CAPITULO 18.

CAPÍTULO 18.

Por CHLOE HAMILTON.

Lo observé durante unos minutos. Se veía muy guapo. Con su cabello despeinado, un suéter con cuello y unos jeans color negro que le quedaban ajustados a su cuerpo. A su muy sexy y trabajado cuerpo.

-¿Vienes a arrestarme? –Dijo él, riéndose, sarcástico. -De verdad quiero verte evadir a los líderes de las dos mafias más poderosas del mundo.

-No. –Dije. Aun si quisiera… No tengo jurisdicción aquí.

-Que quieres entonces? –Dijo Vigo. –Ha sido muy valiente de tu parte venir aquí, a esta casa… No se como entraste… pero te aseguro que no fue muy prudente venir aquí.

-¿Ah, no? – pregunté desafiante.

-Dímelo tú… Estás rodeada de las dos familias más poderosas. Tanto de Italia como de Rusia. –Dijo él, acercándose a mí. –¿Qué crees que pasaría?

-No lo se. –Dije, haciéndole frente. –¿Qué pasaría?

Vigo sonrió, fríamente.

-¿Qué quiere, agente Hamilton? ¿O debo decir detective?

-Renuncie a la agencia. –Dije.

-Vaya… –Dijo él. –¿Y qué? ¿Quieres hacer un juicio laboral y necesitas un abogado?

-Vine por ti. –Dije sin rodeos.

-¿Vienes por mí? –Dijo él, riendo sarcásticamente. –¿Y qué crees que obtendrás de mí?

Harta de su maldito sarcasmo, me acerqué a él, acortando la distancia que nos separaba. Lo tomé del cuello y besé sus labios. Era un beso húmedo, con necesidad, cargado de pasión y sentimientos. Quería que él entienda, con ese beso, lo mucho que lo necesito. Sin embargo, el beso se rompió cuando sentí un ruido y algo apoyado sobre mi pecho. Me separé de él. En algún momento, durante el beso, tomo su arma, le quito el seguro y ahora me apuntaba con él.

-¿Qué haces? –Dije segura. –No vas a disparar.

-¿Tan segura estás? –Dijo él. Tome el cañón del arma y lo lleve a mi pecho, lo apunté al lugar correcto, y me aleje un poco.

-Así. –Dije. –De esa forma, podrás asegurarte de no fallar.

Él me observaba, confundido.

-¡ANDA! DISPARA! –Grite.

Sin embargo, él volvió a ponerle el seguro al arma y se acercó a mí, volviendo a besarme. Me tomo por la cintura y con fuerza me llevo en contra del escritorio. Soltó mis labios y comenzó a acariciarme con su arma por debajo de la ropa. Eso hizo que suelte un jadeo. Necesitaba esto… Necesitaba de él.  Él siguió besándome, desesperado, bajando por mi cuello. Metí mis manos debajo de su ropa, para acariciar su torso, pero en ese momento, él me soltó como si lo quemara. Para luego salir del despacho apresurado, dejándome completamente sola y perdida en mis pensamientos.

Sali de allí, apresurada, detrás de él… Iba en dirección al patio de la mansión. Yo lo seguía intentando alcanzarlo.

-Vigo. –Dije.

-Vete. –Dijo.

-Espera. –Dije. –Vigo, por favor, ven aquí.

Él no respondió, sino que apresuraba su paso.

-¡VIGO! –Grite.

-¡VETE DE AQUÍ! –Grito él, en respuesta.

-No me iré hasta que hablemos. –Dije.

-¿Y DE QUÉ QUIERES HABLAR? NO TENGO NADA QUE HABLAR CONTIGO.

-Pero yo sí… Así que escúchame… Quiero explicarte todo.

-Tienes un minuto. –Dijo deteniéndose. –¿Oíste? UN PUTO MINUTO. Ni un segundo más.

-Vigo. –Dije. –Leí el expediente que dejaste en mis manos… Lo descubrí todo… Cuando te fuiste, fui suspendida… Debí dar una excusa por tu desaparición… Por eso me dieron una licencia indeterminada, fueron tres meses…

-Treinta segundos. –Dijo él, observando su reloj.

-Las semanas después, me llamaron de la agencia para decirme que durante ese tiempo de licencia tenía la oportunidad de investigar a la familia Costello. –Dije. –Si lo hacía, me darían el ascenso. Yo… Lo hice, obtuve un expediente realmente grande y completo. Pero cuando lo iba a entregar, algo me hizo cambiar de opinión… No me importa quién eres, o quién es tu familia, te amo Vigo… Y mi amor por ti es más grande que mi deber… Así que renuncie. Renuncie a la agencia y mande a destruir cualquier prueba que indique que la familia Costello haya tenido que ver con la Cossa Nostra. –Dije. Vigo observó su reloj y lo palmeo con su dedo, dándome a entender que se acabó el tiempo. –La copia del expediente se la entregué a tus padres… Viaje a Italia con un pasaporte falso y luego… John me ayudo a llegar aquí.

-¿POR QUÉ MIERDA ME DICES TODO ESTO? –Dijo él. –QUIERO QUE ME DES UNA RAZÓN… UNA PUTA RAZÓN PARA NO ASESINARTE. Y NO DIGAS QUE ME AMAS PORQUE ESO NO SERÁ SUFICIENTE.

-La verdad es que… No tengo más que eso. –Dije, con los ojos llenos de lágrimas… Vigo estaba tan dolido, lastimado… Me dolía verlo de esa forma, pero la culpa no era más que mía.

