"—Mi niño podrá parecer malo, a simple vista incluso puede verse agresivo y que no es buena persona, pero no importa que es lo que haga o de que trabaje, él es una buena persona; si no fuera así, no les daría trabajo a los muchos desempleados que hay en este pueblo. Les da siempre la mejor calidad en productos a un precio razonable.
—No quiero contradecirla, señora Hayakawa, pero... él asesina personas, secuestra a jóvenes y niñas para venderlas y prostituirlas, tiene un estudio de pornografía y... engañó a la señorita HanLin.
—Son sólo las consecuencias de crecer sin padres, mi niño perdió a sus padres cuando él sólo tenía ocho años, ambos fueron asesinados por una banda de mafiosos, es irónico siendo que mi pequeño es un mafioso.
La señora Hayakawa amaba a Kaito con todo su corazón, fue su nodriza desde que él perdió a sus padres, lo crío como si fuese su propio hijo y hasta la fecha, e visto como Kaito le habla, besa y abraza como una madre, y siento un poco de envidia por él ya que aunque perdió a sus padres, tuvo a alguien que lo criara y lo cuidara como una madre cuida a su hijo; ambos se referían al otro como si fueran madre e hijo y era una de las pocas veces en las que lo veía sonreír con franqueza y sin una sonrisa llena de burla, sólo era él, sonriendo como un buen chico.
La señora Hayakawa era la clase de mujer que tu adoras desde el primer día, a la que le tomas un cariño inmediato y no quieres alejarte de su calidez maternal, incluso, ella amaba a HanLin, se refería a ellos como mis niños, mis pequeños... y eso incluso me hacía sentir peor algunas veces, ya que yo era la amante, no era la esposa real de nadie y solo era una simple amante que intenta quitarle el puesto a la reina del lugar.
—Hayakawa-san.
—Dime, pequeña.
—Usted a vivido con la señorita HanLin y el señor Ishihara. ¿Usted cree que a pesar de la cantidad de amantes que él tiene, ama a HanLin?
—Es una de las pocas cosas que no te puedo decir con exactitud; ellos llevan juntos desde casi siempre, pero no estoy cien por ciento segura del amor que se tienen, él ha jurado protegerla incluso desde la tumba, puedo asegurar algo, y es que él sólo sigue vivo por que ella sigue viva, estoy segura que cuando ella fallezca, él también lo hará.
—Pero ¿Por qué haría eso si no existe el amor?
—Yo no dije eso, pequeña. Pero es como si ambos estuvieran hechos para estar juntos.
—Disculpe la manera en la que estoy tratando de saber cosas, pero... el señor Ishihara tuvo otras amantes ¿no es así?
—Tuvo muchas, si es a lo que te refieres, más de las que HanLin-san conoce.
—¿Puedo saber quiénes eran?
Ella me sonrió de forma maternal y continúo preparando el almuerzo.
—Tuvo muchas, pero sólo hubieron 3 que tocaron una pequeña fibra sensible en él. La primera fue Bella Bokova; ella era hermosa en todos los aspectos, era alta y delgada, su piel era blanca como la nieve y tenía un bello cabello rubio con ligeras ondas; tenía una nariz pequeña, unos ojos pequeños y su iris era de un azul zafiro, sus labios era pequeños y siempre trataba de resaltarlos con labiales rojos, aunque a mi niño no le gustara.
—¿Qué le sucedió?
—Enfermó muy joven, era sólo unos meses menor a mi niño, un día simplemente enfermó gravemente, ella se veía desmejorada día con día hasta que cayó en cama, su padre estuvo aquí y la acompañó en sus últimos momentos, ella estaba muy delicada como para volar a Rusia. Al principió creyeron que había sido mi niño el causante, pero después de que vieron su llanto el día en que la niña Bella, falleció...
La señora Hayakawa vio mi rostro lleno de dudas y sonrió.
—La señorita Bella tenía problemas del corazón, era la hija del Pakhan, así que había razones para dudar de mi niño, las últimas peticiones de la niña fueron ser enterrada aquí, así que el campo de flores al final del terreno es el cementerio de la niña Bella.
—Vaya, eso no lo sabía.
—También estuvo la niña Baek Min-Ji. Ella era como el sol de todos los días de mi pequeño, siempre estaban juntos, ella era bien parecida, con su cabello castaño, largo y liso, sus ojos almendrados de un café claro, tan pequeña y delgada, siempre usaba vestidos florales, le encantaban. Sus labios siempre estaban de un color rosa fuerte, no usaba mucho maquillaje, sólo en ocasiones especiales la veía usar cosas más extravagantes, siempre sonriente, con sus mejillas sonrojadas y su nariz de botón con colorete.
