Con su maleta empacada salió de su habitación.
Carlos la detuvo frente de la puerta de su habitación.
— Cristina, Cristina escucha a papá, de acuerdo
ella lo rodeó y bajo
— no hay nada de que hablar, si no voy será Delia, o es una de nosotras o la empresa, ¿papá que opinas?
Ella sabía que su padre amaba mucho más su empresa, por eso no espero su respuesta, solo escucho sus escusas que se quedaban atrás.
— Cristina, tu sabes la empresa y eso... no sé arreglarían las cosas si solo te disculpas, por qué eres tan insensible.
Ella se detuvo por un momento, pero no dijo nada, que podría decir, el no estaría de su lado, después de todo era más valioso la empresa.
Su madre y su hermana la despidieron.
— madre, Delia me voy.
Delia miro a su hermana,debería ser ella la que fuera.
— Hermana debería ir yo...
Ella golpeó su frente.
— Tonterías, ya decidí que iré, si vas él pensará que ganó, no pienso darle esa satisfacción.
— Pero.
— Sin peros, mamá la cuidas.
Catrina Asintió.
— Si las cosas no salen bien regresa a casa ya veremos cómo solucionarlo
— Lo tengo, cuídate.
De hecho no pensaba dejar fallar este plan, ella tenía que quedarse dónde el tío de Guillermo, así lo haría verse ridículo y devolverle los años de humillación.
El taxi ya la estaba esperando, después de subirse dió la dirección y cerró los ojos, cuando los abrió su mente estaba más tranquila.
— Sin duda alguna lo conseguiré, solo hay un problema.
Ella mordió su labio, no tenía la menor idea de cómo seducir.
La familia Soriano y la familia salva en años anteriores habían tenido varios negocios, su padre había estado con el anterior jefe de la familia salva, pero hace dos años su familia se vino abajo, No cayeron del todo ya que ella estaba comprometida con Guillermo.
— Señorita estamos aquí.
Con el aviso del conductor ella volvió en si, pago y se bajó, las fuerzas que había reunido se fueron cuando estaba a un paso de comenzar.
— Y si no cae, soy linda pero, no soy muy de actuar lindo.
Camino de un lugar a otro sin atreverse a acercarse, miro la enorme mansión, para llegar a la puerta aún se tenía que caminar bastante, la enorme casa era de un color azul claro.
— Olvídalo si lo consigo, tengo que hacerle pagar.
Antes de acercarse se puso una mascarilla y unas gafas de sol, después de todo pueden haber personas que la reconozcan como la prometida de Guillermo y sería un poco incómodo.
Ella arrastró su maleta, el guardia que custodiaba la reja la detuvo.
— identifíquese
— soy de la familia Soriano, me enviaron aquí.
— Espere un momento.
El guardia hablo un momento por el comunicador, después la miro.
— ingresé
Las enormes rejas se abrieron, ella sintió que iba a entrar a la guarida de una enorme bestia.
— Que posibilidades hay de que la bestia no me coma y me acepte como parte de su manada.
— ¿Señorita entrara?
— Lo haré.
Después de caminar por un tiempo llegó a la mansión.
— aquí está el padre de mi hijo aún sin nacer, pero prefería esto, a tener que soportar al imbécil de Guillermo.
Eduardo salva, era el heredero del enorme imperio salva, era una lastima que este estuviera enfermo y le quedarán pocos meses de vida.
Su abuelo al ver esto adopto al padre de Guillermo oficial mente, y al morir heredaría todo, por eso la actitud de Guillermo era tan arrogante.
Toc toc.
Cuando llamo a la puerta salió una anciana.
— señorita Soriano pase por aquí.
Le hablo educadamente.
— gracias.
La anciana miro a la mujer, y aunque no podía ver bien su cara, podía distinguir un poco de su carácter, era calmada y desprendía un sensación de seguridad.
Cristina no miro alrededor, solo fijo su mirada al frente, solo noto algunas cosas al entrar.
Cómo las dos escaleras a ambos lados que guiaban al segundo piso, las pinturas en la paredes, y el perchero cerca de la puerta.
La anciana sonríe y hablo aún más educada ya que está chica le dio una buena impresión incluso sin hablar mucho.
— la habitación del joven maestro está en el tercer piso, es la habitación de la izquierda, no se perderá ya que tiene un cartel de no molestar, el es un poco malhumorado pero es una buena persona.
— Se lo agradezco.
Cristina miro a la anciana, su cabello ya está blanco, llevaba una falda larga de color azul y una camisa manga larga de color blanco.
— Además tendrá que atenderlo, bueno eso sí el la acepta claro.
Ella no oculto nada, esperaba que la chica fuera buena con su maestro.
— de acuerdo, iré a presentarme
— claro, que tenga suerte.
Dijo la anciana mientras sonreía cálidamente, sus arrugas se movieron con su sonrisa.
Cristina subió las escaleras, y luego al pasillo del segundo piso.
“ Tengo que ir a la derecha o a la izquierda”
Ella se acercó a la barandilla, para preguntarle a la amable anciana.
— Puede tomar el ascensor de la derecha.
— Gracias
Ella camino hasta el fondo donde pudo ver el ascensor, junto a este estaban las escaleras.
— Ya que me dieron el ascensor no lo desperdiciare.
Cuando el ascensor se detuvo y sus puertas se abrieron, ella miro el pasillo oscuro, sintió que paso a un mundo diferente.