Vigo me observo por unos segundos, notaba que sus ojos también estaban rojos y sus labios temblaban, en cualquier momento podía romper en llanto. Él le quitó el seguro a su arma, y me apunto, derecho a la cabeza. Sin dejar de mirarme a los ojos. Luego, desvió la mira del arma hacia el cielo y comenzó a disparar hasta vaciar el cargador y soltando un grito que denotaba furia, dolor y tristeza. En ese momento, escuche pasos que se acercaban corriendo. Era Camila, acompañada de dos mujeres más. Vigo tiró su arma y luego se fue de allí, subió a un coche y salió de la mansión a alta velocidad.

-Chloe. –Dijo ella, supervisándome con la mirada. –¿Estás bien?

-No. –Dije negando con la cabeza.

-¿Dónde te dio? –pregunto Camila.

-Él… no… no lo hizo. –Dije, algo asustada y también dolida por nuestra discusión.

-Ven aquí, cariño. –Dijo Camila abrazándome. –Entremos, está empezando a nevar.

Ella me llevó hasta el interior de la mansión y una de las mujeres que la acompañaban me trajo una manta para envolverme, mientras que la otra, me trajo una taza de café caliente. Camila se quedó sentada a mi lado.

-Mi nombre es Larisa. –Dijo la mujer que traía la manta. -Y ella,-dijo señalando a la que traía el café,-es Masha.

-Yo soy Chloe. –Dije.

-Lo siento mucho. –Dijo Camila. –Max y yo le pedimos a John que te busque porque creímos que Vigo estaría listo para tener una conversación. Supongo que nos apresuramos.

-No se preocupe. –Dije. –Él… Solo está dolido… Y no es para menos.

-Trátame de “tú”, Chloe. –Dijo ella. –Larisa y Masha son las esposas de Illya y Luka Rostov. Algo así como los tíos de mis hijos.

Asentí.

-¿Dónde están los gemelos? –pregunte.

-Decidieron quedarse en Estados Unidos. –Dijo ella. –Sin embargo, te envían sus saludos.

En ese momento, Massimo ingreso por la puerta de la mansión. Seguido por dos hombres a quienes reconocí como los hermanos Rostov. Al verme en ese estado, los tres se alarmaron. Camila los puso al tanto de todo.

-Debo ir a buscar a Vigo. –Dijo Max. –Puede ser peligroso. Chloe. –Dijo, esta vez dirigiéndose a mí. –¿Te encuentras bien?

-Sí… Lo estoy. –Dije.

-Debo irme. –Dijo Max.

-¡ESPERA! –Dijo Camila, deteniéndolo. –Amor… ¿Recuerdas Dubai?

-¿Cómo olvidarlo? –Dijo él, sonriéndole, pícaramente.

-No me refiero a la luna de miel en Dubai. –Dijo Camila. –¿Recuerdas la vez que huiste?

-Creo que sí. –Dijo él, avergonzado. Recordando claramente como había escapado de aquel almuerzo, agobiado por tantas discusiones con ella, con el corazón hecho pedazos y los celos latentes al ver como ese hombre observaba a la dueña de su corazón. También recuerda haber llegado a un bar y que ella lo encontró allí. Esa noche, sin saberlo, Camila lo había salvado.

-Creo que Chloe tiene que ir en busca de nuestro hijo. –Dijo Cam.

-¿Crees que sea lo adecuado? –Dijo Max. –Ella no conoce Rusia.

-No… Pero nosotros sí. –Dijo Cam. –Amor. –Dijo esta vez, dirigiéndose a Chloe. –¿Dónde crees que pueda estar mi hijo?

-No lo se… Supongo que en algún bar.

-¿Qué tipo de bar? –pregunto Camila.

-No lo se… Supongo que uno no muy ruidoso… A Vigo le agrada el silencio. Y tampoco demasiado lujoso, le gusta pasar desapercibido.

-¿Lo ves, cariño? –pregunto Cam. –Ella es la indicada.

-Ok, vamos. –Dijo Max. –Te llevaré y te dejaré allí.

Tome mi chaqueta y me dirigí con Massimo al coche, para llevarme a buscar a su hijo.

-Realmente no tengo idea de donde puede estar mi hijo. –Dijo. –Pero… conozco algunos bares, confió en que Vigo esté en alguno de ellos.

Asentí. Massimo comenzó a conducir y pasamos por algunos bares; sin embargo, él no estaba en ninguno de ellos, hasta que ya, algo resignados, pensábamos en regresar. Hasta que un lugar en especial llamo mi atención. Era un bar modesto, parecía magico, tenía algunos detalles que daban a entender que estaban ambientados en el mundo de Harry Potter, o algo parecido.

-¡AQUÍ! –Dije de repente. Haciendo que Max frene de golpe.

-Demonios Chloe. –Dijo él. –Me has asustado.

-Lo siento… Yo… Creo que está aquí. –Dije. –Lo presiento.

-Bien… Te esperaré aquí. –Dijo.

-No es necesario. –Dije. Me preparé para bajar del coche, pero Max me detuvo.

-Chloe. –Dijo.

-¿Sí?

-Vuelve con mi hijo. –Dijo sonriendo. –Y ten cuidado, niña… No dudes en llamarme si las cosas se complican.

-Lo haré… Gracias.

Finalmente, baje del coche y me adentre a ese bar.

Más populares

Comments

Nana Fernandez

Nana Fernandez

creo k vigo se está pasando....ella a pesar de todo jamás lo amenazo con un arma...

2024-03-13

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play