—¿Porqué no estuvo con Ishihara-san?
—Mi pequeña Min-Ji fue asesinada en un enfrentamiento entre bandos, estaba con mi niño en las calles cuando los emboscaron y la asesinaron con una bala en la cabeza, no murió al instante, quedó en un estado vegetal y sus padres decidieron desconectarla.
—Sus padres sabía que ella salía con un Yakuza ¿no es así?
—Sí, el señor Baek era un mafioso coreano, la mafia coreana no estan fuerte ni poderosa como la Yakuza pero finalmente estaban involucrados en cosas ilegales.
—¿Y quién fue la última?
—Melissa Abernethy. Ella fue su primer todo, no voy a decir lo contrario. Ella era escocesa. Era hermosa, su cabello era pelirrojo ondulado, brillaba como el oro en el sol, sus ojos eran grandes, su iris color azul, parecidos a los de Bella, su rostro estaba lleno de pecas, al igual que sus brazos y sus piernas, su nariz era pequeña y respingada, sus cejas rectas y abundantes pestañas, sus labios gruesos y brillantes, era como una princesa escocesa... Recuerdo que mi niño sufrió mucho su pérdida. A Melissa la secuestraron y a la semana la regresaron en una caja, mi niña estaba destrozada, hecha pedazos.
Melissa, Bella y Min-Ji, tenían algo en común aparte de ser hermosas, todas estaban muertas y enterradas en el campo de flores... algo un poco raro siendo que el campo era un regalo a HanLin.
—Cuando Min-Ji murió —continuó la señora Hayakawa—, mi niño juró en aquel campo de flores, ante mi y el padre de HanLin que nada le sucedería a ella, que primero destruía Japón antes de que HanLin falleciese por su culpa.
Ahora entendía el por qué de sus palabras y protección hacia HanLin. Todos sus seres queridos habían muerto, ya fuese su culpa o no... pero finalmente así era.
—Por eso no deja que la niña HanLin salga sola, siempre debe de haber alguien que la proteja de todo peligro, también, debido a eso, tiene distintos lugares en donde HanLin pueda esconderse y no morir.
—Ninguna de esas fue su amante, en esos momentos eran lo más importante para él.
—Así es, pero se les consideraba amantes porque mi niño estaba reservado desde hace años para HanLin como ella para él.
—Yo soy la amante —susurré.
—No lo tomes así, pequeña, él te protegerá contra todo y de todo, lo veo en la manera en la que te mira y en la manera en la que sonríe cada vez que te ve en cuando estas en el sendero de cerezos.
—¿Él me ve?
—Así es, parece que no, pero yo me doy cuenta de todo lo que sucede.
—No sabía eso.
La señora Hayakawa se acercó a mi y tomó mis manos dándoles un ligero apretón.
—Mi niño sabe lo que hace, aunque parezca que es un egoísta—sonrió ampliamente—. Y aunque sea muy superficial, mi niño siempre encuentra mujeres hermosas que lo acompañen.
—Lo sé, por como las describe, parece que Bella, Melissa y Min-Ji tenían un aura de belleza celestial, el tipo de mujer que se ve perfecta con un hombre tan imponente como él.
—Tú también tienes esa aura de belleza celestial, como le llamas. Yo diría que la última mujer que le tocó una fibra importante a mi niño es perfectamente hermosa, Emma Worrell, una hermosa jovencita México-Americana, de piel trigueña, con una cintura y piernas que toda mujer desearía, de cabello ondulado con un color como el castaño oscuro, dependiendo de cuando y en donde la mires, cuando está en el sol, su cabello brilla como miles de brillos color dorado, pero si la vez en la oscuridad aún con la luz de luna, su cabello es negro como una noche profunda. De ojos grandes e iris oscuro, brillantes, como si fueran perlas, una bella nariz definida y unos labios carnosos, pero no tanto. Simplemente hermosa.
—Sabe, usted es como la madre que nunca tuve.
—Eres parte de la familia, serás mi hija a partir de ahora, yo me encargaré de cuidarlos a todos."
Una lágrima escurrió por el lateral de mi ojo y se perdió en mi cabello, extrañaba a la señora Hayakawa, mi madre, la única que tenía... la mujer por la que me atrevería a regresar el tiempo.
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