Solo debo escapar de él

Capítulo 8

solo debo escapar de él

Después de un par de minutos de comprensión, realmente tuvo que contenerse para no reírse a carcajadas y terminar suprimiendo las buenas intenciones del extraño presidente de esa pequeña compañía, que ni siquiera sabe a qué se dedica; porque, es un hecho que solo la conocen en este país…

‘¿de dónde demonios este hombre tan asquerosamente guapo saca tanta confianza para creer que puede ser más poderoso que mi padre, el despiadado Rey Olaf de Northumbria? Olvídalo, el pobre no conoce mi identidad, es capaz de que ni siquiera sepa de la existencia del reino de mi padre’

No obstante, después de saber que este hombre guapo de ojos cafés no era el despiadado Duque que la persigue para encerrarla como su trofeo personal, se sintió tan aliviada que dejó de importarle el cambio físico que estaba experimentando y no sintió ninguna necesidad de explicarle a este desconocido su identidad, ni porque diablos llegó como una ladrona a su palco, ni siquiera sintió la necesidad de salir de este lugar, tenía que pensar como burlar a la guardia real que seguramente ya habrá comenzado a revisar todas las habitaciones.

Como cuando el hombre le explicó su identidad estaba tan absorta repitiéndose en su mente que no era el despiadado Duque y emocionándose porque finalmente tenía una oportunidad de ser libre, no le pareció que haya nada extraño en las palabras de Sebastián, ni siquiera escuchó cuando simplemente decretó que sería su mujer sin derecho a réplicas, vagamente escuchó que se quedara con él, y se sintió encantada con la amabilidad de  este pequeño empresario, porque si la echaba, definitivamente la podía atrapar la guardia real y habría acabado con su vida, no lo pensó demasiado; pues, en este momento tenía un montón de sensaciones nuevas con las que lidiar, como para intentar comprender el significado de las palabras de este hombre que no habla con claridad; así que, solo asintió como respuesta a sus palabras únicamente para que este hombre no pensara que había acogido a una mujer con mala educación.

Y es que, también le daba un poco de terror lo que pudiera salir en este momento de su boca, porque con este extraño calor que la sofocaba, solo deseaba volver a pegarse como una sanguijuela a los labios de este hombre que solo lleva puesta una toalla en la cintura, para dejar de sentir que se estaba quemando en el mismísimo infierno.

Sin tener idea de los pensamientos de Lucrecia, después de esa breve conversación el leve olor a Chanel mezclado con un fuerte aroma a sudor y tierra proveniente de la mujer a la que sostenía con fuerza invadió las fosas nasales del hombre que, aunque es fuertemente germofóbico no se atrevió a fruncir el ceño; pues, hasta eso le gusta de ella y, guiado con este único pensamiento, sin siquiera tener la intención de preguntarle su nombre, él había concluido que con ese leve y educado asentimiento de cabeza, ya la hermosa morena escaladora de balcones había aceptado ser su mujer, y es que, para todos los estadounidenses es lógico… ¿Qué mujer, con cinco sentidos en esta ciudad se negaría a ser de Sebastián Montañez?

Sintiéndose justificado y satisfecho por haberle otorgado una nueva identidad a la cosita sucia que calló sorpresivamente en su balcón, sin previo aviso la tomó entre sus brazos y se la llevó directamente a la ducha, como ahora es su mujer, hay que lavar a la invasora.

Lucrecia tuvo una leve sensación de pánico al sentir como se elevaba en ese par de fuertes y cálidos brazos, que la ayudaban a calmar el fuego que sentía en todo su cuerpo e intentaba suprimir desesperadamente, no obstante, aunque se sentía muy bien, instintivamente comenzó a luchar; pero, debido a la influencia de la medicina que tenía tanto rato inhalando en su organismo, sus palabras sonaban extremadamente seductoras a oídos de Sebastián, y sus esfuerzos por liberarse, eran más como… frotarse sensualmente con su cuerpo.

“suéltame ¿Qué estás haciendo?”

Al escuchar su seductora resistencia, el hombre no detuvo sus pasos, en cambio le respondió con seriedad.

“eres mi mujer, debes estar exhausta por haber llegado aquí escalando la pared, es normal que te ayude a darte una ducha”

Después de escucharlo, a la mujer que golpeaba a Sebastián le pareció que estaba diciendo demasiadas tonterías

‘¿desde cuándo soy su mujer? ¿acaso me preguntó si quería ser su mujer? ¿tengo derecho a escoger? ¿Por qué un hombre tan sexy necesita tomar como suya a una total desconocida?’

Con un sinfín de preguntas nuevas rondando su mente, la nueva mujer de Sebastián suspiró porque él es demasiado fuerte y decidió no discutir más, suprimió el temor que había comenzado a sentir en su estómago, siempre que este hombre no tuviera que ver con la corona, sentía que podía confiar en él y podían llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos… de todas maneras

‘¿acaso este hombre quiere morir cruelmente? No, ahora menos puedo decirle quien soy, ¡bah! olvídalo, solo debo escapar de él cuando ya no me busquen los esbirros de papá y del Duque…’

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