Después de haber vencido a los demonios en el templo y liberado a los diáconos, Naru, el espadachín y el sacerdote Isaías se prepararon para regresar a su hogar. Sin embargo, fueron interrumpidos por la llegada de un mensajero del rey, acompañado por soldados imponentes y armados hasta los dientes. El mensajero del rey entregó un mensaje urgente: el rey los había llamado para una audiencia inmediata en el castillo.
Isaías y el espadachín intercambiaron miradas preocupadas, pero Naru no se inmutó. Sabía que algo importante estaba pasando, pero confiaba en que podrían manejar cualquier desafío que se les presentara. A regañadientes, los tres siguieron a los soldados y al mensajero hacia el castillo.
El viaje fue corto, pero intenso. El mensajero del rey les dijo que el estado de la reina y del joven príncipe era grave y que el rey necesitaba su ayuda. Los soldados estaban en alerta máxima, y la tensión en el aire era palpable.
Finalmente, llegaron al castillo, donde fueron recibidos por el rey en persona. El rey era un hombre de mediana edad, con una barba gris y una expresión severa. Vestía una armadura dorada y portaba una espada de acero brillante. Los tres se arrodillaron ante él, y el rey les habló con voz firme:
"Gracias por venir. Les pido disculpas por traerlos aquí de esta manera, pero el asunto es de la mayor importancia. Mi esposa ha sido poseída por un demonio y se encuentra encerrada en sus aposentos. Además, mi hijo joven fue lastimado de gravedad por el mismo demonio. Los médicos dicen que no pueden hacer nada más por él, pero tengo la esperanza de que ustedes puedan ayudar."
Isaías, el espadachín y Naru intercambiaron miradas, sabiendo que la situación era muy grave. Naru tomó la palabra:
"Entiendo la gravedad de la situación, su majestad. Si puedo hacer algo para ayudar, estaré más que dispuesto a hacerlo. Pero primero, necesito saber más sobre este demonio y su esposa."
El rey asintió, y les explicó todo lo que sabía sobre el demonio que había poseído a su esposa. Describió sus habilidades, sus debilidades y sus patrones de comportamiento. Isaías y el espadachín escucharon atentamente, mientras Naru parecía estar perdido en sus pensamientos.
Finalmente, el rey se volvió hacia Naru y le preguntó:
"He oído hablar de sus habilidades sobrenaturales, Naru. ¿Podría usarlas para ayudar a mi esposa y a mi hijo?"
Naru vaciló por un momento, sabiendo que no había usado sus habilidades de manera tan directa antes. Pero finalmente, decidió que valía la pena intentarlo. Asintió solemnemente.
Naru y sus compañeros se adentraron en los apocentos del castillo, escoltados por los soldados y el mensajero del rey. La tensión estaba en el aire mientras avanzaban por los pasillos oscuros y fríos, con solo el sonido de sus pasos resonando en las paredes de piedra.
Finalmente llegaron a la habitación de la reina, donde la encontraron acurrucada en la cama, con los ojos en blanco y su cuerpo temblando. El demonio que la poseía estaba claramente presente, y emanaba un aura oscura y malvada que hizo que los miembros del grupo temblaran de miedo.
Isaías empezó a recitar palabras sagradas mientras el espadachín se preparaba para atacar al demonio con su espada. Pero antes de que pudieran hacer nada, Naru se adelantó y colocó su mano en la frente de la reina.
De repente, la habitación se llenó de una luz brillante y cálida. El demonio aulló de dolor mientras la reina recuperaba la conciencia, mirando a su alrededor con confusión. El grupo de héroes había logrado liberarla del demonio, y el alivio se palpaba en el aire.
Sin embargo, la alegría no duró mucho tiempo. Poco después, llegó la noticia de que el joven príncipe había fallecido, y Naru y sus compañeros se apresuraron a su habitación, donde encontraron al rey en un estado de desesperación, llorando por su hijo.
Naru escuchó una voz en su cabeza que le decía que pusiera su mano en la frente del joven príncipe. Sin dudarlo, hizo lo que le pedía la voz, y de repente la habitación se llenó de una luz brillante y curativa. El príncipe abrió los ojos y se sentó en la cama, mirando a su alrededor con sorpresa.
El rey estaba asombrado y agradecido por lo que Naru había logrado. Después de todo, no era común que alguien tuviera la capacidad de curar a alguien con solo tocar su frente. Pero también se preguntaba qué tipo de poderes eran los que poseía Naru.
Después de que Naru sanó al hijo del rey, el monarca se quedó maravillado y se preguntó si con el poder de Naru podría resolver el conflicto que estaba asolando su reino. Pero de repente, el ambiente del castillo cambió. Las nubes se volvieron oscuras y los truenos empezaron a resonar en los alrededores. Una voz oscura y tenebrosa llenó todo el castillo, diciendo: "Creísteis que podríais deshaceros de nosotros... Somos legión, somos muchos... No podréis con lo que se avecina". De repente, muertos vivientes empezaron a salir de la tierra por todo el castillo, imbuidos de este poder oscuro.
El rey, el príncipe y la reina se quedaron atónitos, sin saber qué hacer. Muchos de los guardias y soldados estaban paralizados por el miedo, pero no todos. De repente, apareció el comandante de los soldados, un hombre violento con una cicatriz en el ojo y un gran espadón en la mano, dispuesto a proteger al rey y a su familia. "Comandante Garzon", dijo mientras se acercaba a ellos. "Malditos muertos, ¿creen que van a poder destruir con facilidad a mis hombres? ".- dijo con mucho vigor.
Mientras tanto, Isaías sugirió que fueran a lo alto de la torre, donde podría realizar una purificación masiva para acabar con los muertos vivientes. El espadachín escoltó a Isaías y a Naru mientras se abrían camino por el castillo lleno de peligros. En la torre, Isaías explicó que la fuerza oscura que estaba acechando en el castillo era un presagio de un mal mayor que se avecinaba en el mundo. "Necesitamos detenerlo", dijo Isaías, "o todos estaremos perdidos".
Con la ayuda de Naru, Isaías empezó a escribir símbolos extraños en el suelo. Los muertos vivientes empezaron a atacarlos, pero el espadachín luchó con fiereza para protegerlos. Pronto, el poder de los símbolos combinado con el poder de Naru empezó a formar un escudo que se expandió rápidamente, purificando todo el castillo y despojando a los muertos vivientes de su fuerza oscura. Los soldados, que habían estado paralizados por el miedo, empezaron a luchar con renovada energía.
Al final de la batalla, Isaías, el espadachín y Naru se quedaron juntos en lo alto de la torre, viendo cómo el sol volvía a brillar sobre el reino. "¿Qué fue todo eso?", preguntó Naru, todavía un poco sorprendida por lo que había visto. "No lo sé", dijo Isaías, "pero estoy seguro de que no será la última vez que lo veamos"
El espadachín se unió a ellos y añadió: "Sea lo que sea, estaremos preparados". La cámara se alejó mientras el sol se ponía detrás de ellos, dejando todo en penumbra y con un ambiente de suspenso en el aire.
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Comments
Maria Carolina montiel
guaoo tremenda historia ne asombra la velocidad de la trma y me encanta muy buena d verdad excelente y pobre Naru llego a arrazar cn todo jajaja no le han dado chance ni d comer
2023-05-21
1
Zarai
Me gustó la aparición del comandante Garzón.
2023-03-14
5