El sol se torno rojo por la cantidad de sangre que yacía sobre la ciudad de Elendor, los cuerpos desprendían unnolor a la misma muerte.
Naru y el espadachín se mantenía alerta mientras avanzaban por las calles de la ciudad en ruinas, siguiendo las marcas de sombra oscura que los llevaban directamente hacia el castillo en el centro de la ciudad. Los edificios estaban en ruinas y los cuerpos de los ciudadanos yacían en las calles, congelados en el terror de sus últimas horas.
Mientras tanto, Miralia lloraba por su pueblo y Naru la consolaba con palabras de aliento. "Encontraremos al responsable de esto y lo haremos pagar", dijo Naru mientras la abrazaba. El espadachín y el capitán Hrogar exploraron los alrededores, pero no encontraron señales de vida. Era como si la ciudad hubiera sido abandonada a su suerte.
Finalmente, llegaron al castillo, donde encontraron una entidad sentado en el trono, este tenía una armadura negra y una espada que desprendía frío helado. Su cabello largo y agrisado le llegaba hasta los hombros y sus ojos azules opacos parecían mirar a través de ellos con una mirada de muerte.
A su alrededor habían cárceles oscuras, donde algunos pocos rehenes de la ciudad estaban encarcelados. Miralia quedó en shock. "No puede ser, ¿cómo es que el rey de Elendor terminó así? Es imposible", dijo en voz baja, mientras Naru y los demás quedaban sorprendidos.
El rey que había secido antes la oscuridad se levantó del trono y los miró con desprecio. "Bienvenidos a mi reino", dijo con una sonrisa siniestra en su rostro
el ambiente se tensa y se llena de un silencio incómodo. El monarca, rodeado por sus consejeros y su guardia personal, da un paso adelante y les da la bienvenida con una mueca desagradable en su rostro.
Miralia, sin embargo, no se dejó intimidar por el aura oscura que emanaba de él.
"¿Cómo es que terminaste así?", preguntó Miralia, su voz firme y llena de determinación. "¿Qué pasó con tu ciudad, con tu pueblo? ¿Cómo cayó en la oscuridad y el caos?"
El rey oscuro pareció reírse con desprecio ante la pregunta, como si todo eso no fuera más que una anécdota sin importancia. "Eso ya no importa", respondió con una voz fría y calculadora. "La luz ya no tiene valor, solo el poder y el dominio sobre todo lo creado."
Miralia no se dejó intimidar. "Pero antes eras conocido como el rey Siranta, brillando con gloria y pureza. ¿Qué te ha sucedido? ¿Cómo te has sumido en la oscuridad?"
El rey oscuro se encogió de hombros con desdén. "Ahora soy un rey oscuro, sirviendo a las tinieblas", dijo con voz siniestra. "Fueron ellos quienes me abrieron los ojos." Hizo una pausa, y luego agregó con una sonrisa malvada: "Los brujos son poderosos, y pronto dominarán todo lo que ven."
Miralia se sintió estremecer ante la frialdad del rey oscuro y la oscuridad que lo rodeaba. Pero sabía que no podía permitir que siguiera adelante con sus planes. Con una mirada decidida, se preparó para luchar contra él y su ejército de las tinieblas.
En ese instante, uno de los prisioneros alzó su voz con un grito desesperado: "¡Naru! ¡Soy yo, Naru!", lo que causó un gran impacto en la habitación. Tanto Naru como el espadachín se quedaron perplejos ante la inesperada aparición de Isaías, quien yacía prisionero entre las razas de los Santos. Naru, visiblemente emocionado, exclamó con voz temblorosa: "¿Isaías, eres tú?".
Sin embargo, su intento de acercarse fue rápidamente frustrado por el rey oscuro, quien extendió su espada y creó pilares de hielo que los bloquearon en seco. "Oh, oh, oh... parece que tienes más amigos de los que pensaba", dijo el rey oscuro con una risa macabra, burlándose de ellos. Dirigiéndose a Naru, agregó: "Así que tú eres el joven paladín... o quizás debería decir un exaltado por Dios". Miralia, atónita por la revelación, se preguntó qué significaba eso.
Naru no podía creer lo que estaba pasando, nunca había visto a Isaías en tal estado. El sacerdote parecía haber envejecido años en el corto tiempo desde que lo vio por última vez, y su apariencia era la de un hombre que había sido torturado y humillado. Naru se sintió abrumado por la tristeza y la ira, y luchó por contener sus emociones. Miralia notó la expresión de Naru y se preocupó por su seguridad, pero decidió no decir nada por temor a provocar la ira del rey oscuro.
La tensión en la habitación se hizo más fuerte con cada segundo que pasaba, y el aire se llenó con el sonido de la respiración agitada y el choque de las espadas. El rey oscuro parecía disfrutar del momento, como si disfrutara del poder que tenía sobre ellos. Naru y el espadachín se miraron con determinación, dispuestos a luchar hasta el final para salvar a Isaías y poner fin al reinado del rey oscuro. Pero ¿sería eso suficiente para detener al rey oscuro y liberar a Isaías de su cautiverio?
