Capítulo 8 El Retorno

"En las profundidades del templo, Naru se acercó lentamente a los tres objetos que brillaban sobre las piedras mágicas. Roxhel observaba con atención, pensando para sí mismo: 'Extraño, las armas reaccionan ante el poder de un paladín. ¿Acaso será Naru uno de los elegidos por Dios? Este joven no se ha sometido al proceso de la copa, por lo que... no habrá otra explicación'.

Los objetos brillaban con intensidad, iluminando la oscuridad de la cámara. Roxhel, con voz firme, les habló sobre la existencia de una cámara subterránea, llena de los antiguos tesoros. "Allí yacen tesoros mágicos de todo tipo, armas, armaduras, libros sagrados... todo lo que necesitan para ser paladines, para ser héroes del pueblo".

Naru y el espadachín escucharon atentamente, preguntándose qué tesoros podrían encontrar allí. Roxhel les indicó que lo siguieran y comenzaron a descender por una escalera espiral. La luz de las antorchas y los destellos de la magia iluminaban su camino hacia la cámara secreta.

Finalmente, llegaron al final de la escalera y se encontraron ante una gran puerta de piedra. Roxhel la abrió con una llave mágica y reveló la cámara de los antiguos tesoros. El lugar estaba lleno de objetos mágicos de todo tipo, y Naru y el espadachín estaban asombrados ante tanta belleza y poder.

Roxhel les explicó que podían tomar cualquier objeto que quisieran, pero que debían elegir sabiamente, ya que solo podrían tomar uno. Naru examinó cuidadosamente los objetos, buscando algo que pudiera ayudarlo en su camino como paladín.

De repente, su mirada se posó en un martillo flotando en el aire. El martillo era hermoso, con un mango dorado y un filo reluciente. Roxhel notó la mirada de Naru y sonrió, acercándose a él. "Este martillo es una herramienta sagrada, utilizada por los paladines más poderosos. Si lo eliges, podrás luchar como un verdadero paladín, con el poder de la luz y la justicia a tu lado".

Naru tomó el martillo con cuidado, sintiendo su peso y su poder en sus manos. También se acercó a él un libro con bordes dorados y un símbolo azul en medio. Roxhel se lo entregó y le dijo: "Este es el Libro de la Palabra. Cada palabra escrita aquí tiene un poder mágico. Si lo lees y lo estudias, podrás invocar el poder de un paladín exaltado, lo que te permitirá realizar hazañas increíbles"

El espadachín recibió una armadura reforzada con magia sagrada de velocidad y ligera para que pudiera desplazarse con mayor rapidez mientras Roxhel le explicaba, Le dijo que era una herramienta especial que debía ser empuñada con velocidad y precisión.

Sin embargo, mientras estaban entretenidos hablando, Roxhel sintió que algo extraño estaba sucediendo en el ambiente. Notó una fuerza espiritual con una esencia de niebla que se manifestaba y era absorbida hacia algún lugar. Al darse cuenta, vio que el joven Naru tenía el libro abierto y lo miraba con sumo detalle.

De repente, Naru cayó de rodillas, soltando el libro y frotándose la cabeza con dolor. Entonces, una voz fuerte resonó dentro de él diciendo: "Está cerca". La voz se repetía en forma de advertencia una y otra vez.

Roxhel notó que Naru estaba sufriendo mucho y, al darse cuenta de la situación, invocó un escudo divino que rodeaba su cuerpo. Se acercó poco a poco al chico, pero cuando el libro cayó al suelo, la fuerza espiritual comenzó a hacer presión en el aire, empujando con gran vigor.

Finalmente, Roxhel logró llegar hasta donde estaba el chico y el libro. Apuntó con los dedos y desprendió de ellos un poder sagrado que formó un círculo y una letra, lo que hizo que el libro se cerrara y cayera como dormido. Sin embargo, cuando Roxhel miró a Naru, algo lo atrapó como si su alma fuera absorbida por una fuerza invisible.

De repente, se encontró reviviendo uno de los recuerdos más dolorosos de su vida: la antigua guerra. Roxhel estaba de rodillas ante el campo de batalla, desgastado y con su arma a un lado. Observaba cómo los suyos sufrían dolores de cabeza terribles, lo que hacía que muchos de ellos sangraran por los ojos y cayeran muertos. Incluso alguien a quien Roxhel había amado mucho yacía en tierra, con la nariz y los ojos desprendiendo líneas finas de sangre. Era una imagen que nunca pensó volver a ver.

