Capítulo 12 risas, armas y trolls

Cuando nuestros héroes Terminaron de comer, el espadachín se levantó de la mesa, "Bueno, ahora que hemos llenado nuestros estómago, es hora de ir a comprar algunas cosas antes de partir". Asintió Naru mientras se ponían en pie para ponerse en marcha

El espadachín caminó por las calles del mercado, disfrutando del ambiente y la vista de las tiendas. Finalmente encontró una herrería y entró para afilar su espada. El herrero, Dowerin, era un enano fornido y musculoso, con un martillo y un yunque a su lado. El espadachín explicó lo que necesitaba y Dowerin asintió, tomó la espada y comenzó a trabajar en ella.

Naru se adentró en la tienda del enano Dowerin, examinando cuidadosamente cada artículo mientras el herrero charlaba con el espadachín sobre el mantenimiento de su espada. Los estantes estaban llenos de armas y armaduras de todas las formas y tamaños, cada una con su propia historia y leyenda. Naru observó un hacha de doble filo que parecía haber sido forjada en las llamas del mismísimo infierno, y un escudo tallado con runas ancestrales que parecía capaz de resistir cualquier golpe.

Pero lo que realmente llamó la atención de Naru fue la armadura de tela blanca que había visto en el maniquí. Se acercó a ella con cautela, admirando los bordados dorados y las placas de metal que cubrían el pecho, las muñecas y la cintura. Parecía una armadura de sacerdote, pero nunca había visto nada como ella antes. Naru tocó la tela blanca con los dedos, maravillado por lo suave y ligera que era.

En ese momento, Dowerin se acercó a Naru y le preguntó si le gustaba lo que veía. Naru asintió con la cabeza, sin saber qué decir. Dowerin le explicó que la armadura estaba hecha de una tela especial que había sido tratada con una mezcla secreta de hierbas y minerales para que fuera resistente a las cortaduras y a los golpes, pero ligera y flexible al mismo tiempo.

Naru se quedó boquiabierto, admirando la habilidad y el conocimiento que había detrás de una creación tan impresionante. Dowerin notó la expresión en el rostro de Naru y le preguntó si quería probarse la armadura. Naru aceptó de inmediato, y Dowerin lo ayudó a deslizarse en ella.

La armadura le quedaba perfectamente, como si hubiera sido hecha a medida para él. Naru se movió con cuidado, sorprendido por lo cómoda que era. Podía moverse con facilidad y ligereza, sin sentirse atrapado o limitado. Dowerin le explicó que la armadura era ideal para aquellos que necesitaban protección pero no querían sacrificar la movilidad, como los monjes y sacerdotes guerreros

Naru estaba completamente enamorado de la armadura, pero el precio era elevado. Dowerin le explicó que había invertido una gran cantidad de tiempo y recursos en su creación, y que el precio reflejaba su valor. A pesar de que el costo era elevado, Naru decidió que valía la pena. El rey les había pagado bien por su misión, y él no podía resistir la oportunidad de tener una armadura tan especial.

Naru estaba extasiado mientras se ponía la armadura que acababa de comprar en la tienda del enano Dowerin. La tela blanca, los bordes dorados y las placas en las muñecas, la cintura y el pecho lo hacían sentir imponente. Añadió la capa marrón con el símbolo de paladín en la espalda y se ajustó el equipo. De repente, una luz brillante emanó de él, como un destello de poder divino.

Mientras tanto, Dowerin observaba fascinado desde la distancia, mirando la insignia del paladín y el libro que Naru llevaba en su cintura. Entonces, se acercó lentamente a Naru con una sonrisa de asombro en su rostro.

"Joven paladín, ¿es esto lo que creo que es?", dijo Dowerin señalando el libro en la cintura de Naru.

"Sí, es mi libro sagrado", respondió Naru, todavía sintiéndose emocionado por su nueva armadura.

"Entonces, es verdad", dijo Dowerin con una sonrisa en su rostro. "Alguien especial finalmente ha llegado a mi tienda".

