Los Santos apuntaban con sus arcos y lanzas a Naru, el espadachín, los enanos y el capitán Hrogar, mientras Miralia observaba detenidamente a cada uno de ellos. Miró fijamente la insignia que Naru portaba en su capa, la insignia del paladín. Con un gesto de su mano, los Santos bajaron sus armas y Miralia se acercó a Naru, haciendo que éste se emocionara y pusiera nervioso al estar delante de tanta belleza y gracia.
Miralia era una mujer joven y hermosa, de pelo castaño, ojos azules y orejas puntiagudas. Vestía una armadura blanca y dorada, con detalles en azul y una capa del mismo color. Naru no podía evitar sentirse impresionado por la presencia de la sacerdotisa divina y su belleza radiante.
¿Creía que los paladines estaban extintos? -preguntó Miralia con una voz melodiosa y llena de autoridad- ¿Cómo es que un joven como tú porta tal insignia?
Naru tragó saliva y explicó, nervioso pero con firmeza:
Mi mentor, Roxhel, el antiguo paladín, me dio esta insignia. Significa un pacto entre los Santos y los paladines de ayudarnos mutuamente. Recibí esta insignia como un joven paladín en el que me convertí.
Miralia asintió con la cabeza y se apartó de Naru, mirando a los demás con desconfianza.
¿Y qué hacéis aquí en tierra sagrada? -preguntó con firmeza
Una vez que Miralia hizo la pregunta, Naru y el espadachín se adelantaron para explicarle lo que había sucedido en el Reino de los Hombres y cómo habían llegado a tierra santa.
Naru comenzó a relatar los terribles acontecimientos que habían presenciado, la energía oscura que emanaba de los demonios, la destrucción de un reino mortal y la desaparición de muchos. Explicó que su mentor, Roxhel, les había aconsejado que vinieran a tierra santa para obtener más información y buscar formas de combatir la oscuridad que amenazaba su mundo.
Miralia escuchaba atentamente, fijando sus ojos en Naru y en la insignia de paladín que llevaba en su capa. Luego de un momento, Miralia sonrió dulcemente y dijo: "Muy bien, viendo tu habilidad para enfrentarte a estos demonios y la insignia que portas, le daremos la bienvenida por ahora".
"Nos preocupa mucho la situación actual", continuó Miralia, "hace muchos años que los demonios no se movían de esta manera. Y me preocupa saber que gente de mi pueblo esté cayendo ante dicha oscuridad, quizás fueron los de la ciudad de sur. La catedral de elendor".
Naru asintió con tristeza, sabiendo que la oscuridad estaba afectando a muchos más que solo a su reino. Pero agradeció a Miralia por su amabilidad y le prometió que haría todo lo posible por ayudar a combatir a los demonios y restaurar la paz en su mundo.
Mientras tanto, Miralia no apartaba la vista de Naru, sintiéndose atraída por su valentía y determinación. Había algo en él que la hacía sentir viva y emocionada, algo que no había sentido en mucho tiempo. Pero por ahora, se concentraría en ayudar a Naru y su grupo a encontrar respuestas y proteger su mundo de la oscuridad que amenazaba con destruirlo todo.
Mientras los enanos, el capitán Hrogar, Naru y el espadachín entraban en la ciudad de los valientes de Mironor, sus ojos se abrieron de par en par ante la maravilla que se desplegaba ante ellos. La ciudad estaba hecha de mármol blanco y todo parecía brillar bajo la luz del sol. Las torres de los edificios se elevaban hacia el cielo, como si fueran una extensión de él, y los callejones estaban llenos de gente, que caminaba apresurada y con propósito.
La luz lo inundaba todo, y el resplandor se reflejaba en las calles, haciendo que todo pareciera un mar de luz y color. Los visitantes se maravillaron al ver las plazas y las fuentes, decoradas con estatuas de mármol, y los jardines llenos de flores de colores brillantes.
Mientras tanto, Miralia estaba ocupada dando órdenes a sus soldados, mandando águilas para investigar la situación en la ciudad del sur de Elendor. Pero su atención estaba dividida, y no podía apartar la vista de los nuevos huéspedes que había acogido en su ciudad.
Finalmente, Miralia les informó que debían prepararse para conocer al rey, su padre. Los invitados se pusieron en marcha, sintiendo la emoción y el nerviosismo a partes iguales. La idea de conocer al rey era algo que les había mantenido despiertos durante toda la noche.
A medida que se acercaban al castillo real, el suspenso aumentaba. La magnitud del edificio era impresionante, y los guardias que se encontraban en la entrada los miraban con desconfianza. Finalmente, los invitados fueron anunciados y permitidos entrar en la presencia del rey.
La sala del trono era tan impresionante como habían imaginado, con techos altos y columnas de mármol. El trono del rey estaba situado en el centro de la sala, y cuando se acercaron, el rey se levantó y los saludó con una sonrisa amable.
Los invitados se arrodillaron ante él, y Miralia se mantuvo a su lado, observando con atención. Mientras el rey hablaba, Miralia se dio cuenta de que Naru no podía apartar la vista de ella, y le sonrió de manera discreta. Sabía que este era solo el principio de una historia de amor que estaba a punto de comenzar o quizás solo eran muchas ideas en los aires.
Mefisis, el rey de los valientes, los recibió en su salón del trono con una sonrisa amable pero cautelosa. Su presencia era imponente, pero a la vez había un aire de sabiduría y calma en su persona.
"Gracias por venir en nuestra ayuda en estos tiempos turbulentos", dijo el rey, mientras hacía un gesto para que se acercaran. "Vuestra presencia aquí significa mucho para nosotros".
Naru asintió con respeto, mientras el resto de la tripulación se mantenía en silencio detrás de él.
"Nos complace poder ayudar", respondió Naru con humildad. "Pero necesitamos su ayuda también. Necesitamos saber todo lo que puedan contarnos sobre la oscuridad que está atacando nuestro mundo".
Mefisis asintió con solemnidad, pero en ese momento una expresión más astuta se dibujó en su rostro. "Pero antes, debo asegurarme de que eres quien dices ser, Naru. He oído que eres un paladín, pero necesito probarlo y verlo por mí mismo".
La tripulación de Naru fue separada y escoltada fuera del salón del trono, mientras que Naru se quedó solo frente al rey. El corazón de Naru latía con fuerza mientras Mefisis lo miraba fijamente.
"Deberás demostrar tu valía", dijo el rey con un tono serio. "Hay una tarea que solo un verdadero paladín puede cumplir. Si tienes éxito, sabré que eres digno de nuestra ayuda y protección".
El rey dio una sola señal con su mano, y todos los solados que estaban allí comenzaron a rodear a Naru, la hija del rey Miralia mirándolo fijamente desenvaino su espada la cual era parecida a la de un mosquetero.
Mientras la tensión se cernía en el aire, Naru se preguntaba, si esta prueba era realmente necesaria. Por otro lado, Miralia parecía disfrutar de este encuentro.
Mientras el rey espectante miraba todo con sumo detenimiento.
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Updated 52 Episodes
Comments
Eliz
Uy Uy Uy
2023-03-27
3