CAPITULO 7. -

Julia había quedado perpleja, era una locura decir las cosas sin un poco de tacto.

Ella la miraba con gran asombro y su voz no podía delirar una palabra.

-       Se, señ, señorita ¿Cómo puede pedir algo así? –

-       Lo necesito, para salir. –

-       ….. –

Siguió con un rostro poco flexible, miraba a los alrededores, buscando que nadie hubiera escuchado las palabras.

Quien más estaría en una biblioteca, pero Julia también era alguien que se la pasaba alerta.

-       Me dijo algo que poco entendí, pero no creí que sucedería tan rápido. –

Ella se había calmado; sin embargo su respuesta la dejo más que confundida, busco por los estantes unos cuantos libros.

-       Permítame un momento, puede tomar asiento si lo desea. –

Asintió y se dirigió a una de las tantas mesas que había en el lugar, mantuvo la calma esperando a Julia.

-       “No me abre equivocado…. no todos los días, llega una niña a tu vida y te sale de la nada con el tema de la rencarnación” –

La ansiedad con la que vivía cada mañana, gritando todas las noches, pidiendo que las pesadillas fueran detenidas, el filo caliente que cortaba cada parte, hacia que su cuerpo se retorciera por el dolor.

El liquido rojizo caliente, que recorría por su cuerpo.

Era lo suficiente, para que ella dijera las cosas sin importar lo que los demás opinaran.

-       “Solo quiero salir” –

Cualquier persona que supiera la respuesta, iría a ella para que la sacara del mundo de fantasía, no importaba que debía ofrecer.

Matar.

Robar.

Morir.

-       “Un pecado es un pecado, pero ya han cometido muchos con esta niña…. ¿Qué mal haría que ella lo hiciera?” –

¡Listo!

Julia había llegado a su lado y el sonido de los libros cayendo en la mesa, la hizo saltar del susto.

-       “Carajo” –

Quería decirlo en voz alta, sus manos llegaron a tiempo y cubrieron su boca.

-       Oh, lamento haberla asustado. –

-       No, no debes. –

También fue su culpa, el haberse quedado perdida en su cabeza.

-       Eh traído cada uno de ellos. –

-       ¿Todos? –

Era una pila muy pequeña de solo cuatro libros, además los libros no eran tan gruesos como otros.

-       “¿Qué se supone que investigare? Tan pocos que me los acabare antes de que la semana concluya” –

Poca información, pocas esperanzas.

Seguía observando los libros, tomo uno y lo hojeo.

-       Segura, es solo esto. –

-       Si, lamento no ser de mucha ayuda, la señorita busca algo poco común entre los humanos. –

-       ¿? –

-       Eh escuchado algunas historias, pero la gente los consideras unos locos, en especial el templo sagrado. –

-       ¿El templo? –

-       La devoción de dios, los hace creer solo lo que se encuentra en sus libros sagrados, los libros que la señorita tiene en mano, son de las pocas copias que han salido a la luz y de las que se ha logrado salvar. –

Considerarlos locos, ella lo hubiera hecho también.

-       “No puedes juzgar, hasta que te sucede” –

Debía explicarle a la persona que la acompañaba, para que la ayudara o le recomendara a otra persona.

-       Y la maestra Aislinn. – salió de repente de la boca de Julia.

-       Ella, ¿Qué puede decir? –

-       Soy apenas una aprendiz, pero no existe alguien mejor que ella. –

-       Podría hablar con ella. –

-       Puede que sí, pero tendrá que pasar una prueba. –

¿Qué clase de prueba?

Aunque la ayudara, no le estaban asegurando que saldría rápidamente; existía el problema de que se quedara por un largo tiempo en el mundo de Nisha.

Y si jamás volvía, debía afrontar el trágico final.

No.

No y no, no era una forma de vivir.

-       ¿De qué se trata? –

-       ….. –

-       Quiero hacer la prueba. –

No confiaba en el potencial que tenía, ni ella ni la parte de Nisha.

Pero afrontaría un reto para salir.

-       La trae en un momento. –

Julia se levanto de la silla y camino hasta una puerta.

-       Se quedará sola por un momento, puede ver los alrededores. –

La puerta fue cerrada y un silencio invadió el acogedor local.