Naru se quedó perplejo ante las palabras del enano, sin saber exactamente a qué se refería. Sin embargo, su interés se agudizó cuando Dowerin le ofreció un regalo. Sacó un pequeño objeto de su bolsillo y se lo entregó a Naru.

"Es un forro para tu libro sagrado", dijo Dowerin mientras Naru lo examinaba con asombro. "Placas de oro cubren cada página, y el hierro se une perfectamente con la portada. Tu libro ahora estará protegido y a salvo en todo momento".

Naru no podía creer su suerte. La armadura, la capa y ahora este forro para su libro sagrado... Todo parecía un sueño hecho realidad. Agradeció efusivamente a Dowerin mientras se colgaba el libro sagrado protegido en su cintura, brillando con una luz celestial.

Mientras Naru contemplaba la nueva forma de su libró. El espadachín observó con una sonrisa mientras Dowerin pulía y afilaba su espada, admirando su habilidad y dedicación en el oficio de la forja. Finalmente, el enano se levantó y entregó la espada al espadachín con un gesto de orgullo en su rostro.

"Ahí la tienes, forjada y templada para la batalla. No te fallará en los momentos más difíciles", dijo Dowerin mientras sostenía la espada con ambas manos y la ofrecía al espadachín.

El espadachín tomó la espada con cuidado, sosteniéndola con ambas manos y admirando su brillo y filo. "¡Es hermosa! Muchas gracias, Dowerin. Nunca he visto una espada tan bien forjada y afilada", dijo el espadachín con una sonrisa sincera en su rostro.

"No tienes nada que agradecer, joven guerrero. Es mi oficio y es un placer ver a mis creaciones en manos de aquellos que saben cómo usarlas", respondió Dowerin con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

El espadachín asintió con gratitud y colocó su nueva espada en su estuche, asegurándose de que estuviera bien protegida. "No puedo esperar para ponerla a prueba en el campo de batalla. Gracias de nuevo, Dowerin", dijo el espadachín mientras extendía la mano para estrechar la del enano.

Dowerin asintió con una sonrisa, sintiendo una gran satisfacción al ver a un guerrero tan talentoso y dedicado apreciar su trabajo. "¡Buena suerte en tu próxima misión! Estoy seguro de que harás un gran trabajo con esa espada en tu mano", dijo Dowerin mientras se alejaba para atender a otros clientes en su tienda

"¡Qué gran día!", exclamó el espadachín con una sonrisa. "Tenemos nuevos equipos y estamos listos para enfrentar cualquier desafío que se nos presente. ¡Nada puede detenernos ahora!".

Naru y el espadachín salieron de la herrería, felices y orgullosos de su nuevo equipamiento, cuando de repente todo empezó a temblar. El suelo se sacudía violentamente y los edificios crujían. De repente, un enorme troll emergió de la tierra con un rugido ensordecedor. Su piel era gruesa y dura como una armadura y sus ojos inyectados en sangre parecían brillar con una malicia inhumana.

La gente comenzó a correr en todas direcciones, tratando de escapar de la criatura que causaba estragos en el pueblo. Pero Naru y el espadachín no tenían miedo. Se miraron el uno al otro con una sonrisa valiente en sus rostros y supieron que era hora de poner a prueba su nuevo equipo.

El espadachín se lanzó al ataque, golpeando al troll con su espada. Pero la piel gruesa del monstruo resistía el golpe. Aunque el espadachín era rápido, no parecía estar causando mucho daño.

Entonces Naru abrió el libro y, en un idioma desconocido, susurró una palabra. De repente, una luz dorada envolvió al espadachín y éste sintió cómo su fuerza aumentaba.

Con una sonrisa de determinación en su rostro, el espadachín volvió al ataque. Esta vez, sus golpes eran mucho más poderosos y, aunque la piel del troll seguía siendo gruesa, comenzó a agrietarse. Hasta en el sólido momento donde la espada atravesó con ferocidad la cabeza del troll.