Roxhel reaccionó en cólera de luz, despertando de su recuerdo. Extendió la mano y, de repente, su libro de paladín apareció en ella. Lo abrió rápidamente y página tras página se movió hasta que llegó a una que brillaba con furor y fuego. Con la otra mano llena de luz, la puso sobre la cabeza de Naru y pronunció en un lenguaje divino una palabra que significaba "calla, enmudece y haz bonanza".

En ese momento, Naru cayó al suelo desmayado y sin fuerzas.

Roxhel tomó al joven y lo llevó a un lugar seguro. El espadachín interrumpió y preguntó: "¿Qué diablos pasó? ¿A dónde lo llevas?"

Roxhel le contestó con cinismo "aquí no se nombra ese nombre" seguidamente antes de salir por la puerta le dijo "solo lo pondré a descansar en una cama" roxhel salió de las cámaras y se dirigió a la superficie del templo.

El espadachín corrió hacia donde Naru había estado parado y encontró el lugar donde se había desmayado. Notó que la atmósfera se había vuelto extraña, como si hubiera una fuerza espiritual presente en el ambiente. Al inspeccionar el área, se dio cuenta de que el martillo que Naru había seleccionado se había convertido en polvo fino y había sido consumido por una fuerza inexplicable.

Se acercó para examinar el polvo, pero antes de que pudiera tocarlo, sintió una extraña sensación de calor emanando de él. Al contacto, su guante se quemó instantáneamente y el espadachín retrocedió, asombrado por la fuerza sobrenatural de la que acababa de ser testigo.

Mientras Roxhel llevó a Naru a una habitación segura, apartada de las demás, y lo dejó descansar. El joven estaba completamente exhausto después de la experiencia que había tenido con el libro. Roxhel se sentó a su lado y observó su respiración tranquila mientras pensaba en lo que acababa de suceder.

De repente, Roxhel se sobresaltó al sentir una fuerza espiritual extraña y poderosa que parecía emanar de algún lugar cercano. "No puede ser...", murmuró para sí mismo, "¿ha regresado él?"

En ese momento, el espadachín entró corriendo en la habitación, interrumpiendo los pensamientos de Roxhel. "¿Qué demonios está pasando aquí?", preguntó el espadachín con una expresión de confusión y preocupación en su rostro.

Roxhel se puso de pie y le explicó lo que había sucedido con Naru y el libro. El espadachín parecía incrédulo ante la historia, pero la expresión seria en el rostro de Roxhel lo hizo reconsiderar.

Justo en ese momento, una fuerte explosión sacudió el edificio y los tres se encontraron en medio de una nube de polvo y escombros. El espadachín y Roxhel sacaron sus armas, preparados para cualquier cosa que pudiera venir.

De repente, una figura encapuchada emergió de la oscuridad y se abalanzó sobre ellos con una fuerza sobrehumana. El espadachín luchó valientemente contra el atacante, pero parecía estar en clara desventaja.

Roxhel se acercó al enemigo y levantó su libro de paladín en alto, desatando una ráfaga de luz sagrada que iluminó la habitación. El enemigo se tambaleó y pareció retroceder un poco, pero en lugar de huir, se abalanzó hacia Roxhel con un nuevo vigor.

El espadachín trató de ayudar a Roxhel, pero el atacante era demasiado fuerte. Roxhel se dio cuenta de que solo había una forma de derrotar a su enemigo: debía utilizar todo su poder y energía para invocar un hechizo divino.

Cerrando los ojos y concentrándose en su libro de paladín, Roxhel comenzó a recitar un lenguaje divino antiguo. La habitación temblaba con la energía que emanaba de él, y el enemigo parecía estar retrocediendo lentamente.

De repente, todo se detuvo. El atacante se desvaneció en la oscuridad, y la habitación se llenó de un silencio absoluto. Roxhel abrió los ojos y se dio cuenta de que había gastado toda su energía en el hechizo.

El espadachín se acercó a Roxhel con preocupación en su rostro. "¿Estás bien?", preguntó.

Roxhel sonrió débilmente y asintió. "Sí, estoy bien. Pero necesito descansar".

El espadachín y Roxhel ayudaron a Naru a ponerse en pie y los tres salieron de la habitación en busca de una salida segura. A medida que avanzaban por los pasillos oscuros y polvorientos.

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