Por supuesto le tomo la palabra a Julia y comenzó a recorrer los estantes, volvió a tomar unos libros y se dio cuenta que la letra y el idioma eran desconocidos, pero su cabeza lo entendía a perfección.

-       No me había dado cuenta, pero incluso a la hora en que escribo, mis manos lo hacen al natural, que es tan extraño…. –

La letra, el idioma, era fácil de dominar.

-       Mierda, típico suceso de una novela, donde la protagonista rencarna. –

Al no poder hacer nada, siguió leyendo los libros, descartando los libros de rencarnación, no parecía que serian de ayuda, enfocarse en algo más, sería bueno para relajar los nervios.

(Historia del Imperio Aelia)

¨ Arthur Elia Blake, el Emperador del año negro, año 692.

Comenzaba el rumor de la tentadora mente retorcida, de los descendientes de la sangre Imperial; aquel Emperador, fue tentado por la fruta prohibida de la vida, codiciando un poder más grande que dios.

Anhelaba ser poderoso y poder controlar al mundo que estaba a sus pies; no era solo un pueblo, un país, era un mundo completo, que insaciable sangre manchada, quería tenerlos en la palma de su mano…

Codiciando el poder, estaba dispuesto a unirse con el diablo mismo con tal de dominar el mundo.

¡Mirad amado padre, tomare todo a mis pies y nadie me detendrá!

Las palabras dichas, mientras bailaba en una tierra de fuego, las cenizas de un lugar derrocado, tomando a su paso, el poder de otros y sin que nadie lograra acabar con él.

Las siguientes generaciones de Arthur, siguieron sus pasos e hicieron que el Imperio fue el mas poderoso de todos, poniendo a cada unos de los reyes a sus pies…

¡Somos la sangre maldita del diablo, la sangre de Blake, tomara todo a su paso!

Había dicho el Emperador “Farit Kant Blake, año 930…”

El emperador que se decía, era la rencarnación misma del primer perro de todos ellos… ¨

-       Listo. –

Su lectura fue detenida, Julia regresaba brincando, con una hoja en mano.

-       Eh traído la prueba. –

La tomo y sus ojos se agrandaron.

-       “¿Qué mierda dice?” –

Nada que ver con el idioma del Imperio.

Las letras parecían desacomodadas de su lugar; rasco su nuca con fuerza.

-       Suerte señorita Ehann. –

Julia se alejo de ella y tomo asiento a unos kilómetros de ella.

-       “Mala idea…. vámonos de aquí y lloremos en nuestra habitación.” –

Mantuvo la calma en el exterior, pero su interior se encontraba en un batallón en busca de las respuestas.

-       “Vamos, solo respira, tarde o temprano encontraras la respuesta” –

Si, eso debía ser.

La esperanza era lo último que moría.

<< Tres horas después >>

-       “Quiero llorar……” –

El tiempo paso tan lento, que su trasero se había quedado inmóvil en su lugar.

Por mas que moviera la hoja o leyera, las palabras parecían un chiste.

Estaba a nada de oscurecer y ella nada mas no salía de la duda.

-       “No importa la perspectiva, todo falla” –

Su cabeza golpeo la mesa, la fuerza con la que cayó la hizo quejarse.

-       “Mierda, tendré que irme de aquí” –

Había soltado un suspiro cerca de hoja.

-       Pero qué. –

Las letras más cercanas se movieron.

Volvió a ponerse recta y tomo la hoja, miro con detalle ese pequeño cambio que tenía.

-       “Sopla las letras” –

Acerco su boca a la hoja y volvió a soplar con un poco más de fuerza.

Sus ojos brillaron; estaba viendo como esas palabras que no tenía coherencia, se habían revuelto y creado una oración.

-       “¡Perra lo logre!” –

Que diría Julia si hubiera gritado a los cuatro vientos.

La miro y ella seguía en libro, sin tomarle tanta importancia a su alrededor, ella de la misma manera volvió a leer la hoja que tenía.

“Como la noche es oscura, la mañana radiante…. El mar misterioso, el cielo infinito, el corazón de un vivo late y el de un, muerto, yace sin movimiento…. Abre tus ojos y ve la realidad, conecta tu espíritu y cuerpo, vuélvelos uno y descubre tu poder, has de ti un ser de mucha luz o oscuridad, tuerce el tronco y vuélvete loco, mantén tu mente abierta y deja que la mana fluya como el agua en cascada”

-       No mas adivinanzas. – susurro tan bajo para que Julia no la escuchara.

