-"No podemos seguir así, mi lindo bonsái. No quiero seguir mandando mensajes como si fuéramos dos adolescentes, es mejor dejar todo esto así y continuar con nuestras vidas como si nada hubiera sucedido,
-Pero somos amigos, los amigos no hacen eso -mi voz salió pesada, me estaba costando creer que dejaría de hablar con él, que de alguna u otra manera estaba terminando algo que no habíamos empezado.
-Lo nuestro va a más que amigos, los amigos no hablan así, bonsái. No es sano para ninguno de los dos.
-Pero yo te necesito.
-No me necesitas, eso crees, pero no es así.
-No, pero yo...
-Espero que te cuides y yo te seguiré protegiendo.
-Te amo"
-¿Cómo reaccionó él?
-Me colgó. Fue la última vez que supe de él durante mucho tiempo. Para mí, mi vida se había acabado, mi corazón había sido arrancado y llevado muy lejos ¿Te imaginas? Mi primer amor, terminando conmigo sin siquiera haber empezado nada.
-¿Cuán cree que fue la razón de su ruptura? ¿Cree que su esposa haya tenido algo que ver?
-No, ella no tenía ni idea de lo que sucedía en esos momentos, fue él mismo el que decidió terminar todo, se estaba hartando de tener que contestarle a una mocosa enamorada que decía puras cursilerías.
-¿Cómo cambió su vida?
-Ahora dormía más, sólo eso, de ahí en fuera no cambió nada.
-¿Cuándo supo de él?
-Casi un año después.
"Trabajar en el mismo lugar con gente despreciable y lleno de olor a tabaco, era deprimente, mucho muy deprimente, pero al parecer, después de mi ruptura con el señor Ishihara, eso ya no me importaba tanto. Las cosas no habían cambiado mucho, parecía que nunca iba a salir de ese lugar, no tenía las oportunidades, el trabajo no era el mejor y la paga era un asco ya que definitivamente, ahí no se podía subir de puesto; la manutención del departamento y servicios básicos se volvía cada vez más cara y más difícil de mantener, en esos momentos mi peor miedo era que terminara en la calle otra vez.
Nunca hice amigos, no era necesario, ¿de que me serviría hacerme amiga de las prostitutas, las bailarinas o los guardias de seguridad si eso no me aseguraba que iba a ser feliz. Las cosas se quedaron como estaban, con el mismo trabajo de todos los días, la misma caminata de regreso y la misma comida, el mismo departamento con el mismo olor a moho desde hace años.
Un año más, un año menos. Para mí, la edad era sólo un número que no hacía ninguna diferencia significativa. Tanto jóvenes, adultos y algunos ancianos asistían al burdel para poder ver chicas desnudas, para poder pagar por sexo de mujeres jóvenes y para manosear a las camareras como yo, tener un año más no me hacía inmune a las miradas asquerosas de los hombres y al hecho de que tarde o temprano dejarían de ser una simple camarera y pasaría a ser esas chicas dentro de las habitaciones que terminaban doloridas y reventadas por el exceso de un trabajo desgastante.
Nadie sabía de mí, realmente pasaba desapercibida, como un bonsái entre robles y sauces.
A veces, me ponía a pensar en Sara, si estaría bien, si seguiría teniendo los mismos clientes de siempre o... si me extrañaba y se preocupaba de mí. Eran ideas tan fugaces que me dormía inmediatamente al pensarlas, se volvió un hábito para poder dormir tranquilamente.
Cuando el día deprimente que fue mi cumpleaños pasó, me sentí mal, siempre sucedía así; el primero de junio era sencillo, el día después era el complicado, siempre recordando el martirio que fue mi cumpleaños número 11 y el dolor que venía después de ese día. Era automático, como si se repitiera siempre y no pudiera hacer nada para evitarlo.
El día 13 era el de la curación, en el que me levantaba con más ganas y olvidaba lo sucedido el día 11 y el dolor del día 12. El día 13, cuando regresaba del trabajo y entré al departamento se volvió mi día oficial de cumpleaños, para mí y para él. Ese día me devolvieron el corazón porque él se encontraba ahí, sin regalos, sin pastel, sin velas, sin nada banal; pero para mi era como una fiesta porque él estaba ahí.
Me retuve tanto en ir a abrazarlo, no era nada mío, sólo mi jefe.
-Mucho tiempo sin vernos, Emma.
Sí, todo había acabado.
-Demasiado tiempo, señor Ishihara, pero me alegra verlo bien.
-Pensé que después de tanto tiempo sin vernos habrías cambiado en algo o al menos dejarías de vivir aquí.
