No en decir que soy barata, vulgar, ni mediocre, porque no lo soy y usted lo sabe tan bien como yo. —Se descalzó y apartó los zapatos de tacón con el pie. La gente la miraba fascinada sin creer lo que estaba a punto de hacer—. Pero es cierto que mi vestimenta toda me la ha regalado usted, incluso las joyas. Todo, excepto una cosa, que es lo más exquisito que uso.

Deslizó las tiras de su vestido después de abrir la cremallera y lo dejó caer al suelo, formando un pequeño montículo a sus pies y que le dio el aspecto de una escultura romana. Sin el vestido, se puso al descubierto su exquisita y lujosa ropa interior. Y verla así, con aquel body de encaje que cubría las partes pudendas al tiempo que las insinuaba y resaltaba cada curva de su cuerpo, la línea de su trasero, la altivez de sus pechos de una manera tan sensual, hizo que más de uno se encontrara teniendo una erección involuntaria. Hasta algunas mujeres pensaron que, de tener otra orientación sexual, buscarían tener una mujer así. 

 —Quizá usted sea más barato que yo, ¿no cree? —afirmó, toda divina—. Ahí le dejo su basura, señor. En adelante si me ve, haga que no me conoce de nada. 

Y dicho esto, se giró hacia Nethal haciéndole una señal para que le prestara el abrigo. Él tardó un momento en reaccionar porque aún estaba embelesado mirando el cuerpo envuelto en encaje, dividido entre taparla para que nadie más la viera o dejarla así para verla el. Optó por taparla porque hasta sus guardaespaldas estaban con la boca abierta. Sus compañeros de Kyō Tō reían y el señor Jones casi aplaude a la señorita Momo. Ahora iba entendiendo por qué su protegido estaba colado por ella. ¿Quién no lo estaría con esa hembra si aparte de hermosa, era genio y figura?.

Len Dorcas tenía una mirada de arrepentimiento. La rabia de ser abandonado por ella lo ha llevado a decir todo eso, pero en realidad no lo pensaba y ciertamente valoraba mucho a Momo. Su naturaleza de mujeriego insaciable lo llevó a estar entre las piernas de otra mujer que no valía sino para sexo y por descuidado lo descubrió esta vez. No era la primera y nunca tuvo intenciones de que fuera la última.

Al principio trató de serle fiel porque se dio cuenta de que para ella la infidelidad era inadmisible, pero después de unos meses una secretaria de la galería se le había insinuado y se dijo que por una vez no pasaría nada ni ella tenía que enterarse. Una vez lo llevó a otra y a otra más y terminó volviendo a las andadas a pesar de que se estaba enamorando de su novia y nunca había sentido lo mismo por otra mujer aparte de ella. Hoy descubrió todo y no sabía qué podía hacer. Quería disculparse con ella, pero ahora la había cagado del todo.

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Comments

Ruth Cuéllar

Ruth Cuéllar

Bien Momo, eres linda e inteligente, no tenes que estar con ese hombre idiota

2024-02-12

0

Elvira Fretes

Elvira Fretes

coke sos una genia❤️

2023-07-08

1

Elvira Fretes

Elvira Fretes

excelente!!!muy bien Momo, exquisito👏👏👏😂😂😂

2023-07-08

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