Conectar su cuerpo y alma.

Era algo más espiritual, vaya que un mundo mágico, tenia que conectarse con la magia que poseía, pero ella no tenia poder, a pesar de ser una recogida, también era una inservible.

Todos en la familia Ehann, poseían dones que fueron un regalo.

Hechiceros.

Maestros de la espada.

Santas.

Era una variable combinación, donde ella no encajaba; felicitaciones, había conseguido la forma de leerlo, pero de que servía, sin tener una gota de magia en todo su cuerpo, el esfuerzo era en vano.

-       “Solo queda rendirme, de cualquier modo, no tenia esperanza de llegar a ningún lado” –

Que poca fe la suya, pero no tenía las esperanzas suficientes de poder encontrar algo fácil.

Su mala suerte la perseguía.

“Cierra los ojos”

Quedo inmóvil cuando una voz le susurro, miro a sus lados y no encontró nada.

-       ¿Que fue eso? –

“Cierra los ojos”

Otra vez esa voz.

-       Bien lo hare. – iba obedecer a esa voz, aunque no la conociera.

Siguió a la voz, cerro sus ojos, esperando una nueva orden.

“Respira hondo”

-       De acuerdo. –

“Repite lo mismo…… Oscura es la noche, la luna brilla y las estrellas nadan entre las nubes, magia oscura que en mi cuerpo navega, hago el llamado, la eterna sangre que posee el poder de las sombras”

Suspiro por última vez.

-       Oscura es la noche, la luna brilla y las estrellas nadan entre las nubes, magia oscura que mi cuerpo navega, hago el llamado, la eterna sangre que posee el poder de las sombras. –

“Tu única maestra, te ha llamado al fin”

-       Tu única maestra te ha llamado al fin. –

Los sonidos de su alrededor comenzaron a volverse lejanos, era como si su mente fuera transportada lejos de su forma física.

Era como el caer de un acantilado, pero en vez de sentir un golpe fuerte, suavemente fue pisando el suelo, quedando en un lugar completamente oscuro.

Sin nadie a su alrededor, podía hablar y el eco solo devolvería la misma palabra.

Todo el lugar se volvió un blanco paisaje, sin tener el mínimo objeto en ella.

-       ¿Qué es este lugar? –

Sin esperar una respuesta, salto cuando una voz desconocida llamo.

-       Una mente perdida. –

Que había respondido, no había nadie.

Solo ella, o era la locura que estaba respondiendo.

-       No soy tu locura, si lo fuera, el mundo ardería y no quedaría ni un ser, para poder contarlo. –

-       Pero ¿Qué se supone que eres? –

-       Como el guía, que acompaña a su maestro. –

-        ¿Espíritu? –

-       Tal vez, de cualquier manera, estaré a tu lado. –

Seguía sin ver a nadie.

-       Abajo. –

-       ¿Abajo? –

Cerca de sus pies desnudos, un gato negro como la noche la miraba, sus ojos azules bastante grandes se enfocaban solo en ella.

Que precioso animal estaba con ella, quería sujetarlo y abrazarlo.

-       Un gato. –

-       Saludos señorita Nisha. –

-       ….. –

¿Hablo?

-       ¿Señorita? –

Pego un grito al cielo, cuando de nuevo el gato que estaba con ella volvió a responder, cayó al suelo cuando sus piernas se enredaron entre sí.

-       “Se me quitaron las ganas de abrazar al gato, mierda” -

Había quedado azonzada sin poder creerlo.

-       “Que alguien me pellizque” –

Animales que hablan, este loco mundo la hacia querer perder la cabeza.

-       Controle sus emociones señorita, si no desea que este lugar se desmorone, maneje a su tiempo el cuerpo. –

Controlar, el gato que estaba sobre ella, le hablaba como si la conociera de hace tiempo.

-       ¿Quién eres? – su boca balbuceaba.

-       Lamento mi presentación. –

El gato negro se sentó en su regazo e inclino su cabeza.

-       Me presento, soy Alicia y fui enviada por mi señora para poder cuidarla. –

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