Sin embargo, Fue entonces cuando otro troll emergió de la tierra, pero este era diferente. Su piel era oscura como la noche y emanaba una aura de terror que paralizaba a cualquiera que se le acercara. El espadachín se quedó paralizado de miedo, incapaz de moverse. El troll oscuro avanzó hacia él con lentitud, disfrutando de su poder sobre la presa

Naru, sin embargo, no estaba dispuesto a dejar que su amigo fuera asesinado. Abrió el libro y comenzó a hojear las páginas con rapidez, buscando algo que pudiera ayudarlos. Finalmente, encontró lo que estaba buscando: una invocación de una espada inbuida por el poder de la luz del sol.

Concentrando toda su energía, Naru cerró los ojos y susurró las palabras en el libro. De repente, una luz brillante llenó el aire y del libro emergió una espada de color dorado que parecía hecha de electricidad. Sin pensarlo dos veces, Naru se acercó hacia el troll oscuro, blandiendo la espada.

El troll oscuro retrocedió ante la luz cegadora de la espada y se tambaleó hacia atrás. Naru aprovechó la oportunidad y clavó la espada en su estómago, desencadenando todo su poder. El troll aulló de dolor y cayó al suelo, su cuerpo temblando antes de desintegrarse en polvo oscuro.

Naru se giró hacia el espadachín, sonriendo triunfante. Juntos, habían vencido a dos trolls que habían aterrorizado a todo el pueblo.

El espadachín se acercó a Naru con una sonrisa en el rostro. "Oye, Naru", dijo. "Para ser la primera vez que blandes una espada, no lo has hecho nada mal".

Naru rió y le respondió en tono de broma: "Después de verte luchar tanto, algo he aprendido, ¿no crees?"

El espadachín se encogió de hombros, todavía sonriendo. "Tal vez tengas razón", dijo. "Pero aún así, ¡tienes talento! ¿De dónde sacaste esa espada, por cierto?"

Naru le explicó que había invocado la espada del libro y ambos rieron ante la idea de que Naru, un paladin novato, pudiera invocar una espada sagrada tan poderosa.

Mientras tanto, a lo lejos se escuchó el sonido de hachas cortando el aire y una serie de gritos guturales. Los guerreros enanos habían llegado.

"¡Hey, Naru, mira allí!", exclamó el espadachín, señalando hacia los enanos que se acercaban.

Los guerreros enanos se detuvieron ante la escena de los trolls muertos y preguntaron qué había sucedido. El espadachín y Naru explicaron que habían luchado contra los trolls para defender la zona.

Justo en ese momento, el capitán enano, Hrogar, apareció en la escena. Observó los cuerpos de los trolls con una expresión de preocupación en su rostro.

"Esto no es bueno", dijo. "Este troll oscuro no es normal. Si están atacando por aquí, es posible algo este pasando".

Los guerreros enanos se tensaron ante las palabras del capitán y comenzaron a discutir entre ellos. Hrogar levantó la voz para calmarlos.

"Tranquilos, guerreros. No hay tiempo para el pánico", dijo en tono firme. "Estos dos valientes luchadores nos han protegido aquí. Ahora es hora de actuar. Debemos prepararnos para lo que venga y evitar que los trolls causen más daño".

Los guerreros enanos asintieron solemnemente y se alejaron, murmurando entre ellos. Hrogar se acercó a Naru y al espadachín y les dijo con una sonrisa: "Buen trabajo, chicos. Ya está todo listo para zarpar. No perdamos tiempo, es hora de volar a la ciudad de los cielos".

Naru y el espadachín asintieron y se dirigieron al barco aéreo que los llevaría a la ciudad de los cielos. Pero ambos sabían que la amenaza de los trolls estaba lejos de terminar. Una sensación de suspenso se instaló en sus corazones mientras se preparaban para lo que vendría a continuación.

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