Eduardo termino su cena, luego miro a la mujer recostada sobre la mesa junto a el.
Su largo cabello negro recorría su espalda, este cubría sus orejas, su rostro mostraba lo cansada que estaba, sus ojos estaban cerrados.
El silencio descendió en la habitación.
— si me sigues viendo así, me llenare de vergüenza y ni sueño hacerlo.
su voz llevaba el cansancio del día, sus labios rojos se abrieron Suavemente.
Eduardo miro hacia la ventana.
— no tienes por qué trabajar, podrías descansar más.
Ella lo miro sin levantarse de la mesa.
— no estoy acostumbrada hacer mantenida.
— sabes que eso no es lo que quise decir.
— lo se, tampoco es a lo que me refiero.
su mano derecha se extiende y tomo la manga de su bata, el no la apartó.
— me gusta mi trabajo, lo estudie por qué me gusta, el salvar vidas y aunque a veces quitamos vidas, me gusta mi trabajo, no lo dejaré.
Las largas pestañas de Eduardo bajaron, miro su pequeña mano, ya las había tocado eran suaves y bien mantenidas.
— aún así debes dejarlo, no volveré a mis palabras.
Ella se negó.
— ¿aún estás enojado por qué cene con Guillermo?
Los labios pálidos de Eduardo se abrieron pero no dijo nada, no es que estuviera enojado por eso, solo un poco, después de todo no soportaría que lo engañarán.
— piensas de más
Dijo con voz irritada, los dos se miraron a los ojos, ella suspiro y dijo sin quitarle la mirada.
— sabes que no tengo a ese bastar... , digo no tengo a Guillermo en mi corazón, eres mejor que el en todos los sentidos, te soy completamente leal, además no haré algo que no me gustaría que me hicieran.
El Asintió, pero aún no cedía.
— enserio no me permitirás, ir de nuevo.
— No
Ella se frustro, trato de hablar lo más calmado posible pero el no cedió.
— incluso si no quieres no puede detenerme.
Su voz se alzó, llevaba molestia en ella, el levanto las cejas pero no le contesto.
— tu decides.
Dijo ella dando un ultimátum, pero quién era Eduardo el no cedió y dijo.
— incluso si gritas todo lo que quieras si ordenó que no se te permite salir, nadie te dejará salir.
Ella lo señaló con incredulidad, ella camino al rededor de el, tratando de calmarse, está persona era muy molesta, cuando estaba con el incluso si quería ocultar su temperamento, el siempre lo hacía salir abruptamente.
su largo cabello dejo su agradable olor, Eduardo sintió que era muy relajante, quería preguntar que tipo de champú usa pero tenía un poco de vergüenza.
— que tal esto, me quedaré contigo cuando me den de baja por maternidad, así todos salimos ganando, ¿no?
— no, eso no servirá.
Ella se paró frente a el y lo encerró en el sillón poniendo sus dos brazos a los costados, su cabello cayó frente a los ojos de Eduardo, el miro su rostro rojo por la ira, verla así lo divirtió un poco.
El levanto su mirada
— que sucede
Mordió su labio y dijo
— si no aceptas, buscarás a otra que de a luz a tu hijo.
Ella cerró los ojos cuando lo dijo por eso no vio su reacción.
Pero su respuesta desinteresada llegó a ella.
— puedo intentarlo
Ella lo miro con sorpresa.
— no dijiste que no podías tocar a otras mujeres.
El Asintió lentamente, se recostó en el sillón y la miro provocativa mente.
— pero tú dijiste que encontraras a otra, así que solo puedo aguantar, jamás pensé que mi esposa fuera tan considerada.
El solo lo había dicho para molestarla ya que le gustó su reacción.
Cristina maldijo en su cabeza, quien rayos era tan considerada para darle a su marido otra mujer.
Enoja reclamo.
— cómo puedes, Entonces...
Ella se alejo y volvió a caminar por un rato, cuando se le ocurrió otra cosa lo volvió a encerrar.
— si no aceptas, no volveré a cocinar para ti.
Está vez fue el turno de Eduardo de entrar en pánico, pero no lo mostró en su rostro.
Al no verlo responder, ella sabía que había ganado.
sus dos rostro sin emoción se encontraron, el suspiro y nego, jamás pensó que sería amenazado de esa manera.
Mari que había estado fuera de la puerta admiraba mucho a Cristina, era la primera vez que su maestro retrocedía en su palabra.
— bien ya que todo quedó resuelto iré a ducharme, que tengas buenas noches
Ella que aún no había dejado de encerrarlo lo beso en la mejilla y salió, Eduardo se tenso, cómo podía esta mujer ser tan libre con sus acciones.
Cristina miro a Mari.
— señora
— si que sucede
Detuvo su caminar.
— mañana vendrán varias personas para arreglar la mansión, el maestro nunca sale a atenderlos, pero igualmente hora usted es la señora, debería recibirlos o quiere que lo haga yo.
Ella sonríe
— trataré de llegar temprano.
— lo entiendo.
Luego se aleja.
Al día siguiente Cristina preparo el desayuno para Eduardo y se fue contenta al hospital después de todo le había ganado por primera vez y había encontrado su debilidad.
— quien diría que sería mi propia comida, tks.
Cuando entro Teo la estaba esperando
— por qué no te llevaste lo que te di
Se quejo, ella recordó esa caja, con varias revistas para adultos.
— por qué me diste eso, obviamente se hacer las cosa.
— pero no has podido acostarte con el, por segunda vez o me equivoco, lo hiciste mal antes, de seguro.
Ella lo señaló enojado, pero no pudo encontrar como refutarlo.
— olvídalo, vine a revisarme, haber cómo estoy para poder quedar en embarazo.
Teo Asintió.
— déjamelo a mí
— no, ya se lo pedí a alguien mas
Teo se sostuvo el pecho, su rostro estaba triste y agraviado.
— soy tu compañero como puedes confiar esto a otros.
Ella resoplo
— sabes que estás demasiado ocupado, con las cirugías que se vienen, no quería agobiarte más.
El Asintió.
— eres la mejor en conocerme.
Mientras hablaban, la puerta del consultorio se abrió, para sorpresa de ambos era el decano.
— Cristina al fin llegaste
Se acercó amigablemente
— decano cómo se encuentra el día de hoy.
— estoy bien, estoy bien.
Sacudió su mano gorda, tras el saludo el lugar se quedó en silencio.
El decano tuvo que romperlo al ver que ella no pensaba hacerlo.
— Cristina lo de ayer... ya sabes, que me vi obligado, Guillermo dono muchos materiales al hospital, no podía negarme a su petición.
Ella Asintió
— además, no tienes que venir seguido al hospital, ya sabes tu prioridad es el sr. Salva, incluso si te necesitamos urgente puedes negarte, de acuerdo.
Ella lo miro sorprendido luego Asintió.
— decano
— si que sucede
— ¿aún tengo que participar en el parto de la señora lucero?
El rostro del decano se puso rojo y negó rápidamente.
— no es necesario, Jajaja ya que todo está bien regreso ahora.
Se alejo con una sonrisa en el rostro, Teo quería golpearlo
— debiste ponerle las cosas más difíciles, obviamente sabía que ahora eres la señora salva, tal vez por eso era su actitud.
Cristina Asintió, no quería prestarle más atención.
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Comments
Rosaura Román
Cristina debe hacerse respetar
2024-02-01
0
Tulia Lozano Alvira
me encanta esta super buena espero siga asi
2023-12-07
1
Regina Gomez Duque
la e zuelas
2023-11-21
0