Capitulo XIX

03 de mayo de 2050

Querido Roy:

Hoy es el segundo día en la mansión Villa. Anoche tuvimos un incidente. Nos despertamos con aullidos de una jauría de lobos que merodeaban la propiedad. Lo más sorprendente fue que Coram pudiera calmarlos. Cuando me asomé por mi ventana y lo vi frente a ellos, me asusté mucho. Pero parecían conocerlo, al menos el lobo alfa. ¿O quizás hay una forma de lidiar con esos animales salvajes? Siempre me dieron miedo y creo que lo que Coram hizo fue temerario.

Luego de las primeras horas de trabajo, mientras desayunábamos, fuimos sorprendidas por la visita de Milagros Villa. La dama dominem era muy alta, para ser mujer, e iba vestida muy "corriente", sin dudas era un poco diferente a Roxana y Druscila. Sus formas y modos de hablar también eran más relajados.

— Buenos días, dóciles. No se levanten, por favor. Sigan desayunando sus mates cosidos. Hola, Mia. Es un gusto tenerte con nosotros. La mansión se ve mucho mejor.

— Muchas gracias, señora — respondí mientras saludaba.

— Mia, nos vemos en mi oficina más tarde — me dijo mientras hacía una mueca cómplice.

Luego de la reunión, supe que Roxana autorizó que yo me quedara con los Villa al menos un día más. Me sorprendió que pudiera prescindir de su dócil Alfa, es decir, de mí. Pero también es un alivio saber que no debo regresar pronto a la mansión Rufino. Creo que vivir en estado de alerta me estaba afectando. La relación que pude lograr con Flora es la muestra clara de lo negativa y violenta que yo estaba. También puede ser influencia de Druscila.

El resto de la jornada laboral fue bastante rutinaria. A partir de las 17:00 hrs tuve el resto del día libre y decidí acompañar a Coram en los establos. Le habían pedido si podía ocuparse de ellos por la falta de personal. Me encantó la forma en que trata a los caballos. Les habla con mucho cariño y los cepilla con dedicación. Incluso me ayudó a cabalgar, algo que hasta hoy me había sido muy difícil, luego de una terrible caída sufrida en la academia para dóciles.

— No debes tener miedo, Mia. Estoy aquí para acompañarte — me dijo la primera vez que subí. Sus manos me ayudaron a mantener el equilibrio al principio.

Recién al anochecer me retiré a descansar. Coram también estaba agotado y me dijo que no se sentía del todo bien. Flora se animó a dormir en su propia habitación. A pesar de eso, me quedé a su lado hasta que se durmió. Leímos un poco sobre mitos griegos. Ella es una joven muy curiosa e inteligente y es una pena que sea la prometida de Leo. Creo que merece a alguien mejor a su lado. Una vez que se durmió, decidí ir a mi cuarto, pero a causa del cansancio me confundí e ingresé en la habitación de Coram, que se encontraba a pocos metros de la mía. Para mi sorpresa, él estaba sentado al borde de la cama temblando, solo con un boxer negro y su camisa.

— Oh, lo siento, entré aquí sin querer. Pero, ¿te sucede algo, Coram? — le dije preocupada al verlo tan mal. Al parecer, también había estado llorando.

— Mia, hola... no es nada, no te preocupes. Es solo que tengo recuerdos de mi pasado.

— Ya veo, debes haber vivido muchas cosas terribles — le dije con dulzura. Me estaba rompiendo el alma verlo tan vulnerable.

De repente, Coram empezó a llorar. No pudo contener las lágrimas y yo no me pude aguantar más las ganas de ir a abrazarlo. Siguió llorando y temblando por un tiempo. Es increíble lo mucho que los hombres se contienen y no manifiestan sus emociones, lo mucho que se reprimen para que no los vean como débiles.

— Gracias, pero de todos modos discúlpame por esto. Hace muchos años que no lloro, supongo que ciertas situaciones me traen recuerdos dolorosos.

Mi ternura hacia él fue más fuerte que nunca. Me dieron ganas de abrazarlo aún más y besarlo. Yo sabía lo mal que estaba eso. No debía involucrarme en ese sentido. No solo estaba violando mis votos, sino que además era un potencial problema en el futuro si pensaba en Druscila. Al cabo de unos pocos minutos, fue Coram quien hizo que me decidiera por quedarme.

— Mia, sé que esto es extraño, pero ¿crees que podrías quedarte conmigo un rato más?

— Sí, claro que sí. El tiempo que quieras. Tú me dejaste abrir mi corazón ayer, así que hoy es mi turno.

Me recosté a su lado mientras nos veíamos a los ojos. Pensé que era aún más bello cuando estaba triste. No quise molestarlo con preguntas sobre su pasado. Era evidente que le pesaba. En lugar de eso, acaricié su bello rostro, su cabello, sus manos. Era inevitable que nos besáramos si seguía así, pero lo que yo no esperaba es que esa iniciativa fuera de él. Al parecer, yo sí le gustaba. Mi corazón explotó de amor al recibir su primer beso en la boca. Siguieron otros, en mi cuello, en las manos, en mi espalda, cada uno era más placentero que el otro. Y besos míos hacia su cuerpo también. Lo besé a mi antojo, pero siempre con dulzura y cuidado. Si no hubiera sido porque ambos estábamos exhaustos, quizás habríamos dado el siguiente paso. Pero no fue así, supongo que no era lo que tenía que ocurrir y a ninguno de los dos nos gusta forzar las situaciones. De todos modos, no fue necesario para que el amor fluyera entre nosotros. Coram se durmió entre mis brazos, mucho más tranquilo y en paz, su rostro se veía sereno y precioso.

Me temo que ahora estoy en un dilema complicado, ambos lo estamos. Debemos cumplir con nuestro deber y ser fieles, o seguir acercándonos mas y mas. Antes de que amanezca, me fui silenciosamente a mi cuarto, no sin antes mirar por última vez a Coram dormido. Parecía un ángel, y quizás lo sea. . .

Tú, Mia.

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