El devorador de las profundidades

Después de un largo viaje, que había costado la vida a más de sesenta hombres y la pérdida de dos barcos bien equipados, el navío junto a su capitán regresaron a donde todo empezó.

Por más que las pérdidas fueron enormes, todo el pueblo festejaba el regreso de sus héroes, que habían traído como trofeo, la cabeza de la bestia que durante un largo tiempo había azotado los mares del reino, el Leviatán.

Para los tripulantes de la nave no había nada de que festejar, por más que el gran Leviatán hubiera muerto, ahora el reino estaba amenazado por algo mucho más peligroso, el Gusano del Mar.

Cuando los altos mandos de la nave hablaron con las autoridades del reino, expusieron a detalle todo lo que había sucedido. La historia de los marineros dejó perplejos a los nobles representantes del reino y en consecuencia decidieron actuar sin esperar, Brulet el jefe de la cámara de los cazadores marítimos, encargó al capitán que recién había vuelto, navegar a aguas profundas y cazar a esa bestia, esta vez acompañado de cinco barcos preparados para cazar a ese Gusano.

Así tan pronto terminaron de prepararse, el capitán Sir Tomas volvió a surcar los mares, esta vez por una presa más grande.

Todo el reino fue a despedirlos llenándolos de adornos y piezas de buena suerte antes de empezar su aventura, desde el puerto observaron a los barcos navegar hasta que la distancia los hacía desaparecer.

El tiempo pasaba y los valientes marineros no volvían, pasaron meses y ni siquiera una señal de ellos. Las esposas de los valientes marineros se sentaban en los puertos junto a sus hijos esperando volver a verlos, se dieron cuenta de que aquel Gusano no era una bestia cualquiera, aquella abominación era un ser que sería mejor evitar.

El reino decidió olvidar ese lado del océano y a los valientes marineros, ocho años más tarde de la gran pérdida, él reino de Musler empezó su viaje desarmando sus cimientos físicos y espirituales para llevarlos lo más lejos posible de aquel mar de la muerte.

Decidieron viajar al Oeste alejándose de las aguas profundas y de los males que ocultaba, el viaje fue largo y a muchos les costaba dejar todo atrás, pero las nuevas tierras simbolizaban un cambio después de tantos años de terror. Tras pasar unas enormes montañas, un vasto valle se abría frente a ellos, los peligros eran mucho menor de los que había en esa costa y tan pronto encontraron el lugar perfecto se establecieron, creando nuevamente los cimientos de una sociedad, pero esta vez sin miedo. Fue durante mucho tiempo una era de transición donde el pescador se volvió agricultor y los cazadores cambiaban el mar por la tierra, sin lugar a dudas el cambio era bueno para todos.

Pero algunos hombres no podían olvidar su pasado, en especial las familias de los marineros que partieron aquel día para jamás volver.

Ese era el caso de Olan, tenía quince años cuando su padre partió al mar.

Él y un grupo de hombres que habían perdido a su familia buscando al Gusano de mar, vivían en un duro y cruel pasado, un pasado que en su presente demandaba venganza.

Un grupo de no más de doscientos hombres dejaron todo atrás y volvieron a aquella tierra que juraron jamás volver.

Decidieron planificar a detalle la venganza en contra del Gusano, habían quedado unos pequeños barcos flotando frente al mar, también quedaron algunas armas toscas en la herrería, perfeccionar todo esto sería el primer paso, trabajaron día y noche para que las armas tuvieran filo y los barcos volvieran a flotar. La tercer noche de regreso a su pueblo natal, una terrible mantis de los océanos salió del agua en busca de comida, el festín para la bestia fue enorme, pues se enfrentaba a hombres que no había recibido entrenamiento militar, cuando la bestia trepo la pequeña barrera que separaba el mar de la tierra, cazo con sus enormes tenazas de color verde oscuro, a los hombres mientras trabajaban, tras una larga pelea la enorme mantis se desmoronó en el piso, muriendo con una última puñalada en su pecho.

Aquellos que juraron venganza estaban aterrados por las criaturas que escondía el mar, las esperanzas flaqueaban mientras seguían con la labor de restaurar cada barco.

Los murmullos llegaban a oídos de todos, muchos querían volver con sus familias, algunos ya tenían hijos y no querían privarlos de su padre.

A la mañana siguiente, cuando despertaron descubrieron que eran menos de la mitad, muchos se habían ido de regreso a sus hogares abandonado la venganza que juraron cumplir y así fue durante muchas noches.

Cuando tan solo quedaron quince hombres, parados frente a las costas del mar con su vista perdida en el enorme océano, juraron bajo un pacto de sangre jamás marcharse, las gotas de sangre se mezclaban con las aguas frente a ellos, justo en ese momento, una figura femenina con un rostro joven y cabello rizado se asomó desde debajo del agua, miró a los hombres y les dijo.

  - No se rindan.

Sin más que decir, volvió al fondo del mar mientras los muchachos intentaban explicar qué había sucedido, en ese momento escucharon un enorme rugido.

- Gruuuuuuu\, se escuchó desde los cielos justo a sus espaldas.

Al voltear vieron cómo desde las nubes descendía un gran dragón azul.

En el lomo de la bestia había un hombre vistiendo una imponente armadura blanca con su espada enfundada, miró a los muchachos y dijo.

El ser que buscan no pertenece a este mundo, marcharos por donde vinieron.

Dejando a los jóvenes con la boca abierta, el dragón azul descendió a las profundidades del océano para jamás volver, era acaso él un jinete dragón de los cuales se escriben canciones y se cuentan historias.

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