"Es complicado no pensar en ti cada vez que observo mi jardín, y no por las bellas flores que crecen, sino más bien por los bonsáis que acaba de plantar mi jardinero hace algunos días; pienso inmediatamente en ti cada vez que los veo, se me viene a la mente la manera en la que te escabullías entre las personas del bar y tus múltiples intentos por no ser aplastada. Que quede claro que no lo digo para ofenderte, de hecho, es una manera de decirte que eres tierna y que no te puedo olvidar porque pequeños detalles como esos, son los que hacen la diferencia.
Vaya que calaste hondo en mi mente sin siquiera hacer mucho, espero que estés aprovechando la oportunidad que te di y que no faltes al trabajo porque creas que es muy poca cosa para ti, he dejado órdenes de que te cuiden específicamente a ti, me he enterado del incidente el día en que me marché; quiero pedirte disculpas por lo sucedido y espero que no vuelva a suceder, si sucede nuevamente, puedes enviarme un mensaje al número que escribí en la nota adhesiva pegada junto al teléfono dijo de mi escritorio. No lo has visto, eso explica el porqué no he recibido ningún mensaje tuyo, lindo bonsái.
A partir de ahora, espero que estemos más comunicados y me cuentes todo lo que suceda, en este mismo día, te declaro la vigilante oficial del bar, no dejes que nadie se entere, quiero un mensaje tuyo todas las noches, aunque sean cosas banales. Puedes confiar en mí."
-El me había confiado su bar, sus empleados y, además, había dejado en claro que me pensaba. Para mí, fue como una luz al final del camino; tal vez, en mi mente ingenua estaba mal entendiendo todo, pero había dado órdenes de mi cuidado, un número personal exclusivo para mí, y un mensaje cada mañana en mi buzón.
-¿Porqué la apodó bonsái? Usted no es de baja estatura.
-Para él lo era, tanto sus empleados, las mismas trabajadoras y él mismo, medían más de 1.70, algunas mujeres llegaban a esa estatura o un poco más bajas, él medía unos exactos 1.88 cm y yo no llegaba ni a los 1.60 cm.
-¿No le ofendió que se refiriera a usted de esa manera?
-Para nada, para mí era el mejor alago que me habían dado hasta entonces, el mejor sobrenombre, es más, para mí era el más hermoso que me pudieron haber dado.
-¿Cuándo le envió el primer mensaje?
-Cuando mi turno terminó, inmediatamente corrí hacia su oficina, despegué la nota adhesiva y me fui corriendo a mi departamento, aventé mis cosas a la primera esquina y fue cuando me di cuenta de que no tenía celular, no tenía nada con que mandarle un mensaje o algo, ahora me da risa, pero ese día lloré, patalee he incluso casi rompo una ventana por lo enojada y frustrada que me sentía. Me rendí y tomé una hoja de papel y un lápiz y escribí una carta, me daba muchísima pena mi letra y la manera en la que escribía, pero no me quedó de otra.
"Quisiera sentirme ofendida por el hecho de que me diste un número de teléfono y me pediste un mensaje, aún cuando sabes que no poseo ni siquiera un teléfono fijo, pero hablemos del como me llamaste en tu carta y el porqué.
Se que soy baja comparado a tus faros de luz andantes y tu misma altura, las bailarinas y demás chicas también son un poco más altas que yo pero no tanto, no resalto por eso, sólo estoy 2 centímetros por debajo del rango de estatura en una mujer, tengo 21 años y creo que aún podría crecer unos cuantos centímetros; pero lo aceptaré y no negaré que me gusta el sobrenombre, si hablamos de árboles, tu eres como un roble, pero no eso si es un poco irrespetuoso de mi parte.
También quería agradecerte una vez más por lo que has hecho por mí, hoy, después de un mes entero no me había sentido tan segura, tus palabras me hicieron sentir protegida y que no me encontraba sola. Aún no he renunciado y no pensaba hacerlo, no pensaba desperdiciar la oportunidad que me has dado de poder seguir con vida... creo que debes de estar harto de que te agradezca por lo mismo siempre.
Muchas gracias, señor Ishihara por cuidarme, aunque esté al otro lado del mar, espero poder verlo pronto o al menos hasta que yo sea una nueva persona y haya avanzado en la sociedad, hasta entonces, le pido disculpas por mi horrible letra y tal vez, las muchas faltas de ortografía.
Hasta pronto.
ATT: Su bonsái."
-Escribir esas últimas palabras me hizo sentir demasiado atrevida, el agregar la palabra "su" definitivamente me hizo reír como una chiquilla enamorada, me sentía con los privilegios de poder hacerlo, aunque no estaba segura del todo, de igual manera lo había hecho. A la mañana siguiente la llevé a la oficina de correos, y me sentí rara porque las cartas ya no se usaban hoy en día.
-¿Cuándo recibió respuesta?
-2 semanas después, la carta no fue tan conmovedora como esperaba que fuera, sólo las mismas palabras de siempre, pero lo que me removió el corazón y me hizo el sentimiento de mujer enamorada, fue el hecho de que al final estaban escritas las palabras "Tú roble".
-¿Con que compararía el sentimiento?
-No lo sé, no sé como se sentiría eso, pero... sentí tanta presión en el pecho que diría que fue como si alguien hubiera metido la mano en mi pecho y tomado mi corazón con tanta fuerza que me mataría, estaba tan enamorada o al menos tan envenenada de unas palabras bonitas que no me puse a pensar que tal vez, al escribir esa carta él se estaba riendo en voz alta, ahora me imagino el escenario de él escribiendo las últimas palabras y burlándose de una joven perdidamente enamorada.
-¿Siguieron comunicándose por cartas?
-No, después de unas semanas se volvió tedioso tener que escribir cartas y enviarlas a la oficina de correos, tener que esperar una o dos semanas a que fuera contestada y a que a él le llegaran, así que me dio mi primer regalo material. En el trabajo, uno de sus esbirros me dio un celular, básico, no era la gran cosa ni la gran tecnología, pero servía para mandar y recibir mensajes y llamadas, lo único que necesitaba era el saldo necesario, pero de ese se hacía cargo él. A partir de ahí, me quedaba horas despierta contestando sus mensajes.
-¿De cuanto era la diferencia horaria?
-Once horas, yo podía estarme desvelando a las 4 de la madrugada y para él eran las 3 de la tarde. El horario estaba a su favor y siempre me sacrificaba para poder hablar, aunque sea 30 minutos con él. Los mensajes eran contestados de inmediato por ambas partes así que yo no cerraba ni un poco los ojos.
-¿Su rutina era esa, llegar de trabajar y contestar sus mensajes?
-Sí, para mí en eso consistían los días, siempre era lo mismo y yo no me cansaba, para mí lo era todo, pero él comenzaba a hartarse, no era un chiquillo como para nadar contestando los mensajes de una jovenzuela enamorada que no tenía nada que hacer, así que pasaba horas sin contestarme en las que yo no cerraba los ojos esperando sus mensajes, después de eso se convirtieron en días y mi buzón estaba vacío a menos que yo mandara un mensaje y me contestaba con monosílabos.
-¿Qué sucedió después? ¿Dejó de enviarle mensajes? ¿Fue a verla?
-Ninguna de las dos, yo seguí enviando mensajes como loca, contando 100 mensajes desde la última vez que me contesto, mis esperanzas estaban cayendo en picada como un avión que perdió el rumbo. Fue dos días después cuando se hartó, o eso creo yo; y me contestó con una llamada.
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