Busco la habitación con el cartel de * no molestar * pronto lo encontró.
Toc, toc.
— dije que no me molestarán
Su voz era bastante ronca, ella tembló un poco pero se recompuso Rápidamente.
— soy de la familia Soriano, me enviaron aquí.
No hubo respuesta.
— tal vez, no le avisaron?
— entrar.
Cristina abrió la puerta, la habitación estaba con poca luz, le costó un poco acomodar su vista.
Antes de que pudiera acomodar del todo su vista a la poca luz la voz del hombre resonó en la habitación.
— déjame verte
Ella logro ver un poco mejor, sus ojos se fijaron en el hombre.
Este tenía cabello negro y sus ojos eran de un azul cielo, estaba en una bata de color negro, tenía varias ojeras, su mirada podría helar a cualquiera, sus labios estaban resecos, de el desprendía una sensación que gritaba.
* no te acerques *
No pudo ver muy bien sus facciones por la poca luz pero sus ojos definitivamente no los olvidaría en su vida y aunque antes lo había visto cuando estaba con Guillermo, lo había visto de lejos.
— Terminaste de observar.
— Lo he hecho.
Ella entro en la habitación.
había una enorme estantería junto a la cama, varios juegos de sofá en medio de la habitación y uno cerca de la ventana, varias cortinas colgaban al rededor de la cama.
Ella se dirigió hacia el hombre sentado junto a la ventana, estando más cerca vio su tez horriblemente pálida aún más de lo que vio estando de lejos, además la bata estaba arrugada, parecía una bolsa tirada en el camino.
De hecho si sus ojos no estuvieran abiertos podrían confundirlo con un cadáver.
Las cejas del hombre se fruncieron.
— me estás escuchando, si no lo haces lárgate.
Dijo Eduardo con impaciencia, Cristina regreso en si.
— lo siento, que decías.
— te dije que me dejaras verte, si no eres de mi agrado te enviare de vuelta.
Ella dudo un poco.
— no se si seré de tu agrado pero podré satisfacerte solo ... Podría no quitarme la mascarilla.
La respuesta de Eduardo no llego, ella sonríe incómoda mente.
Dejo su maleta a un lado, y se quitó la mascarilla, sus pequeños labios rojos fue lo primero que entro en la vista de Eduardo.
su mirada subió, al ver su rostro una de sus cejas se levantó.
La piel de Cristina era de un blanco poco, común, para llegar a este tono de piel, sin manchas y sin imperfección se tendría que poner maquillaje y cuidarse demasiado la piel.
Pero está era la piel con la que nació, también sus rasgos faciales, la hacían ver muy bella, está belleza era la que atraía mucho a Guillermo.
Eduardo la reconoció, sus ojos la recorrieron, ella soporto las ganas de decirle.
“ que tanto estás inspeccionando, no soy un objeto”
Pero mejor se quedó callada.
La habitación se había quedado mucho tiempo en silencio, ella miro los ojos de Eduardo y sintió que una enorme presión descendió sobre si, sus cejas se fruncieron, ahora entendía por qué Guillermo no mantenía muy cerca de este ‘tío' incluso enfermó y sin hablar podría intimidar a una persona.
Ella respiro hondo y hablo con calma.
— tío hola, tiempo sin verte.
— piensas que recibo las sombras de Guillermo.
Los ojos de Cristina lo observaron, no había calidez en sus ojos, dudo en responderle, de hecho tenía un poco de miedo a este ‘tío’
— Primero que todo me parece de muy mala educación tratarme así, no soy sobras.
“ aquí el que parece sobras es otro”
Claro que eso solo lo pensó.
— Y segundo Guillermo no me envió, vine por mi propia cuenta.
El miro sus ojos llenos de sinceridad y se giro de nuevo hacia la ventana.
— ¿sabes a lo que has venido, verdad?
Ella Asintió, no había fluctuaciones en su voz cuando le respondió.
— lo sé, aún así vine por mi cuenta.
— por qué
— era yo o mi hermana, ella aún es una niña, no puedo hacerle eso
— sabe Guillermo que estás aquí.
Ella resopló, sus ojos llevaban una capa de desdén hacia la mención del hombre.
— no lo sabe y si lo sabe no me importa.
Eduardo se giro y dijo
— no estás hecha para el puesto de señora Ortega.
Cristina no dijo nada, sus ojos se enfrentaron a los del hombre.
— ¿el tío sabe sobre las aventuras de Guillermo?
El Asintió suavemente.
— son conocidas en todas partes, cómo no saberlo.
La habitación cayó en un silencio incómodo, ella estaba un poco cansada de irse por las ramas y fue directo al punto.
— tío, entonces me aceptas.
El se recostó en el sofá y miro el libro en su mano.
— lo siento pero no me gustan las mujeres que han Sido tocados por otros.
Ella puso los ojos en blanco dentro de si y luego respondió.
— entonces puede estar tranquilo estoy totalmente limpia, no deje que el me tocará, después de todo tenía cantidades de mujeres afuera, tenía que protegerme.
Ella no mentía, durante los años de compromiso con Guillermo, protegió su virginidad, no la había perdido aún y no la perdería con un tipo como el.
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Comments
Polgara 22
no querrás decir sobras?
2024-03-20
1
Gabriela fernanda Florentin
djrjrg
2023-12-02
1
Rosesvanille
Este hombre tiene muerte cerebral 🤢
2023-11-08
1