Mientras el rey oscuro se ríe, Naru mantiene su mirada fija en los ojos del rey y le dice con una voz apacible pero firme: "Te veo sufriendo, rey Siranta de Elendor. Puedo aliviar tu dolor si me lo permites". La sorpresa se refleja en el rostro del rey oscuro ante la oferta de Naru, quien se llena de furor desprendiendo odio ante Naru.
Naru, sin inmutarse, continuó hablando al rey oscuro. "Entonces, ¿quieres seguir sumido en la oscuridad y el dolor? ¿Quieres seguir siendo esclavo de tus propios demonios internos?"
El rey oscuro pareció aún más enfurecido por las palabras de Naru y atacó con furia al joven paladín. El espadachín bloqueó el ataque con habilidad, pero fue arrojado violentamente contra la pared y quedó inmóvil por la fría helada del rey. A pesar de la caída, Naru se mantuvo sereno, influenciado por el poder que fluía dentro de él.
Hrogar intentó ayudar con sus pistolas, pero las balas no parecían afectar al rey oscuro. La espada del rey oscuro desprendía frío y oscuridad mientras lanzaba un poderoso ataque necrótico contra Hrogar, quien apenas logró bloquear el golpe, pero quedó momentáneamente sin fuerzas.
Miralia entonces invocó su poder divino y creó varias espadas de luz que lanzó contra el rey oscuro, pero este se defendió con un escudo de sombras que lo protegió del ataque.
En ese momento de tensión, el rey oscuro parecía tener la ventaja sobre los demás guerreros. Extendiendo la mano en dirección a Miralia, una mano negra emergió de la tierra y agarró el cuello de Miralia, dejándola indefensa y sin aliento. Con la espada en alto, el rey oscuro se preparaba para atacar a Naru, pero el tiempo parecía detenerse para él en ese instante.
Es entonces cuando Naru recuerda las sabias palabras de Miralia " el arma es quien te elige, cuando tu perspectiva cambia".
En ese momento crucial, el libro de Naru comenzó a brillar y se abrió por sí solo. Naru extendió su mano y un objeto empezó a formarse en ella. La luz se intensificó y en un instante, un enorme martillo de dos manos apareció en su mano. El arma era imponente, con una cabeza grande y pesada en forma de martillo adornada con detalles dorados y azules. En la parte superior de la cabeza del martillo, un cristal luminoso emitía una luz sagrada y divina. La empuñadura era larga y envuelta en cuero marrón, lo que lo hacía cómodo de sostener durante largos períodos de tiempo.
El martillo era más que una simple arma, tenía poderes mágicos especiales. Naru podía sentir su energía sagrada, la cual emanaba de él. Con un movimiento rápido, golpeó el filo de la espada del rey oscuro, y la espada se deshizo en miles de pedazos. Con el martillo en su mano, Naru brillaba en un poder de luz y golpeó al rey oscuro por segunda vez, destruyendo su armadura oscura y empujándolo con una fuerza inmensa hacia el trono en el que estaba sentado.
Con el rey oscuro despojado de su poder y su espada rota en pedazos, Naru se acerca lentamente, sosteniendo su martillo divino en su mano derecha. Con cada paso, la tensión en el aire se intensifica. Los consejeros y lacayos del rey, antes controlados por su poder oscuro, ahora están rendidos ante el paladín.
Naru se para frente al rey oscuro, su mirada intensa y su postura firme. "¿Quieres ser libre de tu sufrimiento?" pregunta con compasión. El rey oscuro, sin armadura y sin su poder, responde con una mirada sombría. "Ya es tarde para mí, ten cuidado joven paladín, ten cuidado de ese hombre... Mefisis no es lo que aparenta, ellos ya saben que eres un exaltado"
Las palabras del rey oscuro hacen que Naru se detenga por un momento, con una expresión de preocupación en su rostro. "¿Qué quieres decir con eso?" pregunta. Pero antes de que el rey oscuro pueda responder, la oscuridad lo envuelve por completo, consumiéndolo hasta los huesos.
Naru se queda allí, aturdido por un momento, antes de llenar sus manos de luz y colocarlas sobre el cuerpo del rey oscuro. Siente su alma atormentada y llena de dolor, pero también siente la posibilidad de redención. Con un suspiro, Naru canaliza toda su energía divina en el alma del rey oscuro, liberándola de su terrible destino.
De repente, una luz cegadora surge del cuerpo del rey oscuro y se eleva hacia el cielo. Los consejeros y lacayos liberados miran asombrados mientras la luz desaparece en la distancia. La batalla ha terminado, y la oscuridad que aprisionaba a los prisioneros ha desaparecido.
Naru se vuelve hacia sus amigos, quienes han sido liberados de la prisión del rey oscuro. "Estamos libres," dice Miralia con alivio, su voz temblorosa mientras frota su cuello dolorido. El espadachín y el capitán Hrogar asienten, aún recuperándose de los efectos del poder del rey oscuro.
Pero las palabras finales del rey oscuro aún resuenan en la mente de Naru, y se da cuenta de que aún hay mucho que debe descubrir. Con un suspiro, se prepara para una nueva aventura, sabiendo que siempre habrá más peligros que enfrentar en su camino.
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Updated 52 Episodes
Comments
Eliz
Guao
2023-03-27
2
hackforth
No lo vi venir
2023-03-15
2
Poeta asecas
muy bien
2023-03-08
4