Roxhel y Naru caminaban en silencio por las calles vacías de la ciudad, buscando sin éxito a Isaías. Fue entonces cuando Roxhel decidió tocar un tema que había estado pensando desde hace tiempo. "Naru, sobre esos seres que invocaste, nunca antes había visto tantos guardianes invocados en un solo momento. ¿De dónde sacaste ese poder?" preguntó con curiosidad.
Naru suspiró, "No lo sé realmente, Roxhel. Solo sé que cuando abrí ese libro, algo dentro de mí se activó y me permitió invocar a esos guardianes. Fue como si el libro fuera un canal para ese poder."
Mientras discutían, el espadachín que caminaba delante de ellos de repente exclamó: "¡Miren, algo está cayendo del cielo!" Los tres se detuvieron y miraron hacia arriba, donde vieron varias figuras cayendo del cielo. "¿Qué está pasando?" preguntó Roxhel alarmado.
Cuando la primera figura aterrizó en el suelo, se dieron cuenta de que era uno de los Santos de la tierra. Roxhel se acercó con cautela y se sorprendió al ver que estaba muerto. "¿Qué está sucediendo aquí?" preguntó Naru en estado de shock.
Mientras hablaban, más y más cuerpos de Santos comenzaron a caer del cielo. La escena era aterradora y misteriosa, dejando a los tres en un estado de shock y confusión. "Esto no puede ser una coincidencia", dijo Roxhel, "algo está sucediendo en la tierra de los Santos y tenemos que averiguarlo."
Roxhel explicó que Naru y el espadachín tendrían que viajar a la tierra de los Santos para investigar lo que estaba sucediendo. "Pero ten cuidado", advirtió Roxhel, "los Santos son criaturas poderosas y, aunque normalmente son pacíficos, podrían atacar si se sienten amenazados".
Naru recibió la capa de manos de Roxhel y la inspeccionó con cuidado. Era de un color marrón oscuro y llevaba una pequeña insignia en el centro que representaba a un paladín. "¿Y qué es esto exactamente?" preguntó Naru, mirando a Roxhel con curiosidad.
Roxhel le explicó que la capa era un regalo de los paladines, que habían hecho un antiguo pacto con los Santos para proteger su hogar en la tierra de los cielos. "Con esta capa y la insignia que lleva, podrás entrar en su tierra sin ser atacado", dijo Roxhel con seriedad.
Naru asintió en silencio, asimilando la información. Sin embargo, se preguntó en voz alta si Roxhel podría acompañarlos en su viaje. "Lo siento, Naru", dijo Roxhel con tristeza en su voz. "Tengo asuntos que resolver en mi antiguo templo. Necesito ver si puedo recuperar algo de lo que se perdió. Pero prometo que me uniré a ustedes más adelante".
Naru asintió con comprensión, sabiendo que Roxhel tenía una importante misión que cumplir. "No te preocupes, Roxhel. Entendemos. Pero ten cuidado allí. No sabemos lo que nos encontraremos en la tierra de los cielos", dijo Naru, mirando a Roxhel con preocupación.
"Lo tendré en cuenta", dijo Roxhel, antes de alejarse lentamente. "Buena suerte, Naru. Y no te preocupes, te encontraré pronto". Con esas palabras, Roxhel desapareció en la distancia, dejando a Naru y al espadachín solos en el bosque.
Naru y el espadachín se adentraron en el camino hacia la ciudad de los mercaderes, su próxima parada en el camino hacia la ciudad flotante del cielo. A medida que avanzaban, el paisaje cambiaba a su alrededor, desde densos bosques hasta desiertos estériles y montañas escarpadas.
El trayecto fue difícil, y cada día parecía más largo que el anterior. Atravesaron un pantano fangoso, esquivando las criaturas que moraban allí, y luego escalando una colina empinada hasta una planicie árida y desolada, donde el viento soplaba caliente y arenoso en su rostro.
A medida que avanzaban, la ciudad de los mercaderes se perfilaba en el horizonte, una mancha borrosa de edificios y torres en la distancia. Pero aún les tomaría varios días más llegar allí, atravesando paisajes peligrosos y superando muchos obstáculos.
El espadachín estaba en su elemento, disfrutando cada paso del camino y demostrando su habilidad en cada situación. Naru, por otro lado, estaba exhausto y ansioso por llegar a su destino. Pero juntos, continuaron avanzando, atravesando el desierto y escalando montañas altas
Naru y el espadachín finalmente llegaron a la ciudad de los mercaderes después de cinco días de viaje a pie. La ciudad era un lugar de ensueño, con edificios altos y elegantes, estatuas de piedra que adornaban los callejones y un mercado con puestos de frutas y especias exóticas. Pero algo les impresionó aún más: la ciudad estaba llena de enanos y gnomos, una raza que muchos creían perdida.
Naru no podía creer lo que veía. Los enanos y gnomos eran criaturas de leyenda, que se decía que vivían en las montañas más altas y solo salían para comerciar con los humanos. Pero aquí estaban, viviendo en medio de una ciudad humana como si nada.
El espadachín se acercó a un grupo de enanos que estaban cargando cajas pesadas en un carro. "Disculpe", dijo, "¿podrían indicarnos cómo llegar a la ciudad flotante del cielo?"
Los enanos miraron al espadachín con desconfianza. "¿Cómo sabemos que podemos confiar en ustedes?" preguntó uno de ellos con una voz ronca.
Naru sacó la capa marrón con la insignia de paladín que Roxhel le había dado y se la mostró. "Somos amigos de los Santos, estamos en una misión para ayudarlos".
Los enanos intercambiaron miradas y finalmente uno de ellos asintió. "Muy bien, los llevaré a la persona adecuada", dijo. "Síganme".
Naru y el espadachín siguieron al enano a través de la ciudad, pasando por calles estrechas y callejones oscuros. Finalmente, llegaron a un pequeño edificio en el centro de la ciudad.
El enano los llevó dentro y les presentó a un hombre mayor que estaba sentado detrás de un escritorio lleno de papeles y libros. "Este es el Señor Garret, él los ayudará a llegar a la ciudad flotante del cielo", dijo el enano antes de retirarse.
"¿Cómo puedo ayudarlos?" preguntó el Señor Garret con una sonrisa amable.
Naru explicó la misión en la que se encontraban y cómo necesitaban encontrar la manera de llegar a la ciudad flotante del cielo. El Señor Garret escuchó atentamente y luego se puso de pie. "Síganme", dijo, "tengo algo que mostrarles".
Naru y el espadachín lo siguieron a una habitación trasera donde había una gran mesa con un mapa extendido sobre ella. El Señor Garret señaló un punto en el mapa con su dedo. "Aquí es donde se encuentra la ciudad flotante del cielo", dijo. "Pero para llegar allí necesitarán un barco aéreo. Y sé exactamente dónde pueden conseguir uno".
Naru y el espadachín se miraron con asombro. Parecía que su misión estaba un paso más cerca de ser cumplida. Pero la intriga persistía. ¿Qué más descubrirían en esta ciudad de los mercaderes, y cómo conseguirían un barco aéreo para alcanzar la ciudad flotante del cielo?
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Comments
Eliz
Me gusta que sea de aventura
2023-03-27
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