Una noche diferente

Ángeles estaba terminando de arreglar su cabello, luego de haberse quitado el vestido del desfile. Se miraba en el espejo y hablaba para sí misma sin poder creer aún que había sido capaz de estar frente a toda esa gente improvisando ser una modelo.

Anna le había contado que Sara y Sofía estaban con el resto del equipo felicitándolos y que esperaban por ella para regresar al salón y tomar las citas de las mujeres interesadas en los diseños, entonces Ángeles le pidió que regresara con el grupo mientras ella terminaba de arreglarse y luego iría de inmediato a colaborarles. La muchacha salió dejándola sola, al cabo de unos minutos cuando por fin estuvo lista se giró para salir hacia el salón, abrió la puerta de manera distraída sumida en sus pensamientos y chocó contra algo, o mejor dicho alguien, levantó su rostro y quedó sin reacción al tener aquellos ojos claros que no podía distinguir exactamente si eran celestes o verdes ...observándola tan de cerca.

-Lo siento mucho- balbuceo ella tratando de que la voz no le temblara.

-No hay problema- le respondió él sonriendo de manera coqueta y esa sola acción hizo que a la mujer se le erizara la piel-Cuando quieras, preciosa...

Aquella frase del muchacho puso más nerviosa a Ángeles, quién salió disparada del lugar, con rumbo al salón. Mientras caminaba apresuradamente pensaba "¿quién rayos es?, ¿me está persiguiendo acaso?".

Al llegar al salón dejó aquellas preguntas de lado para concentrarse en ayudar a sus compañeros, pasaron aproximadamente dos horas tomando citas para realizar diseños para las mujeres que habían asistido al desfile.

Luego de verla huir una vez más Killyam sonrió y pensó - "Me parece que va a ser difícil conquistarte, pero juro que no te vas a escapar de mí "- pasó la mano por su cabello y caminó hacia la salida del lugar para ir a su departamento, pues ya sabía dónde hallarla y tendría mucho tiempo para acercarse a ella.

Cuando ya tuvieron todo listo para regresar a sus casas los gemelos se ofrecieron a llevar a Ángeles y a Anna a sus respectivos hogares, mientras que Martha se iría con Tony . Los cuatro compañeros iban en el coche, felices, charlando acerca de lo bien que había resultado todo, de pronto Anna se dio cuenta de que uno de los gemelos se había quedado demasiado tiempo mirando a Ángeles, la muchacha carraspeó para llamarle la atención, este simplemente le sonrió.

Durante todo el trayecto no hicieron otra cosa más que comentar acerca de su trabajo, hasta que llegaron a su primer lugar de destino, la casa de Ángeles, ella descendió del vehículo, agradeció a sus compañeros y se despidió con mucha amabilidad.

El viaje continuó, ahora tocaba llevar a Anna a su casa, y como ella era una muchacha muy extrovertida, que le gustaba hablar hasta por los codos y no tenía reparo en decir lo que sentía o pensaba, cuando salió del coche se mantuvo de pie al lado de la ventanilla del acompañante, se agachó para estar a la altura del rostro de los que viajaban en el vehículo, los miró a ambos...

-Tú, muchacho- miró a Javi con algo de descontento- Más te vale que si intentas algo sea para bien, porque de lo contrario te las vas a ver bien feas.

-¿Perdón? ¿Por qué me dices eso?- preguntó el muchacho sorprendido y sin entender.

-¡No te hagas!- inquirió la chica- Esa mujer... tiene su vida muy ordenada, es feliz y no necesita que nadie venga a desordenársela y mucho menos que la haga sufrir. Así que... tú sabrás que es lo que haces y cómo.- Soltó toda aquella palabrería en defensa de Ángeles y luego se despidió como si no hubiera dicho nada.

-¿Y a esta qué le pasa?- murmuró Javi, aunque sabía perfectamente a que se refería la muchacha.

Ángeles que ya se encontraba en su cama, con los ojos cerrados dispuesta a intentar dormir. No lograba conciliar el sueño, pues por más que trataba no podía sacar de sus recuerdos la mirada de aquel hombre. Sus ojos claros que hacían de su mirada algo único, su rostro cuyas facciones eran perfectas, su estatura y su musculatura que lo hacian imposible de no llamar la atención entre la gente, su voz que aunque era gruesa sonaba pícara y digna de ser oída en algún murmullo muy cerca del oído. De repente se sorprendió al darse cuenta de que se le había escapado un suspiro pensando en él y se reprochó a sí misma tal acción.

-¡Ja, ja, ja! Lo único que me faltaba a mí, estar pensando en un hombre que apenas he visto contadas veces, tiene todos los atributos de un mujeriego rompecorazones y encima es menor que yo...ja, ja, ja.- sintió vergüenza de solo pensar en eso y se tapó la cara con la almohada dispuesta a seguir en su frustrado intento de dormir.

Por su parte Killyam iba en su coche de camino a casa, recordó a la mujer y sonrió.

No tenía ninguna duda de que esa era la mujer más hermosa que jamás había visto en su vida, él no era un hombre superficial, obviamente le gustaban las mujeres bonitas, pero sabía que ella lo tenía todo, le parecía hermosa, su rostro en forma de corazón, sus ojos medio achinados, su nariz pequeña y redondeada, su corte de cabello que le hacía lucir a la perfección el cuello y los hombros, sus atributos ocultos debajo de la ropa, los cuales no podría esconder aunque quisiera, su cintura que a pesar de no ser pequeña era perfecta para hacer destacar sus caderas anchas y redondeadas...(un suspiro se le escapó al recordarla) y más que todo eso que lo había atraído desde que la vio en la boda de su prima, lo que más le atrajo de ella fue su personalidad, con tan solo tenerla frente a él apenas unos minutos pudo ver como era ella interiormente. Una mujer dulce, sincera, con una calidez capaz de llamar la atención del hombre que ella quisiera. Y del que no quisiera también. Sintió en su pecho una sensación diferente a lo que solía sentir cuando le interesaba una mujer y como si le hubiera llegado una iluminación divina reconoció que ella era la indicada.

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