Capítulo X Despierto en la cama de Leo.

12 de Abril de 2050

Querido Roy: Fue extraño estar soñando casi despierta, había algo que no cuajaba en mi mente. El dolor en mi cabeza me hizo recordar mi pelea con ese enano morboso y asqueroso.

Me encontré acostada en una cama suave, envuelta en sábanas blancas y almohadas mullidas. La luz suave de la habitación privada de Leo se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, creando un ambiente tranquilo y reconfortante. Mi mente luchaba por recordar los detalles del ataque, pero todo estaba borroso, como si fuera un sueño lejano.

Leo estaba sentado junto a la cama, con una expresión preocupada en su rostro gentil. Al ver que estaba despierta, su mirada se iluminó con alivio.

— ¿Cómo te sientes, Mia? — me dijo con tono suave.

Me senté lentamente, sintiendo el mareo y el dolor en mi cabeza disminuir gradualmente.

— ¿Qué... qué pasó? Creo que tu pequeño hermano me golpeó muy fuerte

—No estoy seguro de los detalles, pero encontré tu cuerpo inconsciente en el pasillo. Te traje aquí para que descansaras. — me dijo Leo suspirando.

— Gracias, Leo. Siento que entonces debo estar agradecida por lo que hiciste por mí. Aunque aún no te conozco creo que eres muy gentil.

Leo me ofreció una sonrisa reconfortante antes de levantarse y caminar hacia una mesa cercana, donde había preparado una bandeja con algo de comida y una taza de té caliente.

— Toma, te ayudará a sentirte mejor. — lo trajeron algunas compañeras tuyas, dóciles que llevan años trabajando con mi familia.

— Oh ¿Ellas me vieron aquí en tu cama? Eso sería muy inapropiado.

— No te preocupes, trajeron el té un poco antes. Igualmente, yo lo he recalentado Mia.

— Vaya, veo que tienes de todo en tu propia habitación.

Tomé la taza entre mis manos temblorosas, sintiendo el calor reconfortante del té mientras inhalaba su fragancia tranquilizadora.

— ¿Qué hiciste con... con él? Digo, con tu hermano — le pregunté con curiosidad.

La mención del enano sádico hizo que mi corazón se acelerara de nuevo, recordando el miedo y la angustia que había sentido durante el ataque.

— Lo llevé a la seguridad de su habitación. No te preocupes, no volverá a acercarse a ti mientras estés aquí. Mi hermano es terrible, pero me tiene miedo— me dijo Leo frunciendo el ceño.

Una sensación de alivio inundó mi cuerpo al escuchar las palabras de Leo. A pesar de las circunstancias difíciles, me sentía protegida y cuidada en su presencia.

— Gracias,

— Estoy aquí para ayudarte, Mia. Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo. — me respondió con dulzura.

De repente, Leo se acerca a mí muy lentamente. Siento un cosquilleo de anticipación en mi corazón. Sus ojos transmiten una ternura que me hace sentir segura. Su mano se eleva con delicadeza y, al sentir su caricia en mi rostro, cierro los ojos instintivamente. Es como si todo el mundo desapareciera por un momento. Luego el se aparta, sabe que no podemos relacionarnos. Y yo también lo sé. Debemos ser cuidadosos, yo tengo un voto de castidad y el es un dominante.

Me sumergí en el té caliente, dejando que su calor reconfortante calentara mi cuerpo mientras contemplaba la presencia tranquilizadora de Leo. A pesar de las sombras que rodeaban nuestra existencia como dóciles, su gentileza y compasión me recordaban que aún había esperanza en este mundo oscuro y cruel.

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