-Esperaba los mismo, señor. Pero no tengo estudios ni otra manera de conseguir un mejor trabajo, además, la paga del "Cherry Bomb" apenas me alcanza para alimentarme y pagar los servicios.
-Lo sé, no es el mejor trabajo que una señorita como tú podría conseguir, al menos me alegro de que te encuentres bien.
-Igualmente, señor. ¿Pero que lo trae aquí y a este departamento?
-Un favor, le debía un favor a alguien y decidí darme una vuelta por la camarera favorita de los clientes del bar.
-Así es señor, las propinas son buenas sin me dejo manosear dos minutos.
Aquello había sido vergonzoso, lo había dicho sin pensar realmente, sin siquiera meditar en como me haría ver eso. Él sonrió, no estaba molesto ni burlándose, fue como si hubiera dicho un buen chiste.
-La pequeña Emma se toma enserio su trabajo, o al menos hace todo lo que está a su alcance para sobrevivir.
-No sé como es que daba de tomar eso.
-No te lo tomes a mal, lo dije de buena manera.
Las piernas me temblaban, me sentía acorralada, como si en cualquier momento me fuera a reclamar por mis palabras o por mis actos.
-Deja de tener miedo, Emma. No vine a hacerte nada ni a reclamar nada.
-Lo siento, señor, es la costumbre.
Hubo un silencio muy tenso, uno que me hizo temblar aún más, estaba claro que una visita no es lo que quería ir a hacer, de ser así, hubiera ido directamente al bar a dar una visita.
-La verdad es que no vengo de visita, Emma. Vengo por ti, hace un año, cuando dejamos de hablar, me sentí muy mal, con el tiempo me fui dando cuenta de que necesitaba de ti, tal vez no contestaba los mensajes, pero me sentía bien al saber que estabas ahí; después perdí tu rastro, perdí todo. Así que vine por ti.
-¿A que se refiere con eso, señor?
-Tus últimas palabras cuando hablamos, me dejaron pensado y rebuscando que es lo que yo sentía...
Ay no.
-Emma... Te quiero. Cásate conmigo".
-Ahora que lo pienso, se escucha bastante estúpido. Después de un año de no tener contacto, de no saber como está el otro y que de repente llegues a decirle a alguien te quiero y cásate conmigo... no suena muy real.
-Pero es muy lindo.
-No niña, no lo es. No tiene ningún sentido que alguien te diga esas palabras si cortaste contacto en esa persona...
-¿Y qué contestó usted?
-Le dije que sí... que lo amaba y como si fuese una pequeña, corrí a abrazarlo, caí tan pronto como las moscas sobre la miel.
-¿Cuándo se casaron?
-Un mes después, fue una boda sencilla comparada con lo que cualquier mujer hubiera querido... para mí fue como el de una princesa, fue al aire libre, con pocos invitados, todos de él, no había ni una persona familiar en la boda... pero tenía mi vestido blanco y un enorme ramo de rosas y lilas.
-¿Puede describirme su vestido?
-Ahora que recuerdo... fue un vestido demasiado grande y elegante para una pequeña boda al aire libre. Era corte princesa, ampón, muy ampón... tenía un cinturón de seda en la cintura, las mangas eran cortas e iban por debajo de mis hombros, eran de encaje con flores blancas que sobresalían, la cola del vestido era larga, pero no tanto, se arrastraba perfectamente por el pasto. Tenía un diseño de flores y hojas por toda la falta y pequeñas cuentas incrustadas de color blanco, parecían perlas, pero puedo asegurar que no lo eran; el escote era de corazón y tenía una ligera transparencia en el centro. Mi vestido era perfecto, todo lo que siempre había soñado y veía en las revistas y programas... Eran tan ampón que realmente, entre él y yo había mucho espacio.
-¿La boda fue corta?
-Sí, no hubo fiesta sólo... una pequeña cena entre algunas personas, eran sus "amigos" o más bien, sus trabajadores y hombres que hacían negocios con él.
-¿A dónde fueron de luna de miel?
-A la magnífica Australia, nunca se me va a olvidar ese viaje.
-¿Fue mágico?
-No, un poco... pero lo que nunca se me va a olvidar es el hecho de que la vida se me fue por la boca debido al cambio de clima y al cambio de altura, la comida era rara pero no tenía nada que ver, además de que después de ese viaje le temí eternamente a las arañas.
La entrevistadora río un poco y después me miró con un rubor en las mejillas.
-¿Cómo fue su noche de bodas?
Suspiré por el recuerdo fugaz de esa noche, el dolor psicológico que sufrí.
-Un martirio... uno de los días más tristes de mi vida.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 32 Episodes
Comments